Antes había mucha desviación en la forma en que las personas practicaban, y hasta podía llegar a ser absurda. Porque, sencillamente, no entendían los estándares de las exigencias de Dios, muchos ámbitos de la experiencia de las personas se desviaban. El requisito de Dios para el hombre es que sea capaz de vivir una humanidad normal. Los modales del hombre moderno respecto a la comida y la ropa, por ejemplo. Los hombres pueden vestir traje y corbata, y aprender algo sobre el arte moderno; en su tiempo libre pueden llevar una vida un tanto literaria y amena. Pueden hacer algunas fotografías memorables, leer y adquirir cierto conocimiento, y tener un entorno de vida relativamente bueno. Esta es la vida adecuada para una humanidad normal y, sin embargo, las personas la ven como algo que Dios detesta. Toda su práctica consiste, tan sólo, en seguir unas cuantas normas, y esto sólo los conduce a vivir una vida terriblemente aburrida, sin sentido alguno. En realidad, Dios no le ha exigido esto nunca al hombre. Las personas desean restringir su propio carácter, por lo cual oran sin cesar en su espíritu para estar más cerca de Dios, tienen la mente constantemente ocupada en cavilar sobre cosas piadosas, sus ojos miran sin descanso a su alrededor, observando esto y aquello, con gran temor de que su conexión con Dios se vea, de algún modo, cortada. Todas estas son cosas que el hombre ha resumido para sí; son normas establecidas por el hombre y para el hombre. Si no comprendes tu propia esencia ni el nivel que tú mismo puedes alcanzar, no tendrás forma alguna de comprender cuáles son, con exactitud, los estándares de lo que Dios exige del hombre, y entonces no tendrás forma de lograr la práctica que se realiza en la medida adecuada. Tu mente está siempre dando vueltas a un lado y a otro, piensas en cada forma posible de estudiar y tantear cómo y de qué manera puedes ser conmovido y esclarecido por el Espíritu Santo, y el resultado es que resumes un conjunto de formas de práctica que, en tu opinión, te ayudarán a conseguir la entrada. Cuando practicas de esta manera, no sabes con exactitud qué es lo que Dios te exige; sólo practicas a tu manera, te sientes completamente cómodo, sin preocuparte por el resultado y, menos aún de que la desviación y los errores puedan estar presentes. Conforme transitas por este camino, tu práctica carece de muchísimas cosas, como el elogio de Dios, la corroboración del Espíritu Santo y el resultado que se obtiene por las exigencias de Dios. Hasta carece de cualquier humanidad normal o sentido de la razón de una persona normal. Tu práctica se limita a seguir normas, o a que tú mismo aumentes deliberadamente tu carga con el fin de refrenarte, de controlarte. Y, sin embargo, tú crees que tu práctica está bien montada, sin saber que la mayor parte de lo que practicas es un proceso u observancia innecesarios. Son muchos los que practican así durante muchos años, sin que se produzca básicamente cambio alguno en su carácter, un nuevo entendimiento ni una nueva entrada. Sin darse cuenta, dan rienda suelta a su naturaleza bruta, hasta el punto en que muchas veces hacen cosas poco razonables e inhumanas, y otras veces hacen cosas que dan que pensar a las personas y que no se entienden. ¿Acaso es este tipo de persona alguien que ha cambiado?
