miércoles, 7 de noviembre de 2018

La palabra de Dios | La verdad interna de la obra de conquista (3)

El resultado a conseguir de la obra de conquista es principalmente que la carne del hombre deje de rebelarse, esto es, que su mente obtenga un nuevo entendimiento de Dios, que su corazón le obedezca totalmente a Él, y que tome la determinación de ser para Él. La forma en que cambie el temperamento o la carne de una persona no determina si esta ha sido conquistada. Más bien, Dios te ha conquistado cuando tu pensamiento, tu consciencia y tu sentido cambian, es decir, cuando toda tu actitud mental cambia. Cuando has decidido obedecer y has adoptado una nueva mentalidad, cuando ya no traes más ninguna de tus propios conceptos o intenciones a las palabras y la obra de Dios, y cuando tu cerebro puede pensar con normalidad, es decir, cuando puedes entregarte para Él con todo tu corazón, esta clase de persona es alguien totalmente conquistado. En el ámbito de la religión, muchas personas sufren bastante durante toda su vida, sometiendo su cuerpo o cargando su cruz, ¡incluso sufriendo y soportando hasta su último aliento! Algunos siguen ayunando hasta la mañana de su muerte. Durante toda su vida se niegan a sí mismos buenos alimentos y ropa, acentuando únicamente el sufrimiento. Son capaces de someter su cuerpo y abandonar su carne. Su espíritu para soportar el padecimiento es elogiable. Pero su pensamiento, sus conceptos, su actitud mental y, de hecho, su vieja naturaleza, ninguno de estos ha sido en absoluto objeto de tratamiento. No tienen un verdadero entendimiento de sí mismos. Su imagen mental de Dios es la tradicional de un Dios impreciso. Su determinación de sufrir por Él procede de su celo y su temperamento positivo. Aunque creen en Él, no lo entienden ni conocen Su voluntad. Sólo están trabajando y sufriendo ciegamente por Dios. No dan ningún valor en absoluto a ser discernidores y se preocupan poco de cómo garantizar que su servicio cumpla realmente la voluntad de Dios. Saben incluso menos cómo lograr un entendimiento de Él. El Dios al que sirven no es Dios en Su imagen original, sino uno que ellos mismos han ideado, uno del que oyeron hablar, o uno legendario encontrado en los escritos. Por tanto, usan sus imaginaciones gráficas y sus corazones piadosos para sufrir por Dios y emprender para Él la obra que Él quiere hacer. Su servicio es demasiado inexacto, de forma que prácticamente no hay uno que sirva sinceramente a Dios en una manera que cumpla Su voluntad. Independientemente de cuán dispuestos a sufrir estén, su perspectiva original sobre el servicio y su imagen mental de Dios siguen sin cambiar, porque no han pasado por Su juicio y Su castigo, así como por Su refinamiento y perfección, y porque nadie los ha guiado con la verdad. Aunque crean en Jesús el Salvador, ninguno de ellos lo ha visto nunca. Sólo saben de Él a través de leyendas y habladurías. En consecuencia, su servicio equivale sólo a servir aleatoriamente con los ojos cerrados, como un ciego que sirve a su padre. ¿Qué puede conseguirse en última instancia por medio de este tipo de servicio? ¿Y quién lo aprobaría? Desde el principio hasta el fin, su servicio nunca cambia en absoluto. Sólo reciben lecciones artificiales y basan su servicio únicamente en su naturalidad y lo que a ellos mismos les gusta. ¿Qué recompensa podría cosechar esto? Ni siquiera Pedro, quien vio a Jesús, sabía cómo servir de una forma que cumpliera la voluntad de Dios. No fue hasta el final, en su vejez, cuando llegó a entender. ¿Qué dice esto acerca de esos ciegos que no han experimentado ningún tratamiento o poda y que no tenían a nadie guiándolos? ¿No es gran parte de vuestro servicio hoy como el de estas personas ciegas? Todos esos que no han recibido juicio ni poda, ni tratamiento, y no han cambiado, ¿no son los conquistados de forma incompleta? ¿Qué uso tienen tales personas? Si tu pensamiento, tu entendimiento de la vida, y tu entendimiento de Dios no muestran un nuevo cambio y no resultan ni siquiera en una pequeña ganancia real, ¡nunca conseguirás nada destacable en tu servicio! Sin una visión y sin un nuevo entendimiento de la obra de Dios, no puedes ser una persona conquistada. Tu