viernes, 30 de noviembre de 2018

La palabra de Dios | Cuando se trata de Dios, ¿cuál es tu entendimiento?


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La palabra de Dios | Cuando se trata de Dios, ¿cuál es tu entendimiento?

Las personas han creído en Dios durante mucho tiempo, pero la mayoría de ellas no tienen entendimiento de esta palabra “Dios”. Simplemente siguen en una confusión. No tienen pistas acerca de cómo debería creer el hombre en Dios o qué es Él exactamente. Si las personas sólo saben creer en Dios y seguirlo, pero no qué es Él, ni lo entienden, ¿no es esta la mayor broma del mundo? Aunque las personas han presenciado muchos misterios celestiales hasta la fecha y han oído mucho conocimiento profundo que el hombre nunca había comprendido antes, están en tinieblas en muchas cosas elementales, como verdades aún no contempladas. Algunas personas podrían decir: “Hemos creído en Dios durante muchos años. ¿Cómo no íbamos a saber lo que Dios es? ¿No nos denigra esto?”. Pero en realidad, aunque todo el mundo me está siguiendo hoy, nadie tiene entendimiento alguno de toda esta obra actual. Dejan ir incluso las cuestiones más claras y fáciles, y mucho menos esta cuestión no digamos ya esta más compleja de “Dios”. Deberías saber que esas cuestiones que echas a un lado y eres incapaz de descubrir son las que más deberías entender, porque sólo sabes seguir a la multitud, sin prestar atención a aquello con lo que deberías prepararte ni tener cuidado con ello. ¿Sabes realmente por qué deberías tener fe en Dios? ¿Sabes realmente qué es Dios? ¿Sabes realmente qué es el hombre? Como hombre que tiene fe en Dios, si eres incapaz de entender estas cosas, ¿no pierdes la dignidad como creyente en Dios? Mi obra hoy es esta: hacer que las personas entiendan su esencia, todo lo que hacen, y que conozcan el verdadero rostro de Dios; este es el acto final de Mi plan de gestión, la última etapa de Mi obra. Esa es la razón por la que os estoy comunicando todos los misterios de la vida de antemano, de forma que todos vosotros podáis aceptarlos de Mí. Como esta es la obra de la era final, debo deciros todas las verdades de la vida que nunca antes habéis asimilado, aunque seáis incapaces de absorberlas y soportarlas, porque simplemente sois demasiado deficientes y no estáis preparados. Yo quiero concluir Mi obra, terminar toda Mi obra requerida, e informaros plenamente de lo que os estoy comisionando a hacer, para que no os desviéis de nuevo y caigáis por los engaños del maligno cuando descienda la oscuridad. Hay muchos caminos más allá de vuestra comprensión, muchos asuntos que no entendéis. ¡Sois tan ignorantes! Yo conozco bien vuestra estatura y vuestras deficiencias. Por tanto, aunque hay muchas palabras que no seréis capaces de absorber, sigo queriendo deciros todas estas verdades que nunca habéis asimilado antes; porque me sigue preocupando si, con vuestra estatura actual, seréis capaces de ser un testigo para Mí. No es que Yo os denigre. Sois todos bestias que no han pasado por Mi entrenamiento formal, y es verdaderamente cuestionable cuánta gloria hay en vosotros. Aunque he invertido una energía tremenda trabajando en vosotros, parece que los elementos positivos en vosotros prácticamente no existen, mientras los negativos pueden contarse con los dedos y se dedican solamente a testimonios para avergonzar a Satanás. Casi todo lo demás en vosotros es el veneno de este. Os miro como si estuvieseis más allá de la salvación. Así, estando las cosas donde están ahora, miro vuestras diversas actuaciones, y finalmente conozco vuestra verdadera estatura. Esa es la razón por la que sigo preocupándome por vosotros: Abandonado a vivir por sí mismo, ¿acabará el hombre mejor de lo que es hoy o de una forma comparable a ello? ¿No estáis inquietos por vuestra estatura infantil? ¿Podéis ser realmente como el pueblo escogido de Israel, leal a Mí y sólo a Mí bajo cualquier circunstancia? Lo que demostráis no son las travesuras de niños fuera de la vista de sus padres, sino la bestialidad que estalla en animales lejos del alcance del látigo de sus amos. Deberíais conocer vuestra naturaleza, que es también la debilidad que todos compartís, vuestra enfermedad común. Así pues, Mi única exhortación para vosotros hoy es que seáis un testigo para Mí. No dejéis bajo ninguna circunstancia que la vieja enfermedad, brote de nuevo. Lo más importante es dar testimonio. Ese es el núcleo de Mi obra. Deberíais aceptar Mis palabras del mismo modo que María aceptó la revelación de Jehová que vino a ella en un sueño, creyendo y después obedeciendo. Sólo esto cumple los requisitos de ser casto. Porque vosotros sois los que más oís Mis palabras, los que Yo más bendigo. Os estoy dando todas Mis posesiones valiosas, concediéndooslo todo. Sin embargo, vuestro estatus y el del pueblo de Israel son muy diferentes, mundos completamente distintos. No obstante, en comparación con ellos estáis recibiendo mucho más. Mientras ellos esperan desesperadamente Mi aparición, vosotros pasáis días agradables conmigo, compartiendo Mis riquezas. En comparación, ¿qué os da el derecho de graznar y reñir conmigo y exigir porciones de Mis posesiones? ¿No estáis recibiendo suficiente? Os doy mucho, pero lo que me devolvéis es tristeza desgarradora, ansiedad, resentimiento incontenible y descontento. Sois demasiado repugnantes, pero también dais pena. Por tanto no tengo otra opción que tragarme todo Mi resentimiento y quejarme a vosotros una y otra vez. A lo largo de estos varios miles de años de obra, nunca antes puse ninguna objeción a la humanidad por haber descubierto que en la historia de su desarrollo sólo los engaños entre vosotros son lo más renombrado. Son como herencias valiosas que el famoso antepasado de la antigüedad os dejó. Cómo aborrezco a esos cerdos y perros inhumanos. ¡Sois demasiado inconscientes! ¡Vuestro carácter es demasiado básico! ¡Vuestros corazones están demasiado endurecidos! Si Yo llevara estas palabras mías y esta obra mía a Israel, hace mucho que habría obtenido la gloria. Pero no es así entre vosotros. Entre vosotros sólo hay descuido cruel, vuestro trato frío, y vuestras excusas. ¡Sois demasiado insensibles e inútiles!