Ahora, en comparación, las personas oran menos que antes, ya que ahora no es la era de buscar y tantear el camino a seguir. Ahora es el momento de la revelación, la Era del Reino, es la vida de las percepciones, donde al hombre se le dicen todas las cosas con claridad; ya no se le deja seguir tanteando su camino por la vida. En cuanto a los aspectos del matrimonio, los asuntos mundanos, la vida, la comida, la ropa y el albergue, las relaciones interpersonales, cómo puede uno servir de un modo que satisfaga la voluntad de Dios, cómo debería uno renunciar a la carne…, ¿de cuál de estas cosas no se os ha hablado? ¿Seguís teniendo necesidad de andar buscando? ¿Necesitáis aún orar? ¡En realidad no hay razón alguna! Si todavía haces estas cosas, ¿no estás añadiendo tan sólo una nueva capa de formalidad? ¡No es necesario! La clave está en si tienes o no voluntad. Algunas personas cometen ofensa a sabiendas, y saben con claridad que caminar por la senda del mundo no es bueno, que acarrea pérdida a la vida propia y retrasa el progreso de su vida; aun así, insisten en hacerlo, y lo llevan a cabo después de orar y buscar. ¿Acaso no es esto cometer ofensa adrede? Como los que codician los placeres carnales y se aferran a la riqueza, y luego oran a Dios dicen: “¡Dios! ¿Me permites aferrarme a los placeres carnales y a la riqueza? ¿Es Tu voluntad para mí que gane dinero de esta forma?”. ¿Es esta la forma adecuada de orar? Si saben perfectamente bien que Dios no se deleita en estas cosas, deberían renunciar a ellas, pero las tienen fijadas en su corazón, y oran y buscan para obligar a Dios a concedérselas y a que les dé una respuesta. Luego están los que ponen a los hermanos y hermanas de la iglesia de su parte, y establecen sus propios reinos independientes. Sabes muy bien que estos actos desafían a Dios, pero aún sigues buscando y orando a Dios. Eres demasiado insensible y, cuando haces las cosas así, todavía eres capaz de parecer impávido y de orar tranquilamente a Dios. ¡Verdaderamente no tienes vergüenza! En cuanto a caminar por la senda mundana, ya se ha predicado mucho sobre esto antes. Dios lo aborrece, pero tú sigues orando, y diciendo: “¡Oh Dios! ¿Me permites caminar por la senda mundana? ¿Puedo satisfacer Tu voluntad de esta manera? En realidad, mis intenciones son correctas. No lo hago por la carne, sino para que Tu nombre no sea deshonrado; lo hago para Tu gloria, con el fin de que las personas mundanas puedan ver Tu gloria en mí”. ¿Acaso no es esta forma de orar tan sólo una sarta de sinsentidos? ¿No te sientes avergonzado? ¿Y no eres sumamente necio al pensar que esto es algo que merece la pena hacer? No estás dispuesto a experimentar la vida de la luz, y prefieres probar de manera deliberada la vida de las tinieblas y del sufrimiento. ¿No eres tú, pues, quien pide sufrir? Se te ha indicado cómo vivir la vida espiritual, una vida de humanidad normal, y se te han detallado todos los aspectos de la verdad. Si no entiendes algo, examínalo directamente. ¿Todavía necesitas cerrar los ojos y orar? Si prosigues con tu búsqueda al levantar tus ojos al cielo, ¿no sigues creyendo en un Dios vago? Con anterioridad viste los resultados de buscar y orar, y el Espíritu Santo te conmovió en cierto modo tu espíritu, porque esa época era la Era de la Gracia. No pudiste ver a Dios, y no te quedó más remedio que tantear tu camino por delante y buscar de este modo. Ahora, Dios ha venido entre los hombres y la Palabra ha aparecido en la carne. Ahora puedes ver a Dios, y el Espíritu Santo ya no obra como antes. La época ha cambiado y también lo ha hecho la forma de obrar del Espíritu Santo. Aunque es posible que se ore menos que antes, porque Dios está en la tierra, el hombre tiene ahora una oportunidad de amar a Dios. La humanidad ha entrado en la era de amar a Dios y tienen, en su interior, una cercanía adecuada con Dios: “¡Oh Dios! ¡De verdad eres tan bueno, y estoy dispuesto a amarte!”. Sólo unas pocas palabras claras y sencillas dan voz al amor de Dios dentro del corazón, y sólo es para profundizar el amor entre uno y Dios. A veces puedes ver que expresas cierta rebeldía, y exclamas: “¡Oh Dios! ¿Por qué soy tan corrupto?”. Realmente querrías darte de bofetadas, y se te llenan los ojos de lágrimas. En ese momento, tu corazón siente pesar y aflicción, pero no tienes forma de expresarlo. Esta es la obra presente del Espíritu Santo, pero sólo es algo que pueden lograr quienes buscan la vida. Sientes que Dios tiene gran amor por ti, y albergas un sentimiento especial, pero no posees las palabras para orar con claridad. Siempre sientes, sin embargo, que el amor de Dios es tan profundo como el mar, pero no tienes manera de expresar esta condición; en tu corazón lo sientes siempre, pero no hallas las palabras adecuadas para manifestarlo. Esta es una condición que suele surgir en el espíritu. Este tipo de oración y comunión dentro del corazón, que tiene por objetivo acercarse más a Dios, es normal.