forma de seguir a Dios será entonces como la de aquellos que sufren y ayunan: ¡será de poco valor! ¡Precisamente porque hay poco testimonio en lo que hacen digo que su servicio es fútil! A lo largo de sus vidas, esas personas sufren, pasan tiempo en la cárcel, y en cada momento, soportan, acentúan el amor y la bondad, y cargan su cruz. El mundo los difama y rechaza y han experimentado toda dificultad. Obedecen hasta el final, pero aun así, no son conquistados y no pueden ofrecer testimonio de ello. Han sufrido no poco, pero en su interior no conocen en absoluto a Dios. Nada de su viejo pensamiento, sus viejas nociones, prácticas religiosas, entendimientos artificiales e ideas humanas se han visto sometidos a tratamiento. No hay en absoluto un nuevo entendimiento en ellas. Ni siquiera un poco de su entendimiento de Dios es verdadero o preciso. Han malentendido Su voluntad. ¿Puede ser esto servir a Dios? Independientemente de cómo entendieras a Dios en el pasado, supón que lo sostienes hoy y sigues basando tu entendimiento de Él en tus propias nociones e ideas, por mucho que Él haga. Esto es, imagina que no posees un entendimiento nuevo y verdadero de Dios y que eres incapaz de conocer Su inherente imagen y carácter. Supón que tu entendimiento de Dios sigue siendo guiado por un pensamiento feudal supersticioso y sigue naciendo de imaginaciones y nociones humanas. De ser este el caso, no has sido conquistado. Mi objetivo al decirte ahora muchas palabras es permitirte entender y usar este conocimiento para llevarte a un entendimiento preciso y nuevo. También tienen el propósito de liberarte de esas viejas nociones y conocimiento que llevas en ti de forma que puedas poseer un nuevo entendimiento. Si verdaderamente comes y bebes Mis palabras, tu entendimiento cambiará de un modo considerable. Mientras mantengas un corazón obediente, conforme comes y bebes las palabras de Dios, tu perspectiva volverá. Si eres capaz de aceptar los repetidos castigos, tu vieja mentalidad cambiará poco a poco. Si tu vieja mentalidad se sustituye totalmente con la nueva, tu práctica también cambiará en consecuencia. De esta forma, tu servicio irá cada vez mejor encaminado, y cumplirá cada vez más la voluntad de Dios. Si puedes cambiar tu vida, tu entendimiento de la vida y tus muchas nociones sobre Dios, tu naturalidad disminuirá gradualmente. Esto, y nada menos que esto, es el resultado después de que Dios conquiste al hombre; este es el cambio que se verá en el hombre. Si al creer en Dios, lo único que conoces sobre ello es someter tu cuerpo, soportar y sufrir, y no tienes claro si lo que estás haciendo es correcto o erróneo, y mucho menos para quién lo haces, ¿cómo puede esta clase de práctica llevar a un cambio?


Deberíais entender que lo que estoy exigiendo de vosotros no es que vuestro cuerpo se someta a esclavitud o que vuestro cerebro sea controlado y se le prevenga de pensamientos arbitrarios. Este no es el objetivo de la obra ni la obra que debe hacerse ahora. Ahora necesitáis tener un entendimiento desde el ángulo positivo de forma que podáis cambiaros a vosotros mismos. Lo que más necesitáis es equiparos con las palabras de Dios, que significa equiparos totalmente con la verdad y la visión actuales, y después seguir adelante y ponerlas en práctica. Esta es vuestra responsabilidad. No os estoy pidiendo que busquéis y obtengáis una iluminación incluso mayor. Actualmente no tenéis estatura para eso. Lo que se necesita de vosotros es que hagáis todo lo que podáis para comer y beber las palabras de Dios. Necesitáis entender la obra de Dios y reconocer vuestra naturaleza, vuestra esencia y esa vieja vida vuestra. Necesitáis reconocer especialmente esas prácticas pasadas erróneas y hechos humanos vuestros. Para cambiar, debéis empezar cambiando vuestro pensamiento. Primero sustituid el viejo por el nuevo, y dejad que este gobierne vuestras palabras, acciones y vida. Esto es lo que se os pide ahora. No practiquéis ni sigáis ciegamente. Deberíais tener una base y un objetivo. No os engañéis a vosotros mismos. Deberíais saber para qué es exactamente vuestra fe en Dios, qué obtener de ella, y en qué deberíais entrar ahora. Es imperativo que sepas todo esto.

