Si el hombre puede entrar verdaderamente en conformidad con la obra del Espíritu Santo, su vida brotaría con rapidez como un retoño de bambú después de la lluvia de primavera. A juzgar por la estatura corriente de la mayoría de las personas, nadie le concede importancia a la vida. En vez de ello, consideran relevantes algunos asuntos superficiales intrascendentes. O van a toda prisa de aquí para allá, y trabajan sin objetivo y al azar, sin enfoque, sin saber adónde dirigirse y mucho menos para quien. Se limitan a “ocultarse con humildad”. La verdad es que pocos de vosotros conocen las intenciones de Dios para los últimos días. Algunos apenas distinguen las huellas de Dios, y son menos aun los que están al corriente del cuál será el logro máximo de Dios. No obstante, por pura fuerza de voluntad, todos aceptan la disciplina y el trato de los demás, como si se remangaran para entrar en acción[a] y esperaran el día en que por fin lo consigan y puedan relajarse. No ofreceré ningún comentario sobre estos “portentos” entre las personas, pero hay un asunto que todos debéis entender. En estos momentos, el ser humano está progresando hacia la anormalidad;[b] sus pasos de entrada ya se dirigen hacia un punto muerto.[c] Tal vez muchos crean que este es el “Shangri-La” que el hombre anhela, creyendo que es el “lugar de libertad”. En realidad, no lo es. O se podría decir que las personas ya se han extraviado. Pero, independientemente de lo que las personas estén haciendo, sigo queriendo hablar respecto a aquello en lo que debería entrar el hombre. Los méritos y las deficiencias de las multitudes no son el tema principal de este discurso. Espero que todos los hermanos y hermanas sean capaces de recibir Mis palabras de forma pura y precisa, y no malinterpreten Mi propósito.
Dios está encarnado en el continente chino, lo que los compatriotas de Hong Kong y Taiwán llaman el interior. Cuando Dios descendió de lo alto a la tierra, nadie lo supo en el cielo ni aquí abajo, porque este es el verdadero significado de que Dios regrese de un modo oculto. Durante largo tiempo ha estado obrando en la carne y viviendo, aunque nadie se ha enterado. Incluso hasta el día de hoy, nadie lo reconoce. Tal vez seguirá siendo un enigma eterno. Esta vez, la venida de Dios en carne no es algo de lo que cualquiera pueda ser consciente. Independientemente de que la obra del Espíritu sea a gran escala y poderosa, Dios siempre mantiene la compostura, sin delatarse nunca. Se puede decir que es como si esta etapa de Su obra se está llevando a cabo en el ámbito celestial. Aunque sea algo perfectamente obvio para todos, nadie lo reconoce. Cuando Dios acabe esta etapa de Su obra, todos despertarán de su largo sueño y revertirán su actitud del pasado.[d] Recuerdo que Dios dijo una vez: “Venir esta vez a la carne es como caer en la guarida del tigre”. Lo que esto significa es que, al ocurrir que en esta ronda de la obra de Dios Él haya venido en carne y haya nacido en la morada del gran dragón rojo, Su venida a la tierra esta vez está acompañada por peligros extremos. Se enfrenta a cuchillos, pistolas y porras; a la tentación; a multitudes con miradas asesinas. Se arriesga a que lo maten en cualquier momento. Dios vino con ira. Sin embargo, vino para realizar la obra de perfección, con la intención de llevar a cabo la segunda parte de Su obra que sigue después de la obra redentora. Por el bien de esta etapa de Su obra, Dios ha dedicado Su mayor pensamiento y cuidado, y está usando todos los medios concebibles para evitar los asaltos de la tentación, ocultándose con humildad y sin alardear jamás de Su identidad. Al rescatar al hombre de la cruz, Jesús sólo estaba cumpliendo la obra de redención; no estaba realizando la obra de perfección. Así, sólo se estaba llevando a cabo la mitad de la obra de Dios, y acabar la obra redentora sólo fue la mitad de la totalidad de Su plan. Cuando la nueva era estaba a punto de empezar y la vieja se desvanecía, Dios Padre empezó a reflexionar sobre la segunda parte de Su obra y a prepararse para ella. En el pasado, esta encarnación de los últimos días puede no haber sido profetizada y, por tanto, esto estableció el cimiento para el