Aunque ahora, se puede decir que la vida de tantear el camino por delante y la búsqueda han acabado, con esto no se indica que las personas no deberían orar jamás ni que no necesiten esperar a que la voluntad de Dios se revele antes de seguir con la obra; estos sólo son preconceptos del hombre. Dios ha venido entre los hombres a vivir con ellos y ser su luz, su vida y su camino, y esto es un hecho. Por supuesto, en esta venida de Dios a la tierra es necesario que Él les traiga a los hombres un camino práctico que encaje con su estatura y una vida que ellos disfruten, Él no ha venido a destruir todas las formas de la práctica del hombre. En su vida, el ser humano ya no tantea su camino por delante ni busca, porque la venida de Dios a la tierra para obrar y proclamar Su palabra ha remplazado estas cosas. Él ha venido a liberar al hombre de una vida oscura y vaga, y darle una vida de luz. La obra actual consiste en señalar y hablar las cosas con claridad, decirle al hombre directamente las cosas y definírselas de un modo explícito, para que pueda ir a ponerlas en práctica. Así como Jehová condujo al pueblo de Israel, indicándoles cómo sacrificar y cómo edificar el templo, tú ya no necesitas vivir una vida de búsqueda como lo hiciste después de que el Señor Jesús partiera. ¿Es necesario que tanteéis el camino para la obra futura de difundir el evangelio, para saber cómo deberíais vivir y cómo cumplir vuestros deberes? ¿Es necesario que os postréis en tierra y que busquéis saber cómo deberíais dar testimonio? ¿Es necesario que ayunéis y oréis para saber cómo deberíais vestir o vivir? ¿Es necesario que perseveréis en vuestras oraciones a Dios en el cielo para saber cómo deberíais aceptar ser conquistados? ¿Es necesario que oréis sin cesar, todo el día y toda la noche, para saber cómo deberíais obedecer? Muchos de entre vosotros dicen que sois incapaces de practicar, porque no entendéis. ¡En realidad, las personas no le están prestando atención a la obra de hoy! Muchas de estas cosas ya os las he dicho hace mucho tiempo, pero sencillamente no prestasteis atención, así que no es de sorprender que no las sepáis. Por supuesto, en la era actual, el Espíritu Santo sigue conmoviendo a las personas para permitirles sentir disfrute, y vive con el hombre. Estos son algunos sentimientos especiales y agradables que suelen producirse en tu vida. De vez en cuando, llega un día en el que sientes que Dios es tan adorable, y no puedes evitar orarle: “¡Oh Dios! Tu amor es tan hermoso y Tu imagen es tan extraordinaria. Deseo amarte con mayor profundidad, dedicar todo lo que soy para erogar toda mi vida. Siempre que sea por ti, anhelo dedicarlo todo a Ti, para poder amarte a Ti…”. Este es un sentimiento de placer que te ha dado el Espíritu Santo. No es esclarecimiento ni iluminación; es un ser movido. Este tipo de experiencia sucederá de vez en cuando, como por ejemplo, de camino al trabajo. Orarás y te sentirás cerca de Dios, tanto que las lágrimas humedecerán tus mejillas, tan conmovido que no podrás controlarte y te sentirás ansioso por hallar un entorno adecuado donde poder expresar todo el fervor que hay dentro de tu corazón… A veces te encontrarás en una ocasión pública y sentirás que el amor del que disfrutas es demasiado, que tu suerte es todo menos corriente, y sentirás incluso en mayor grado que eres más valioso que cualquier otra persona. Sabrás profundamente que Dios te está levantando, que este es el gran amor de Dios por ti. En los lugares más recónditos de tu corazón sentirás que en Dios existe una clase de amor inexpresable e ilegible; es como si lo supieras, pero no tuvieras forma de expresarlo, siempre ofreciéndote un momento para reflexionar, pero sin que puedas expresarlo por completo. En los momentos como este, llegarás incluso a olvidar dónde estás, hasta el punto de que lo proclamarás: “¡Oh Dios! ¡Eres tan difícil de entender, pero tan amado!”