Actualmente deberíais entrar en la elevación de vuestra vida y el mejoramiento de vuestro calibre. Además, necesitáis cambiar esas viejas perspectivas de vuestro pasado, cambiar vuestro pensamiento y vuestras nociones. Toda vuestra vida necesita renovación. Cuando tu entendimiento de los hechos de Dios cambie, cuando tengas un nuevo entendimiento de la verdad de todo lo que Él dice, y cuando tu entendimiento interno sea elevado, tu vida dará un giro hacia lo mejor. Todo lo que las personas hacen y dicen ahora es práctico. Estas cosas no son doctrinas, sino más bien lo que las personas necesitan para su vida y lo que deberían poseer. Este es el cambio que tiene lugar en el hombre durante la obra de conquista, el cambio que este debería experimentar, y es el resultado después de que el hombre es conquistado. Cuando hayas cambiado tu pensamiento, adoptado una nueva actitud mental, revocado tus nociones y propósitos así como tus razonamientos lógicos pasados, descartado aquellas cosas profundamente arraigadas en tu interior, y obtenido un nuevo entendimiento de la fe en Dios, los testimonios que das se elevarán y todo tu ser habrá cambiado realmente. Todas estas cosas son las más prácticas, realistas, y fundamentales, cosas difíciles de tocar para las personas en el pasado y con las que no podían entrar en contacto. Son la verdadera obra del Espíritu. ¿Cómo entendías exactamente la Biblia en el pasado? Una rápida comparación hoy te lo dirá. En el pasado ponías a Moisés, Pedro, Pablo, o todas esas afirmaciones y perspectivas bíblicas en un pedestal. Ahora, si se te pide poner la Biblia en un pedestal, ¿lo harías? Verías que la misma contiene demasiados registros escritos por el hombre y que sólo es el relato del hombre de dos etapas de la obra de Dios. Es un libro de historia. ¿No significa esto que tu entendimiento de ella ha cambiado? Si miraras ahora la genealogía de Jesús dada en el Evangelio de Mateo, dirías: “¿La genealogía de Jesús? ¡Es absurdo! Esta es la genealogía de José, no de Jesús. No existe relación entre Jesús y José”. Cuando miras la Biblia ahora, tu entendimiento de ella es diferente, lo que significa que tu perspectiva ha cambiado, y tienes un nivel más alto de entendimiento de ella que los expertos religiosos de la antigüedad. Cuando alguien dijera que hay algo en esta genealogía, tú responderías: “¿Qué hay en ella? Prosigue y explica. Jesús y José no están relacionados. ¿No sabes eso? ¿Puede tener Jesús una genealogía? ¿Cómo puede tener antepasados? ¿Cómo puede ser Él el descendiente del hombre? Su carne nació de María; Su Espíritu es el Espíritu de Dios, no el de un hombre. Jesús es el Hijo amado de Dios, ¿puede tener genealogía? Mientas estuvo en la tierra no fue un miembro de la humanidad, ¿cómo puede tener genealogía?”. Cuando analices la genealogía y expliques claramente la verdad interna, y compartas lo que has entendido, esa persona quedará sin habla. Algunas personas harán referencia a la Biblia y te preguntarán: “Jesús tenía una genealogía. ¿Tiene tu Dios de hoy una?”. Entonces les contarás tu entendimiento más realista. De esta forma este habrá obtenido resultados. En realidad, Jesús no tiene relación con José e incluso menos con Abraham. Simplemente nació en Israel. Pero Dios no es israelita o un descendiente de los israelitas. Que Jesús naciera en Israel no significa que Dios sólo sea el Dios de los israelitas. Él dio este paso de encarnarse únicamente por el propósito de Su obra. Dios es el Dios de toda la creación en el universo. Simplemente llevó a cabo primero una etapa de obra en Israel y después empezó a obrar en las naciones gentiles. Pero las personas consideraron que Jesús era el Dios de los israelitas y además lo colocaron entre estos y entre los descendientes de David. La