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miércoles, 15 de mayo de 2019

Estudios bíblicos | ¿De dónde viene la inteligencia del hombre?

Estudios bíblicos | ¿De dónde viene la inteligencia del hombre?
Había una pequeña chica la cual medía menos de cuatro pies de altura. Ella había estado pensando: Mi nombre fue dado por mi madre, el nombre de mi madre fue dado por mi abuela. Entonces, ¿Quién dio nombre a los animales? ¿Cómo supimos que el nombre de un venado es venado y que un conejo se llama conejo? Si los nombres de los animales también fueron dados por una persona, esta persona debe ser rica en conocimiento e inusualmente brillante. Si no, ¿Cómo podría esta persona haber dado nombres a tantos animales? ¿Quién fue? La pequeña chica no podía descifrarlo.

sábado, 23 de febrero de 2019

Películas cristianas en español | "No os metáis en mis asuntos" Escena 5 - La verdad revelada de la oposición de los fariseos a Dios


Películas cristianas en español | "No os metáis en mis asuntos" Escena 5 - La verdad revelada de la oposición de los fariseos a Dios


Li Qingxin: Las circunstancias son pésimas últimamente. ¡Debemos extremar las precauciones!
Hermano Qin, ¿está organizada toda la gente que va a vigilar?
Qin Ming: Sí, están todos listos. Esta vez he dispuesto que haya gente vigilando el cruce de entrada a la aldea.
Li Qingxin: Sí, bien hecho.
Qin Ming: Bien, vamos a entrar.
Li Qingxin: Hermana Dong, hermana Yang.
Dong Huimin: Hermana Li, ¿cómo estás?
Yang Jie: Sí.
Li Qingxin: Últimamente, desde que se enteraron de que habíamos aceptado a Dios Todopoderoso, el pastor y el anciano nos molestan sin cesar (Sí.)
Li Qingxin: y nos explican la Biblia continuamente. Aunque los refutemos y rechacemos, no paran.

domingo, 9 de diciembre de 2018

Testimonios Cristianos | La transformación de un hombre caído

Nací en el campo. Vine de una línea de humildes agricultores y, por si fuera poco, nuestra familia no era numerosa, por lo que a menudo éramos intimidados. Cuando yo tenía 13 años, hubo un niño que fue golpeado por alguien externo a nuestra aldea. Los aldeanos acusaron falsamente a mi padre de instigar tal hecho y dijeron que iban a registrar nuestra casa y confiscar nuestros bienes, quitarnos nuestros cerdos e incluso golpear a mi padre. También hubo un momento en que otro aldeano se adueñó de nuestra red de pesca y se la quedó como suya. Cuando mi padre fue a recuperarla, el aldeano de hecho golpeó a mi padre, amparándose en su propio poder e influencia. Mi padre simplemente tuvo que aguantar esto con humildad, ya que sabía que no tenía ni dinero ni poder. Mi madre nos dijo a mis hermanos y a mí que debíamos luchar por nosotros mismos en el futuro, y no vivir nunca una vida de opresión como esta. Como yo era joven y detestaba la injusticia en la sociedad, decidí que, en el futuro, me destacaría de la multitud, me ganaría su respeto y nunca sería oprimido. Así que estudié mucho, pero no era lo suficientemente inteligente y no pude entrar en ninguna universidad, así que opté por continuar mi desarrollo en el ejército y me alisté con facilidad por medio de algunos contactos.

jueves, 15 de noviembre de 2018

La palabra de Dios | Debéis entender la obra; ¡no sigáis confusamente!