. En ocasiones incluso realizarás actos extraños y excéntricos que a las personas les parecerán inexplicables, y son cosas que pueden suceder con frecuencia... Este tipo de vida está demasiado en vuestras experiencias, son la vida que el Espíritu Santo os ha dado hoy y la que ahora deberíais estar viviendo. No es que se te impida que vivas la vida, sino más bien que tu forma de vivir ha cambiado. Es un sentimiento que no se puede describir ni expresar. Es, asimismo, el verdadero sentimiento del hombre y, aún más, es la obra del Espíritu Santo. Te hace entender en tu corazón, pero no tienes forma de expresárselo con claridad a nadie más. No se debe a que seas tardo en hablar ni que tartamudees, sino a que es un tipo de sentimiento que no se puede describir con palabras. Él te permite disfrutar estas cosas hoy ya que es la vida que deberías estar viviendo. Por supuesto, tu otra vida no está vacía, pero ser conmovido de este modo se convierte en una especie de gozo en tu vida que hace que siempre quieras disfrutar de estos movimientos internos del Espíritu Santo. Sin embargo, deberías saber que ser conmovido de esta forma no significa que puedas despegarte de la carne y subir al tercer cielo, o viajar por el mundo, sino que tiene el propósito de que puedas experimentar hoy el amor de Dios, la relevancia de la obra actual de Dios, el volver a vivir el cuidado y la protección de Dios. Todas estas cosas son para que tengas un conocimiento mayor de la obra que Dios hace hoy y que seas capaz de sentir y experimentar más de Su amor de lo que disfrutas hoy; este es el objetivo de esta obra.
La vida de búsqueda y de tantear el camino fue cuando Dios todavía no se había encarnado. En esa época, las personas no podían ver a Dios y, por tanto, no tenían más elección que buscar y tantear. Hoy puedes ver a Dios y Él te dice directamente cómo deberías practicar para que ya no necesites hacer lo de antes. La senda que Él marca es el camino de la verdad, y lo que Él le dice al hombre, lo que este recibe, es la vida y la verdad. Tienes el camino, la verdad y la vida; ¿qué necesidad tienes, pues, de seguir buscando en ningún sitio? El Espíritu Santo no puede realizar dos etapas de obra de manera simultánea. Si, cuando Yo haya acabado de comunicar Mi palabra, las personas siguen teniendo necesidad de orar y buscar, ¿no significaría esto que esta fase de obra que hago está siendo en vano? Aunque Yo pueda haber acabado de transmitir Mi palabra, las personas no comprenden aún del todo, y esto se debe a que carecen de calibre. Este problema se puede resolver a través de la vida de la Iglesia y de la comunión los unos con los otros. Antes, la carne del Dios encarnado no inició la obra, de modo que el Espíritu Santo obró de esa manera en aquella época, y mantuvo la obra. En ese tiempo, el Espíritu realizó la obra, pero ahora es Dios mismo encarnado quien la lleva a cabo, porque ha ocupado el lugar de la obra del Espíritu Santo. Cuando las personas oraban antes, experimentaban paz, gozo, recriminación y disciplina, y todo esto pertenecía a la obra del Espíritu Santo. Ahora, estos estados son pocos y muy distanciados entre sí. ¿Por qué, cuando Pedro oraba, tenía sentimientos de paz o de reproche, y por qué Pablo y otros también sentían lo mismo cuando oraban? Es porque era otra época, cuando no se había visto la aparición de Dios y, además, era durante la Era de la Gracia, cuando Dios obraba de un modo distinto. El Espíritu Santo sólo puede hacer un tipo de obra en cada era. Si realizara dos clases de obra de manera simultánea, la carne por un lado con un tipo de obra, y el Espíritu Santo con otra clase de obra en el interior de las personas, y si lo que la carne dijera no fuera válido, pero sí lo que el Espíritu hiciera, entonces Cristo no tendría verdad alguna ni camino, ni vida de los que hablar. Esto sería una autocontradicción, y sería un error en la fuente misma.