Biblia dice que al final de los días, el nombre de Jehová será grande entre las naciones gentiles, lo que significa que Dios estará obrando en ellas en los últimos días. Que se encarnara en Judea entonces no indica que Dios ame sólo a los judíos. Eso aconteció únicamente porque la obra lo requería. No puede decirse que Dios tuviera que encarnarse en Israel (porque los israelitas eran Su pueblo escogido). ¿No se encuentra también el pueblo escogido de Dios en las naciones gentiles? La obra de Jesús se extendió a estas después de que Él terminara de obrar en Judea. (Habitualmente se hace referencia a las naciones de fuera de Israel como “las naciones gentiles”; “naciones gentiles” no indica que esos lugares no tengan personas escogidas; más bien, las naciones de fuera de Israel se llaman “naciones gentiles” de forma colectiva”). En realidad, el pueblo escogido de Dios también poblaba esas naciones gentiles; simplemente no se estaba haciendo ninguna obra aún allí en ese tiempo. Las personas hacen tanto hincapié en Israel porque las dos primeras etapas de la obra tuvieron lugar allí mientras no se estaba realizando ninguna obra en las naciones gentiles. Esta sólo está empezando hoy, y por eso resulta difícil que las personas lo acepten. Si puedes entender todo esto con claridad, asimilar con precisión y ver correctamente todos estos asuntos, tendrás un entendimiento exacto del Dios de hoy y del pasado, y será mayor que el que poseían los santos a lo largo de la historia. Si experimentas la obra de hoy y oyes la declaración personal de Dios hoy, pero no tienes entendimiento en absoluto de la totalidad de Dios; si tu búsqueda se mantiene como siempre fue y no se sustituye por nada nuevo; y especialmente si experimentas tanta obra de conquista, pero en definitiva no puede verse en ti ningún cambio en absoluto, ¿no es tu fe como la de los que sólo buscan pan para saciar su hambre? En ese caso, la obra de conquista no habrá conseguido ningún resultado en ti. ¿No te convertirás en alguien a eliminar?

A la conclusión de toda la obra de conquista, es imperativo que todos vosotros entendáis que Dios no es sólo el Dios de los israelitas, sino de toda la creación. Él creó a toda la humanidad, no sólo a los israelitas. Si dices que Él es el Dios de los israelitas solamente o que es imposible para Él encarnarse en cualquier nación fuera de Israel, no has alcanzado ningún entendimiento en absoluto en el transcurso de la obra de conquista y no estás reconociendo en absoluto que Dios es tu Dios. Todo lo que estás reconociendo es que Él se mudó de Israel a China y se está viendo obligado a ser tu Dios. Si sigues viendo las cosas así, Mi obra no ha sido fructífera en ti y no has entendido nada de lo que he dicho. Al final, si como Mateo, escribes de nuevo una genealogía para Mí, me encuentras un antepasado apropiado, y una raíz correcta —como que Dios tenga dos genealogías para Sus dos encarnaciones— ¿no sería esa la mayor broma del mundo? ¿No te habrías convertido tú, esta “persona bienintencionada” que me encontró una genealogía, en alguien que dividió a Dios? ¿Eres capaz de asumir la carga de este pecado? Después de tanta obra de conquista, si sigues sin creer que Dios es el Dios de toda la creación, si sigues pensando que Él sólo es el Dios de los israelitas, ¿no eres alguien que se resiste abiertamente a Dios? El propósito de conquistarte hoy es que reconozcas que Dios es tu Dios, y el de los demás, y lo más importante el de todos los que lo aman, y el de toda la creación. Él es el Dios de los israelitas y del pueblo de Egipto. Él es el Dios de los británicos y de los americanos. No lo es sólo de Adán y Eva, sino también de todos sus descendientes. Él es el Dios de todo lo que hay en los cielos y en la tierra. La familia israelita y