En la actualidad hay muchas personas que creen de una manera confusa. Vuestra curiosidad es demasiado grande, vuestro deseo de buscar bendiciones es demasiado grande, y el de buscar la vida demasiado pequeño. Los creyentes en Jesús están, hoy en día, llenos de entusiasmo. Él les va a dar la bienvenida al hogar celestial, ¿cómo no van a creer? Algunas personas son creyentes toda su vida, otras durante más de veinte, cuarenta o cincuenta años; nunca se cansan de leer la Biblia. Esto se debe a que pase lo que pase, mientras crean, llegarán al cielo. Vosotros sólo habéis seguido a Dios a lo largo de esta senda durante unos pocos años; sin embargo, ya estáis con luchas y sin resistencia alguna, porque vuestro deseo de ganar bendiciones es demasiado fuerte. Recorréis este camino verdadero, dominados por vuestro deseo de obtener bendición y por la curiosidad de vuestro corazón. No tenéis mucho entendimiento de esta etapa de la obra. Gran parte de lo que estoy diciendo hoy no alude a esas personas que creen en Jesús; no es dicho en absoluto para únicamente contraatacar sus nociones. De hecho, estas nociones que se están exponiendo son las nociones mismas que existen entre vosotros, porque no entendéis por qué se ha dejado la Biblia, por qué digo que la obra de Jehová y la de Jesús han quedado viejas. En realidad, tenéis muchas nociones a las cuales no habéis dado voz. Tenéis muchas opiniones guardadas en vuestro corazón, y sólo seguís a la multitud. ¿Pensáis que las nociones que tenéis son pocas? Es sencillamente que no habláis de ellas, ¡y nada más! La verdad es que sólo estáis siguiendo de manera superficial, sin buscar en absoluto el camino verdadero, y no venís intencionalmente a obtener vida. Vuestra actitud es tan sólo querer ver qué pasará. Como no habéis dejado muchas de vuestras viejas nociones, nadie de entre vosotros ha sido capaz de ofrecerse por completo. Una vez llegados a este punto, seguís todos preocupados por vuestro destino, pensáis día y noche, y nunca sois capaces de dejarlo. ¿Piensas que los fariseos de quienes hablo son los “viejos hombres” de la religión? ¿No sois vosotros representantes de los fariseos más progresistas de la era presente? ¿Piensas que esas personas a las que menciono, quienes me cotejan con la Biblia sólo se refieren a esos expertos bíblicos de los círculos religiosos? ¿Piensas que cuando hablo de quienes clavan una vez más a Dios en la cruz estoy aludiendo a los líderes de los círculos religiosos? ¿No sois vosotros los mejores actores que interpretáis esos papeles? ¿Piensas que todas las palabras que pronuncio para contraatacar las nociones de las personas se burlan de los pastores y de los ancianos de la religión? ¿No habéis tomado parte también en todas estas cosas? ¿Piensas que sólo tienes algunas nociones? Tan sólo es que ahora todos habéis aprendido a ser muy inteligentes. No habláis de las cosas que no entendéis ni traicionáis vuestros sentimientos sobre ellas, sino que vuestro corazón de reverencia y vuestro corazón de sumisión sencillamente no existen. A vuestro modo de ver, estudiar, observar y esperar son vuestras mayores prácticas hoy. Habéis aprendido a ser demasiado inteligentes. ¿Sabéis, sin embargo, que esta es una astuta psicología vuestra? ¿Pensáis que un momento de astucia por vuestra parte os ayudará a escapar del castigo eterno? ¡Habéis aprendido a ser demasiado “sabios”! Y algunas personas me preguntan cosas como: “Un día, cuando las personas religiosas me pregunten: ‘¿Por qué no ha realizado tu Dios ni un solo milagro?’, ¿cómo debería explicarlo?”. Y no serán únicamente las personas de la religión quienes pregunten tales cosas. Es, más bien, que tú no entiendes la obra de hoy, y tienes demasiadas nociones. ¿Sigues sin saber a quién me refiero cuando menciono a los oficiales religiosos? ¿No sabes para quién explico la Biblia? ¿No sabes para quién hablo cuando ilustro las tres etapas de la obra? Si no dijera estas cosas, ¿os convenceríais con tanta facilidad? ¿Cederíais tan fácilmente? ¿Os resulta tan fácil dejar de lado esas viejas nociones vuestras? Especialmente esos “hombres de verdad”, que nunca han obedecido a nadie, ¿obedecerían tan fácilmente? Sé que aunque tenéis una humanidad de bajo nivel, sois de un calibre muy bajo, tenéis un cerebro poco desarrollado, y no tenéis una larga historia de creencia en Dios, en realidad poseéis muchas nociones, y vuestra naturaleza inherente es no someteros a nadie a la ligera. Sin embargo, hoy sois capaces de someteros, porque se os obliga y porque estáis indefensos; sois tigres en una jaula de hierro, incapaces de dar rienda suelta a vuestras habilidades. Sería difícil volar aunque tuvierais alas. Aunque no se os dan bendiciones, estáis dispuestos a seguir. Este no es vuestro espíritu de “hombre bueno”, sino más bien que os han derribado por completo, y estáis desesperados. Toda esta obra os ha derrumbado. Si fuerais capaces de alcanzar alguna cosa, no seríais tan obedientes como hoy porque, antes, todos erais asnos salvajes del desierto. De modo que lo que se ha dicho hoy no sólo va dirigido a personas de diversas facciones religiosas ni tampoco es un contraataque a sus nociones; más bien es luchar contra vuestras nociones.