Las personas se desviaron demasiado y cometieron demasiados errores en su experiencia pasada. Originalmente, hubo algunas cosas que se suponía que las personas de humanidad normal deberían tener y hacer, o errores difíciles de evitar y que debían verse en la vida humana; y cuando esas cosas se hicieron mal, responsabilizaron de ello a Dios. Hubo una hermana que tuvo invitados en su casa. Sus panecillos al vapor no se hicieron bien, así que pensó: “Esto puede ser la disciplina de Dios. Él está tratando con mi vano corazón. Soy demasiado vanidoso”. En realidad, en lo que concierne a la forma normal de pensar del hombre, cuando tiene invitados se entusiasma y corre de aquí para allá, sin saber qué hacer primero y actúa sin organización; el resultado es que, si el arroz no acaba quemado, los platos son demasiados salados. Por lo general, se está bien sin invitados, pero cuando las personas vienen de visita, todo sale mal. Son los sentimientos de emoción los que crean esta situación, pero las personas acaban cargándoselo a la “disciplina de Dios”. En realidad, esto corresponde a los fallos de la vida humana. ¿No te enfrentarías tú también a este tipo de cosa si no creyeras en Dios? ¿Acaso no son cosas que suceden con frecuencia? Muchas cosas corresponden a los fallos de las personas. Estas suelen equivocarse, pero no el Espíritu Santo, y estas cosas nada tienen que ver con Dios. Es como cuando uno se muerde la lengua mientras come; ¿puede ser la disciplina de Dios? La disciplina de Dios se rige por principios y se ve, por lo general, cuando cometes una ofensa a sabiendas. Dios disciplina al hombre con cosas que involucran Su nombre, o cuando están relacionadas con Su testimonio o Su obra. Las personas entienden bastante de la verdad ahora como para tener consciencia interior de las cosas que hacen, por ejemplo: ¿Eres capaz de no sentir nada si malversas el dinero de la iglesia o si lo gastas de manera imprudente? Sentirás algo cuando lo hagas. No es posible hacer una cosa y después empezar a sentir algo. En tu corazón tienes claras las cosas que van contra tu conciencia. Aunque las personas conozcan claramente la verdad, porque cada uno tiene sus propios gustos, sencillamente son autoindulgentes, de modo que después de hacer algo no tienen sentimiento obvio alguno de recriminación. Si no son disciplinados en el momento en que hacen algo mal, ¿qué disciplina podría haber después? ¿Qué disciplina podría haber después de que todo el dinero haya sido derrochado? Son completamente conscientes de lo que hacen cuando lo hacen, y sienten recriminación. Si no escuchas, Dios no te prestará atención. Cuando llegue el momento en que caiga el juicio justo, a cada uno le llegará la retribución conforme a sus actos. Como persona normal con sentido de la razón, si se tiene conciencia, se es consciente de todo lo que se hace, sobre todo cuando se hace algo malo. ¿Quedan aún unas cuantas personas en la iglesia que malversen el dinero? ¿Quedan personas que no mantienen límites claros entre hombres y mujeres? ¿Sigue habiendo unos pocos que juzguen, desafíen e intenten destruir cosas en secreto? ¿Por qué está todo bien con vosotros todavía? Todos tenéis consciencia, sentimientos y recriminaciones en vuestro corazón y, por esta causa, a veces sufrís castigo y refinamiento. ¡Sencillamente, las personas son demasiado desvergonzadas! Si el castigo fuera a recaer en realidad sobre ellas, ¿seguirían atreviéndose a practicar así? Cuando las personas de conciencia hacen cosas, se sienten inquietas cuando su conciencia les hiere un poco, y en ese momento son capaces de renunciar a su carne. Como quienes cometen pecados entre hombres y mujeres. Todo el tiempo son conscientes de lo que hacen, pero su lujuria es demasiado grande y no pueden controlarse. Aunque el Espíritu Santo imparta disciplina, será en vano, así que Él ya no se molesta contigo. Si el Espíritu Santo no te disciplina en el momento, no te reprocha ni hace nada a tu