Deberíais ofrecer vuestro todo por Mi obra. Deberíais hacer obra que me beneficie. Quiero hablaros sobre todo lo que no tenéis claro de forma que podáis obtener de Mí todo aquello de lo que carecéis. Aunque vuestros defectos son demasiado numerosos para contarlos, estoy dispuesto a seguir haciendo la obra que debería estar haciendo en vosotros, concediéndoos Mi última misericordia de forma que podáis beneficiaros de Mí y obtener la gloria ausente en vosotros y que el mundo nunca ha visto. He obrado durante muchos años, pero nadie entre los hombres nunca me ha conocido. Quiero contaros secretos que nunca he contado a nadie.
Entre los hombres, fui el Espíritu que no podían ver, el Espíritu con el que nunca podían entrar en contacto. Debido a Mis tres etapas de obra en la tierra (creación del mundo, redención y destrucción), aparezco en medio de ellas en diferentes momentos (nunca públicamente) para realizar Mi obra entre los hombres. La primera vez que vine entre los hombres fue durante la Era de la Redención. Por supuesto vine en medio de la familia judía; por tanto, los primeros en ver a Dios en la tierra fueron los miembros del pueblo judío. La razón por la que hice personalmente esta obra fue porque quise usar Mi carne encarnada como una ofrenda por el pecado en Mi obra redentora. Así pues los primeros en verme fueron los judíos de la Era de la Gracia. Esa fue la primera vez que obré en la carne. En la Era del Reino, Mi obra es conquistar y perfeccionar, por lo que hago de nuevo obra de pastoreo en la carne. Esta es Mi segunda vez obrando en la carne. En las dos últimas etapas de la obra, aquello con lo que las personas entran en contacto ya no es el Espíritu invisible e intocable, sino una persona que es el Espíritu actualizado como carne. Así pues, a ojos del hombre, vuelvo a ser una persona sin el aspecto y el sentimiento de Dios. Además, el Dios que las personas ven no es sólo varón, sino también mujer, lo que es aún más asombroso y desconcertante para ellas. Una y otra vez, Mi obra extraordinaria destruye viejas creencias sostenidas durante muchos, muchos años. ¡Las personas están atónitas! Dios no es sólo el Espíritu Santo, ese Espíritu, el Espíritu siete veces intensificado, el Espíritu que todo lo engloba, sino también una persona, una persona ordinaria, excepcionalmente común. No es sólo varón, sino también mujer. Son parecidos en que ambos nacieron de humanos, y distintos en que uno es concebido por el Espíritu Santo y el otro es nacido de un humano pero derivado directamente del Espíritu. Son parecidos en que ambas carnes encarnadas de Dios llevan a cabo la obra de Dios el Padre, y distintos en que uno hace la obra de redención y el otro la de conquista. Ambos representan a Dios el Padre, pero uno es el Señor de la redención lleno de gracia y misericordia, y el otro es el Dios de justicia lleno de ira y juicio. Uno es el Comandante Supremo que lanza la obra de redención, y el otro es el Dios justo que cumple la obra de conquistar. Uno es el Principio, el otro el Final. Uno es carne sin pecado, el otro es carne que completa la redención, continúa la obra, y nunca es del pecado. Ambos son el mismo Espíritu, pero moran en carnes diferentes y han nacido en lugares diferentes. Y están separados por varios miles de años. Sin embargo, toda Su obra es mutuamente complementaria, nunca conflictiva, y se puede hablar de ella en el mismo contexto. Ambos son personas, pero uno es un bebé varón y el otro es una niña recién nacida. Durante estos muchos años, lo que las personas han visto no es sólo el Espíritu y no sólo un hombre, un varón, sino también muchas cosas que no están de acuerdo con las nociones humanas, y por tanto nunca pueden explicarme totalmente. Se mantienen creyendo en Mí y dudando de Mí a medias, como si Yo existiera pero fuera también un sueño ilusorio. Esta es la razón por la que hasta hoy, las personas siguen sin saber qué es Dios. ¿Puedes resumirme realmente en una simple frase? ¿Te atreves a decir realmente: “Jesús no es otro que Dios, y Dios no es otro que Jesús”? ¿Eres realmente tan valiente como para decir: “Dios no es otro que el Espíritu, y el Espíritu no es otro que Dios”? ¿Estás cómodo diciendo: “Dios es solamente una persona vestida de carne”? ¿Tienes