domingo, 28 de octubre de 2018

La palabra de Dios | La visión de la obra de Dios (1)

Juan trabajó siete años para Jesús, y había allanado el camino cuando este llegó. Antes de ello, el evangelio del reino de los cielos predicado por Juan se oyó por todo el territorio, de forma que se difundió a lo largo de Judea, y todos lo llamaron profeta. En aquella época, el rey Herodes deseaba matar a Juan, pero no se atrevía a hacerlo, porque el pueblo lo tenía en alta consideración, y el monarca temía que se rebelaran contra él. La obra realizada por Juan se arraigó entre la gente del común, e hizo creyentes de los judíos. Durante siete años allanó el camino para Jesús, justo hasta el momento en el que este comenzó a desarrollar Su ministerio. Así, Juan fue el mayor de todos los profetas. Jesús sólo comenzó Su obra oficial después del encarcelamiento de Juan. Antes de él, nunca había existido un profeta que allanase el camino para Dios, porque antes de Jesús, Dios nunca se había hecho carne. Por tanto, de todos los profetas hasta Juan, él fue el único que abrió el camino para Dios encarnado, y de esta forma Juan pasó a ser el mayor profeta del Antiguo y Nuevo Testamentos. Juan comenzó a difundir el evangelio del reino de los cielos siete años antes del bautismo de Jesús. Para las personas, la obra que hizo parecía estar por encima de la posterior realizada por Jesús, pero él era, sin embargo, sólo un profeta. No trabajaba ni hablaba en el templo, sino en las ciudades y aldeas fuera del mismo. Lo hizo, por supuesto, en medio de la nación judía, particularmente entre los pobres. Raramente entró en contacto con personas de los escalones superiores de la sociedad, difundiendo el evangelio solamente entre las personas ordinarias de Judea con el fin de preparar a las personas adecuadas para el Señor Jesús, y los lugares apropiados para que Él pudiera obrar. Con un profeta como Juan para allanar el camino, el Señor Jesús pudo emprender directamente Su camino a la cruz tan pronto como llegó. Cuando Dios se hizo carne para realizar Su obra, no tuvo que ocuparse de escoger a personas ni necesitó buscar personalmente a nadie, y tampoco un lugar en el que trabajar. No realizó ese trabajo cuando vino; la persona correcta ya lo había preparado para Él antes de que llegara. Juan ya había realizado esta obra antes de que Jesús iniciara Su obra, porque cuando Dios encarnado llegó a realizar Su obra, fue directamente a trabajar en aquellos que le habían estado aguardando mucho tiempo. Jesús no había venido a realizar la obra del hombre ni la de rectificación que recaía sobre este. Él sólo había venido a desempeñar el ministerio que debía desempeñar, y todo lo demás no tenía relación con Él. Cuando Juan vino, no hizo otra cosa que sacar del templo y de entre los judíos a un grupo de los que aceptaron el evangelio del reino de los cielos, a fin de que pudieran convertirse en los objetos de la obra del Señor Jesús. Juan trabajó durante siete años, es decir, difundió el evangelio durante ese tiempo. No llevó a cabo muchos milagros, porque su obra consistía en allanar el camino, era el trabajo de preparación. Toda la obra restante, la que Jesús iba a realizar, no guardaba relación con él; él sólo le pedía al hombre que confesara sus pecados y se arrepintiera, y bautizaba a las personas, de forma que pudieran ser salvos. Aunque hizo una nueva obra y abrió una senda que el hombre nunca antes había transitado, seguía únicamente allanando el camino para Jesús. Era simplemente un profeta que hizo la obra de preparación, incapaz de llevar a cabo la de Jesús. Aunque este no fue el primero en predicar del evangelio del reino de los cielos, y aunque continuó a lo largo de la senda en la que Juan se había embarcado, seguía sin haber nadie más que pudiera hacer Su obra, que estaba por encima de la de Juan. Jesús no podía preparar Su propio camino; Su obra se llevaba a cabo directamente en nombre de Dios. Por tanto, independientemente de los años que Juan trabajara, seguía siendo un profeta, y uno que allanaba el camino. Los tres años de obra realizada por Jesús sobrepasaron los siete de Juan, porque la esencia de Su obra no era la misma. Cuando Jesús comenzó a desempeñar Su ministerio, que es también cuando la obra de Juan llegó a su fin, este había preparado a suficientes personas y lugares para que el Señor Jesús los usase, y bastaron para que Él iniciara tres años de obra. Así pues, tan pronto como la obra de Juan terminó, el Señor Jesús comenzó oficialmente Su propia obra, y las palabras habladas por Juan se dejaron de lado. Esto se debe a que la obra realizada por Juan sólo tuvo lugar en aras de la transición, y sus palabras no fueron las de vida que llevarían al hombre a un nuevo crecimiento; en última instancia, sus palabras sólo tenían un uso temporal.