carne, ¿cómo podría reprocharte después? ¿Qué clase de disciplina podría haber una vez que se ha cometido el hecho? Solo demuestra que eres demasiado desvergonzado y te has degradado en extremo. ¡Eres un maldito desgraciado! El Espíritu Santo no obra sin necesidad. Si conoces muy bien la verdad, pero no colaboras y eres capaz de hacer cualquier cosa, sólo puedes esperar que llegue ese día en que serás castigado junto con el maligno. ¡Este es el mejor final para ti! Ya he predicado una y otra vez sobre la conciencia, ya que es el estándar más bajo. Sin conciencia, las personas también perderán la disciplina del Espíritu Santo y harán lo que quieran. Si alguien de verdad tiene conciencia, cuando el Espíritu Santo le haga reproches se enfrentarán a una batalla interna, y es improbable que hagan algo demasiado grave. Independientemente de cómo discipline y castigue el Espíritu Santo, en términos generales, todas las personas tendrán algún sentimiento cuando hagan algo malo. Por tanto, las personas entienden ahora todo tipo de verdad y, si no la practican, es problema suyo. Yo no reacciono ante personas como estas ni me atengo a esperanza alguna para ellos. ¡Puedes hacer lo que te plazca!
Algunas personas se reúnen, dejan la palabra de Dios a un lado, y hablan continuamente de cómo es esta o aquella persona. Por supuesto, es bueno tener un poco de discernimiento, para que dondequiera que vayas nadie pueda engañarte, embaucarte ni timarte con facilidad. Este también es un aspecto que las personas deberían poseer. Sin embargo, no debes concentrarte únicamente en este aspecto, ya que pertenece a las cosas negativas. Tus ojos no deben estar siempre fijados en las personas. Tu conocimiento de cómo obra el Espíritu Santo es ahora demasiado pequeño, tu creencia en Dios es demasiado superficial, y tienes demasiadas pocas cosas positivas. Aquel en quien tú crees es Dios, a Quien necesitas comprender es a Dios y no a Satanás. Si sólo entiendes cómo obra Satanás y tienes conocimiento de todas las formas en que trabajan los espíritus malignos, pero no sabes nada de Dios, ¿qué significaría? ¿Acaso no es Dios en quien tú crees hoy? ¿Por qué tu conocimiento no incluye estas cosas positivas? Sencillamente no prestas atención al aspecto positivo de la entrada ni lo entiendes; así que, ¿qué quieres ganar? ¿Acaso no sabes cómo deberías estar buscando? Tienes mucho “material de enseñanza” negativo, pero te quedas en blanco en lo que respecta al aspecto positivo de la entrada; ¿cómo puede, pues, crecer tu estatura? Si alguien sólo habla sobre la guerra con Satanás, ¿qué perspectivas futuras de desarrollo tendrá esa persona? ¿No está también demasiado obsoleta tu entrada? ¿Qué cosas serás capaz de lograr a partir de la obra actual si sigues por ese camino? Ahora, para ti es clave entender lo que Dios quiere hacer en este momento, cómo debería colaborar el hombre, cómo deberían amar los seres humanos a Dios, cómo deberían comprender la obra del Espíritu Santo, cómo deberían entrar en todas las palabras que Dios pronuncia hoy, cómo deberían verlas, entenderlas y experimentarlas, cómo deberían satisfacer la voluntad de Dios, ser conquistados por completo por Dios y obedecer ante Él... Deberías centrarte en estas cosas, porque son aquellas en las que hay que entrar ahora. ¿Lo entiendes? ¿De qué valdría centrarse únicamente en el discernimiento de las personas? Se puede discernir a Satanás, a los espíritus malignos y muchas cosas aquí y allá, tener una comprensión total sobre los malos espíritus y reconocer uno en cuanto se ve. Pero si se es incapaz de decir nada sobre la obra de Dios, ¿puede el discernimiento remplazar el entendimiento de Dios? Ya he comunicado en comunión, con anterioridad, respecto a las expresiones de la obra de los malos espíritus, pero esto no es algo importante. Por supuesto, las personas deberían tener también un poco de discernimiento, porque este es un aspecto que quienes sirven a Dios deberían poseer