todas las familias gentiles están en las manos de un solo Dios por igual. Él no sólo hizo la obra en Israel durante varios miles de años y nació un día en Judea, sino que hoy está descendiendo en China, este lugar en el que yace enrollado el gran dragón rojo. Si haber nacido en Judea hace de Él el Rey de los judíos, ¿descender hoy en medio de todos vosotros no lo convierte en vuestro Dios? Él guió a los israelitas y nació en Judea; y también ha nacido en una tierra gentil. ¿No es toda Su obra para la totalidad de la humanidad que Él creó? ¿Ama a los israelitas cien veces más y aborrece a los gentiles mil veces más? ¿No es esa vuestra noción? Sois vosotros quienes no reconocéis a Dios en absoluto; no es que Dios nunca fue vuestro Dios. No es que Él no esté dispuesto a ser vuestro Dios, sino vosotros quienes le rechazáis. ¿Quién entre los creados no está en las manos del Todopoderoso? Al conquistaros hoy, ¿no es el objetivo que reconozcáis que Dios no es otro que vuestro Dios? Si sigues manteniendo que Él sólo es el Dios de los israelitas, que la casa de David en Israel es el origen de Su nacimiento, que ninguna otra nación aparte de Israel está cualificada para “producir” a Dios, y menos que cualquier familia gentil sea capaz de recibir personalmente la obra de Jehová, si sigues pensando así, ¿no te convierte esto en un opositor obstinado? No te fijes siempre en Israel. Dios está justo aquí, entre vosotros, hoy. Tampoco sigas mirando hacia el cielo. ¡Deja de anhelar a tu Dios del cielo! Él ha venido en medio de vosotros, ¿cómo podría, pues, estar en el cielo? No has creído en Dios durante mucho tiempo, pero tienes muchas nociones acerca de Él, hasta el punto de que no te atreves a pensar ni por un segundo que el Dios de los israelitas se dignaría a honraros con Su presencia. Menos aún os atrevéis a pensar sobre cómo podríais ver a Dios haciendo una aparición personal, dado lo insoportablemente inmundos que sois. Tampoco habéis pensado nunca en cómo podría Dios descender personalmente en una tierra gentil. Él debería hacerlo en el monte Sinaí o en el de los Olivos y aparecerse a los israelitas. ¿No son todos los gentiles (esto es, las personas de fuera de Israel) objeto de Su aborrecimiento? ¿Cómo podría Él obrar personalmente entre ellos? Todas estas son las nociones profundamente arraigadas que habéis desarrollado a lo largo de muchos años. El propósito de conquistaros hoy es desbaratarlas. De esta forma habéis visto a Dios apareciendo personalmente entre vosotros, no en el monte Sinaí ni en el de los Olivos, sino entre personas a las que nunca ha guiado en el pasado. Después de que Dios llevara a cabo Sus dos etapas de obra en Israel, israelitas y gentiles por igual llegaron a albergar esta noción: aunque es verdad que Él creó todas las cosas, sólo está dispuesto a ser el Dios de los israelitas, no el de los gentiles. Los israelitas creen lo siguiente: Dios sólo puede ser nuestro Dios, no el vuestro, gentiles, y como no veneráis a Jehová, Él —nuestro Dios— os aborrece. Esos judíos creen esto además: el Señor Jesús adoptó nuestra imagen de pueblo judío y es un Dios que lleva la marca de este pueblo. Él obra entre nosotros. Su imagen y la nuestra son parecidas; nuestra imagen es cercana a la de Dios. El Señor Jesús es nuestro Rey, el Rey de los judíos; los gentiles no están cualificados para recibir esa gran salvación. El Señor Jesús es la ofrenda por el pecado para nosotros, los judíos. Los israelitas y el pueblo judío se formaron estas muchas nociones basándose, simplemente, en esas dos etapas de la obra. Reclaman de forma autoritaria a Dios para sí mismos, no permitiendo que Él sea también el Dios de los gentiles. De esta forma, Él pasó a ser un vacío en los corazones de los gentiles. Esto se debe a que todos