miércoles, 6 de marzo de 2019

La sabiduría del hombre viene de Dios


“Y de la tierra Jehová Dios formó cada bestia del campo y cada ave del aire y los trajo a Adán para ver qué nombre les pondría; y el nombre que Adán le dio a cada criatura viviente es el nombre que llevan ahora. Adán dio nombre a todo ganado, a las aves del aire y a cada bestia del campo, [...]” (Génesis 2:19-20).

La palabra de Dios dice: “En esta parte de las escrituras hay algunas frases clave. Por favor, subrayadlos: ‘y el nombre que Adán le dio a cada criatura viviente es el nombre que llevan ahora’. ¿Quién dio entonces sus nombres a todas las criaturas vivientes? Fue Adán, no Dios. Esta frase le comunica una realidad a la humanidad: Dios le proporcionó inteligencia al hombre cuando lo creó. Es decir, la inteligencia del hombre vino de Dios. Esto es una certeza. ¿Pero por qué? Después de que Dios crease a Adán, ¿fue este a la escuela? ¿Sabía leer? Tras la creación de diversas criaturas vivientes, ¿reconoció Adán a todos estos animales? ¿Le dijo Dios cuáles eran sus nombres? Desde luego, Dios tampoco le enseñó qué nombres ponerles a aquellas criaturas. ¡Esa es la verdad! Entonces ¿cómo supo Él cómo darles sus nombres a estas criaturas vivientes y qué clase de nombres darles? Esto guarda relación con algo que Dios le añadió a Adán cuando lo creó. Los hechos demuestran que cuando Dios creó al hombre le añadió Su inteligencia”.
De “La Palabra manifestada en carne”

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