para evitar hacer cosas necias e interrumpir la obra de Dios. Pero lo más importante sigue siendo tener conocimiento de la obra de Dios y comprender Su voluntad. ¿Qué conocimiento tienes de esta etapa de la obra de Dios? ¿Puedes afirmar qué es lo que Dios hace, cuál es Su voluntad, y cuáles son tus deficiencias y las cosas con las que te deberías equipar? ¿Puedes decir cuál es tu entrada más reciente? Deberías entender cuál de tus entradas anteriores fueron desviaciones y errores, y cuáles eran obsoletas. Deberías conseguir recompensas y entendimiento en tus nuevas entradas. No finjas ignorancia; debes esforzarte más en tus nuevas entradas para profundizar tu propia experiencia y conocimiento, y además debes controlar sobre todo tus entradas más recientes, y la forma más correcta de experimentarlas. Debes saber, asimismo, cómo desechar tus métodos anticuados de práctica y entrar en una nueva experiencia. Más aún, deberías discernir tu práctica anterior obsoleta y desviada de la nueva obra y entrada. Estas son las cosas que ahora necesitas entender con urgencia y en las que tienes que entrar. Debes entender las diferencias y la relación entre tus viejas y tus nuevas entradas. Si no comprendes estas cosas, no tendrás forma de progresar, ya que serás incapaz de mantener el ritmo con la obra del Espíritu Santo. Gran parte de tu entrada y tu experiencia pasadas pertenecía a una forma desviada y equivocada de práctica, y mucha de ella era una forma de experimentar que pertenecía a un tiempo pasado; debes entender cómo deberías abordar a esas cosas. Mediante la forma adecuada de comer y beber la palabra de Dios, de mantener una comunión apropiada, debes ser capaz de cambiar tus anteriores formas obsoletas de práctica y tus antiguos conceptos tradicionales, para poder entrar en una nueva práctica y en la nueva obra. Estas son las cosas que deberías alcanzar. Ahora no te estoy pidiendo que te entiendas a ti mismo hasta el más mínimo detalle ni que sea esto lo que te tomes demasiado en serio; más bien quiero que atribuyas mayor seriedad a tu entrada al aspecto positivo y que lo entiendas. Aunque puedas ser capaz de “conocerte a ti mismo”, no significa necesariamente que esta sea tu verdadera estatura. Pero si puedes experimentar la práctica y la entrada de la nueva obra, hasta el punto en que seas capaz de discernir cuáles eran tus conceptos personales previos o tus malentendidos, entonces sí será esta tu verdadera estatura y es algo que deberías poseer. Estas son las cosas que todos los que están entre vosotros deberían lograr.
Hay muchas cosas en las que, sencillamente, no sabéis cómo practicar, y menos aún conocer las obras del Espíritu Santo. A veces haces algo que evidentemente no es ser obediente al Espíritu Santo. Ya tienes cierta comprensión del principio de la cosa al haber experimentado el comerla y beberla, de modo que sufres en tu interior una sensación de recriminación e inquietud y, por supuesto, es un sentimiento que se siente sobre la base de conocer la verdad. No colaborar ni hacer las cosas conforme a la palabra de hoy obstruye la obra del Espíritu Santo y uno se sentirá necesariamente inquieto por dentro. Entiendes los principios de este aspecto, pero no practicas en consecuencia; por tanto, sufres una sensación de recriminación interna. Pero si no entiendes este principio, y sencillamente no has comido ni bebido este aspecto de la verdad, si no lo conoces en absoluto, no sentirás necesariamente una sensación de remordimiento sobre este asunto. General el reproche del Espíritu Santo es condicional. Tú crees que porque no has orado, no has colaborado con el Espíritu Santo, no has soltado la carga que llevas dentro de ti, has demorado la obra del Espíritu Santo. En realidad, no puede retrasarse y, si tú no dices nada, el Espíritu Santo moverá a otra persona para que lo diga. Tú no refrenas al Espíritu Santo. Te sientes mal por Dios y esto es algo que deberías sentir. Pero Dios no piensa