verdaderamente la valentía de afirmar: “La imagen de Jesús es simplemente la gran imagen de Dios”? ¿Eres capaz de explicar exhaustivamente el carácter y la imagen de Dios con la fuerza de tu don de palabra? ¿Te atreves a decir realmente: “Dios sólo creó al hombre, no a la mujer, a Su imagen”? Si dices esto, entonces ninguna mujer estaría entre Mis escogidos y mucho menos serían un género dentro de la humanidad. ¿Sabes ahora qué es Dios? ¿Es humano? ¿Es un Espíritu? ¿Es realmente un varón? ¿Sólo Jesús puede completar la obra que quiero hacer? Si sólo eliges una de las anteriores para resumir Mi esencia, serías entonces un creyente fiel extremadamente ignorante. Si obro como carne encarnada una vez y sólo una, ¿podríais delimitarme? ¿Puedes realmente mirar y ver a través de Mí? ¿Puedes realmente resumirme completamente simplemente gracias a lo que has sido expuesto durante tu vida? Y si en Mis dos encarnaciones hago una obra parecida, ¿cómo me percibiríais? ¿Podríais dejarme clavado en la cruz para siempre? ¿Puede ser Dios tan simple como dices?
Aunque vuestra fe es muy sincera, ninguno de vosotros es capaz de explicarme totalmente, y ninguno de vosotros puede testificar plenamente de todas las realidades que veis. Pensad en ello. Justo ahora la mayoría de vosotros es negligente en sus obligaciones, yendo en su lugar tras las cosas de la carne, saciándola y disfrutando de ella con avidez. Poseéis poca verdad. ¿Cómo podéis entonces dar testimonio de todo lo que habéis visto? ¿Confiáis realmente en que podéis ser Mis testigos? Si un día eres incapaz de dar testimonio a todos de lo que has visto hoy, habrás perdido la función de un ser creado. No habrá ningún sentido en absoluto en tu existencia. Serás indigno de ser un humano. ¡Uno puede decir incluso que no serás humano! He hecho una cantidad infinita de obra en vosotros. Pero debido a que en el presente no aprendes nada, no sabes nada, y trabajas en vano, cuando Yo necesito expandir Mi obra, te quedarás mirando inexpresivamente, con la lengua trabada y totalmente inútil. ¿No hará eso de ti un pecador de todos los tiempos? Cuando llegue ese momento, ¿no sentirás el arrepentimiento más profundo? ¿No te hundirás en el rechazo? No estoy haciendo toda esta obra ahora por aburrimiento, sino para dejar un fundamento para Mi obra futura. No es que Yo esté en un punto muerto y tenga que venir con algo nuevo. Deberías entender que la obra que hago no es un juego[a] de niños sino una representación de Mi Padre. Deberíais saber que no soy sólo Yo quien hace todo esto por Sí mismo. En su lugar, estoy representando a Mi Padre. Entretanto, vuestro papel es estrictamente seguir, obedecer, cambiar, y testificar. Lo que deberíais entender es por qué debéis creer en Mí. Esta es la pregunta más importante que cada uno de vosotros debe entender. Mi Padre, por causa de Su gloria, os predestinó a todos para Mí desde el momento en que creó el mundo. No fue para otra cosa que por el bien de Mi obra, y de Su gloria, que os predestinó. Es por causa de Mi Padre que creéis en Mí; es por causa de la predestinación de Mi Padre que me seguís. Nada de esto es decisión vuestra. Es más importante aún que entendáis que sois aquellos que Mi Padre me ha concedido con el propósito de testificar para Mí. Como Él os entregó a Mí, deberíais permanecer en los caminos que os concedo así como los caminos y las palabras que os enseño, porque es vuestra obligación permanecer en Mis sendas. Este es el propósito original de vuestra fe en Mí. Por tanto os digo que sois simplemente personas que Mi Padre me concedió para que permaneciesen en Mis caminos. Sin embargo, sólo creéis en Mí; no sois de Mí porque no sois de la familia israelita sino de la estirpe de la serpiente antigua. Todo lo que os estoy pidiendo es que deis testimonio de Mí, pero hoy debéis andar en Mis caminos. Todo esto es por causa de testimonios futuros. Si sólo funcionáis como personas que escuchan Mis caminos, entonces no tendréis ningún valor y el sentido de que Mi Padre os entregue a Mí se perderá. Lo que insisto en deciros es esto: “Deberíais andar en Mis caminos”.
De “La Palabra manifestada en carne”
Nota al pie:
a. El texto original dice “un niño jugando en la calle”.

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