llegaron a creer que Él no quiere ser el Dios de los gentiles y que sólo le gustan los israelitas —Su pueblo escogido— y los judíos, especialmente los discípulos que lo siguieron. ¿No sabes que la obra que Jehová y Jesús hicieron es para la supervivencia de toda la humanidad? ¿Reconoces ahora que Dios es el Dios de todos vosotros, los nacidos fuera de Israel? ¿No está Dios justo aquí en medio de vosotros hoy? Esto no puede ser un sueño, ¿verdad? ¿No aceptáis esta realidad? No os atrevéis a creerlo o pensar en ello. Independientemente de cómo lo veáis, ¿no está Dios justo aquí en medio de vosotros? ¿Seguís teniendo miedo de creer estas palabras? Desde este día en adelante, ¿no son todas las personas conquistadas, y todos los que quieren ser seguidores de Dios, Su pueblo escogido? ¿No sois todos vosotros, que sois seguidores hoy, el pueblo escogido fuera de Israel? ¿No es vuestro estatus el mismo que el de los israelitas? ¿No deberíais reconocer todo esto? ¿No es esta la meta de la obra de conquistaros? Ya que podéis ver a Dios, Él será vuestro Dios para siempre, desde el principio y hasta el futuro. Él no os abandonará, siempre y cuando todos vosotros estéis dispuestos a seguirle y ser Sus creaciones leales y obedientes.

Independientemente de cuán fuerte sea su determinación presente de amar a Dios, el hombre se ha vuelto en general obediente y ha seguido hasta hoy. No será hasta el final, cuando concluya esta etapa de la obra, que este se arrepienta totalmente. Ahí es cuando las personas serán conquistadas realmente. Ahora sólo están en el proceso de ser conquistadas. En el momento en que la obra concluya, serán conquistadas completamente, ¡pero no ahora! Aunque todos estén convencidos, eso no significa que hayan sido totalmente conquistados. Esto se debe a que actualmente las personas sólo han visto palabras y no acontecimientos factuales, y siguen sintiéndose inseguras por muy profundamente que crean. Esta es la razón por la que sólo con ese último acontecimiento factual, que las palabras se hagan realidad, esas personas serán totalmente conquistadas. Justo ahora lo están siendo porque están oyendo de muchos misterios de los que nunca oyeron antes. Pero dentro de todas y cada una de ellas, siguen buscando y esperando algunos acontecimientos factuales que les permitan ver cada palabra de Dios actualizada. Sólo entonces estarán completamente convencidas. Sólo cuando, al final, todas hayan visto estas realidades factuales actualizadas, y las mismas hayan provocado que se sientan seguras, mostrarán convicción en su corazón, su habla, y sus ojos, y estarán totalmente convencidas desde el fondo de su corazón. Esta es la naturaleza del hombre. Necesitáis ver que todas las palabras se hagan realidad, que se produzcan algunos acontecimientos factuales y que el desastre sobrevenga a algunas personas, y entonces estaréis completamente convencidos en lo profundo de vuestro interior. Como los judíos, seguís dando una gran importancia a ver señales y milagros. Pero seguís sin ver que existen señales y milagros y que están ocurriendo realidades cuyo propósito es abriros mucho los ojos. Ya sea que alguien descienda del cielo, o que una columna de nubes os hable, o que Yo lleve a cabo un exorcismo sobre uno de vosotros, o que Mi voz truene entre vosotros, siempre habéis querido y siempre querréis ver esta clase de acontecimiento. Uno puede decir que al creer en Dios, vuestro mayor deseo es ver a Dios venir y mostraros personalmente una señal. Entonces estaréis satisfechos. Para conquistaros, tengo que llevar a cabo una obra parecida a la creación del mundo y añadir después una señal. Entonces, vuestro corazón será conquistador completamente.

De "La Palabra manifestada en carne"

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