nada al respecto y enseguida es pasado. Que puedas ganar algo o no es cosa tuya. A veces, tu conciencia siente como si sufriera acusaciones, pero esto no es el esclarecimiento, la iluminación ni el reproche del Espíritu Santo en ese momento. Tan sólo es una sensación de tu conciencia. Si involucra el nombre, el testimonio o la obra de Dios, y actúas desenfrenadamente, Él no te perdonará. Pero hay un límite, y, como con las cosas que apenas merecen la pena de ser mencionadas, Él no se molestará contigo, te ignorará y, por tanto, esto es algo que tú deberías sentir en tu conciencia. Algunas cosas son lo que se supone que hagan las personas de humanidad normal, otras, son lo que se supone que hagan las personas de humanidad normal. Por ejemplo, no haces bien tus panecillos al vapor y dices que Dios te está disciplinando; afirmar esto es totalmente irrazonable. Antes de que llegaras a creer en Dios, ¿no te ocurría este tipo de cosa con frecuencia? ¿Era Satanás quien te disciplinaba entonces? En realidad, si practicas más en esta cuestión, es poco probable que cometas errores; no es más que tu cerebro que se equivoca. Sientes que parece ser la disciplina del Espíritu Santo cuando, en realidad, no es el caso (salvo algunas circunstancias excepcionales), porque esta obra no la realiza Él por completo. Tan sólo son sentimientos que tienen las personas. Sin embargo, quienes tienen una creencia adecuada en Dios deberían pensar en esta línea. No podrías haber pensado así cuando no creías en Dios. Una vez que llegaste a creer en Él, tu corazón erogó esfuerzo a este respecto y, sin saberlo, empezaste a pensar en esta dirección. Esto surge del pensamiento de las personas normales, y también pertenece al efecto de su propia mentalidad. Pero permíteme decirte que esto no es algo que se halle dentro alcance de la obra del Espíritu Santo. Este aspecto corresponde a una reacción normal que el Espíritu Santo le ha dado al hombre mediante su propio pensamiento; pero debes entender que esta reacción no es obra del Espíritu Santo. Tener este tipo de “conocimiento” no demuestra que tengas la obra del Espíritu Santo. Tu conocimiento no pertenece al esclarecimiento del Espíritu Santo y, menos aún, es obra Suya. Es una mera reacción del pensamiento normal de las personas y no tiene nada que ver en absoluto con Su esclarecimiento ni Su iluminación. Son dos cosas completamente distintas y no las hace por completo el Espíritu Santo. La obra del Espíritu Santo esclarece a las personas: por lo general les da un conocimiento de la obra de Dios y de su verdadera entrada y de su verdadero estado, y también les da la resolución, les permite entender el designio entusiasta que Dios tiene y Sus exigencias para el hombre hoy, les da la resolución de abrir cada camino. Incluso cuando las personas sufran derramamiento de sangre y sacrificio, deben actuar para Dios, e incluso cuando se encuentren con la persecución y la adversidad, deben seguir amando a Dios y no tener pesares, y deben mantenerse firme en el testimonio de Dios. Tal resolución son las inspiraciones del Espíritu Santo y la obra del Espíritu Santo, pero debes saber que tales inspiraciones no son posesión tuya cada momento que pasa. En ocasiones, puedes sentirte extremadamente conmovido e inspirado en las reuniones, y alabas y danzas de una forma extraordinaria. Sientes que posees un entendimiento increíble de lo que otros están comunicando en comunión, te sientes por completo nuevo en tu interior y tu corazón lo tiene todo perfectamente claro, sin sensación de vacío. Todo esto pertenece a la obra del Espíritu Santo. Si eres un líder, y el Espíritu Santo te proporciona un esclarecimiento y una iluminación excepcionales cuando bajas a la iglesia a trabajar, y hace que seas formal, responsable y serio, de uno modo increíble, en tu trabajo, esto pertenece a la obra del Espíritu Santo.
De "La Palabra manifestada en carne"
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