sábado, 20 de octubre de 2018

La palabra de Dios | Todos los que no conocen a Dios son los que se oponen a Él



Para comprender el propósito de la obra de Dios, el efecto que debe lograr en el hombre, y la voluntad de Dios hacia el hombre, esto es lo que cada hombre que sigue a Dios debería conseguir. Ahora lo que les falta a todos los hombres es el conocimiento de la obra de Dios. El hombre no comprende ni entiende exactamente qué constituyen los hechos de Dios en el hombre, toda Su obra, y Su voluntad desde la creación del mundo. Esta deficiencia no se ve simplemente a lo largo del mundo religioso, sino además en todos los creyentes de Dios. Cuando llegue el día en que contemples verdaderamente la sabiduría de Dios y seas consciente de ella; cuando veas todos los hechos de Dios y reconozcas qué es y tiene Él; cuando veas Su abundancia, sabiduría, maravilla, y toda Su obra en el hombre, entonces es cuando habrás alcanzado la fe exitosa en Dios. Cuando se dice que Él lo engloba todo y en abundante en gran manera, ¿qué quiere decirse con que lo engloba todo? ¿Y con la abundancia? Si no entiendes esto, entonces no se te puede considerar un creyente de Dios. ¿Por qué digo que los del mundo religioso no creen en Dios y son hacedores de maldad, que son de la misma clase que el diablo? Cuando digo que son hacedores de maldad, es porque no entienden la voluntad de Dios ni ven Su sabiduría. Dios nunca les revela Su obra; son hombres ciegos, que no ven los hechos de Dios. Son los abandonados por Él y que no poseen Su cuidado y Su protección, mucho menos la obra del Espíritu Santo. Los que no tienen la obra de Dios son hacedores de maldad y se oponen a Dios. Los que digo que se oponen a Él son los que no lo conocen, los que lo reconocen con palabras vacías pero no lo conocen, los que siguen a Dios pero no le obedecen, y los que se deleitan en la gracia de Dios pero no pueden ser testigos suyos. Sin un entendimiento del propósito de la obra de Dios y de esta en el hombre, este no puede ser conforme al corazón de Dios, y no puede ser testigo suyo. La razón por la que el hombre se opone a Dios brota, por un lado, del carácter corrupto del hombre, y por otro, de la ignorancia de Él y la falta de entendimiento de los principios de Su obra y Su voluntad hacia el hombre. Estos dos aspectos se combinan en una historia de la resistencia del hombre a Dios. Los nuevos en la fe se oponen a Dios porque tal oposición reside en su naturaleza, mientras la oposición contra Dios de aquellos con muchos años en la fe resulta de su ignorancia de Dios, además de su carácter corrupto. En la época anterior a que Dios se hiciera carne, la medida de si un hombre se oponía a Dios era si guardaba los decretos establecidos por Dios en el cielo. Por ejemplo, en la Era de la Ley, cualquiera que no guardara las leyes de Jehová se oponía a Él; y cualquiera que robara las ofrendas a Jehová, y resistiera a los favorecidos por Jehová también lo hacía, y sería apedreado hasta la muerte; cualquiera que no respetara a su padre y a su madre, y cualquiera que golpeara o maldijera a otro no guardaba las leyes. Y todos los que no guardaran las leyes de Jehová estaban contra Él. Esto ya no fue así en la Era de la Gracia, cuando cualquiera que estuviera contra Jesús estaba contra Dios, y cualquiera que no obedeciera las palabras pronunciadas por Jesús estaba contra Dios. En esta era, la determinación de la “oposición a Dios” se volvió más claramente definida y más real. En la época en la que Dios no se había hecho carne, la medida de si un hombre se oponía a Él se basaba en si lo adoraba o no, y en si miraba o no al Dios invisible en el cielo. La definición de “oposición a Dios” en esa época no era tan real, porque entonces el hombre no podía ver a Dios ni conocer Su imagen, ni saber cómo obraba y hablaba. El hombre no tenía noción alguna de Dios y creía en Él en la vaguedad, porque Él no se había aparecido al hombre. Por tanto, como el hombre creía en Dios en sus imaginaciones, Él no lo condenaba ni le pedía mucho, porque el hombre no podía verlo en absoluto. Cuando Dios se hace carne y viene a obrar entre los hombres, todos lo miran y oyen Sus palabras, y todos ven Sus hechos en la carne. En ese momento, todos los conceptos del hombre quedan reducidos a espuma. Y para aquellos que ven al Dios que aparece en la carne, todos los que tienen obediencia en sus corazones no serán condenados, mientras que los que están contra Él intencionadamente se considerarán oponentes de Dios. Tales hombres son anticristos y enemigos que están deliberadamente contra Él. Los que tienen nociones relativas a Dios pero obedecen alegremente no serán condenados. Él condena al hombre sobre la base a sus propósitos y acciones, nunca por sus pensamientos e ideas. Si el hombre fuera condenado sobre esa base, nadie podría entonces escapar de las manos iracundas de Dios. Los que están voluntariamente contra el Dios encarnado serán castigados por su desobediencia. Su oposición voluntaria a Dios brota de sus conceptos sobre Él, que resultan en su interrupción de la obra de Dios. Tales hombres resisten y destruyen la misma a sabiendas. No sólo tienen conceptos sobre Él, sino que hacen aquello que interrumpe Su obra, y es por esta razón que ese tipo de hombres será condenado. Los que no se involucran en la interrupción voluntaria de la obra no serán condenados como pecadores, porque son capaces de obedecer deliberadamente y no causar trastornos ni interrupciones. Tales hombres no serán condenados. Sin embargo, cuando los hombres han experimentado muchos años de la obra de Dios, si siguen albergando sus conceptos de Él y siguen siendo incapaces de conocer la obra del Dios encarnado, y a pesar de muchos años de experiencia, continúan aferrándose a muchos conceptos sobre Dios y siguen siendo incapaces de llegar a conocerlo, aunque no causan problemas con tantos conceptos de Dios en sus corazones, e incluso si tales conceptos no se revelan, esos hombres no sirven para la obra de Dios. Son incapaces de predicar el evangelio o mantenerse firme en el testimonio de Dios; no sirven para nada y son imbéciles. Como no conocen a Dios y son incapaces de desechar sus conceptos de Él, están condenados. Puede decirse así: no es poco común para los nuevos en la fe tener conceptos de Dios o no conocer nada de Él, pero es anormal que aquellos que han creído durante muchos años y experimentado mucho de la obra de Dios tengan tales conceptos, y mucho más que no tengan un conocimiento de Él. Que tales hombres sean condenados es una consecuencia de semejante estado anormal. Esos hombres anormales no sirven para nada; son los que más se oponen a Dios y han disfrutado de Su gracia en vano. ¡Todos esos hombres serán eliminados al final!