secretismo incrementado que rodea esta vez la venida de Dios en carne. Al amanecer, sin que nadie lo supiera, Dios vino a la tierra e inició Su vida en la carne. Las personas fueron totalmente inconscientes de ese momento. Quizás estaban todos dormidos; tal vez muchos de los que estaban despiertos y vigilantes esperaban, y es posible que muchos estuvieran orando en silencio a Dios en el cielo. Sin embargo, entre toda esta cantidad de personas, nadie supo que Dios ya había llegado a la tierra. Él obró así para llevar a cabo Su obra sin contratiempos y lograr mejores resultados, y también para evitar más tentaciones. Cuando se rompa el sueño primaveral del hombre, la obra de Dios llevará ya mucho tiempo acabada y Él se marchará, poniendo fin a Su vida de ambular por la tierra y residir en ella. Ya que la obra de Dios requiere que Él actúe y hable personalmente, y porque el hombre no tiene forma de ayudar, Dios ha soportado un dolor extremo para venir a la tierra a hacer Él mismo la obra. El ser humano es incapaz de sustituir a Dios en Su obra. Por tanto, Él corrió peligros varios millares de veces mayores que los de la Era de la Gracia, para bajar donde mora el gran dragón rojo y hacer Su propia obra, poner todo este pensamiento y cuidado en redimir a este grupo de gente empobrecida, redimiendo a estas personas que estaban tapadas por una montaña de estiércol. Aunque nadie sepa de la existencia de Dios, a Él no le preocupa, porque beneficia en gran manera a Su obra. Todos son atrozmente malvados, así que ¿cómo puede alguien tolerar la existencia de Dios? Por ello, Dios está siempre callado en la tierra. Independientemente de lo excesivamente cruel que es el hombre, Dios no se lo toma a pecho, sino que sigue haciendo la obra que necesita realizar para cumplir la mayor comisión que el Padre celestial le dio. ¿Quién de entre vosotros ha reconocido la hermosura de Dios? ¿Quién muestra más consideración por la carga de Dios Padre que Su Hijo? ¿Quién es capaz de entender la voluntad de Dios Padre? En el cielo, el Espíritu de Dios Padre está a menudo preocupado, y Su Hijo en la tierra ora con frecuencia sobre la voluntad de Dios Padre, con una preocupación que hace pedazos Su corazón. ¿Hay alguien que conozca el amor de Dios Padre por Su Hijo? ¿Alguien sabe cuánto echa de menos el Hijo amado a Dios Padre? Sin poder decidir entre el cielo y la tierra, ambos están constantemente mirando de manera fija al otro desde lejos, uno al lado del otro en Espíritu. ¡Oh humanidad! ¿Cuándo tendréis en consideración el corazón de Dios? ¿Cuándo comprenderéis Su intención? El Padre y el Hijo siempre han dependido el uno del otro. ¿Por qué deberían separarse, uno arriba, en el cielo, y el otro abajo, en la tierra? El Padre ama a Su Hijo así como el Hijo ama a Su Padre. ¿Por qué debería tener que esperar, pues, con tantos anhelos y suspirar con tanta angustia? Aunque no han estado separados durante largo tiempo, ¿sabe alguien que el Padre ya ha estado añorando, angustiado, durante tantos días y noches, y hace mucho que espera el rápido regreso de Su amado Hijo? Observa, está sentado en silencio, espera. Todo es por el pronto retorno de Su amado Hijo. ¿Cuándo volverá a estar con el Hijo que está vagando por la tierra? Aunque una vez juntos, lo estarán por toda la eternidad, ¿cómo puede Él soportar los miles de días y noches de separación, el uno arriba, en el cielo, y el otro abajo en la tierra? Decenas de años en la tierra son como miles de años en el cielo. ¿Cómo podría Dios Padre no preocuparse? Cuando Dios viene a la tierra, experimenta las muchas vicisitudes del mundo humano exactamente igual que el hombre. Dios mismo es inocente, de modo que ¿por qué permitir que sufra el mismo dolor que el hombre? No es de sorprender que Dios Padre anhele con tanta urgencia a Su Hijo; ¿quién puede entender el corazón de Dios? Él le ha dado demasiado al hombre; ¿cómo puede el hombre corresponderle suficientemente al corazón de Dios? Con todo, el ser humano le da muy poco a Dios; ¿cómo podría Él, pues, no preocuparse?
Apenas uno de entre los hombres entiende la urgencia del corazón de Dios, porque el calibre de las personas es demasiado bajo y su sensibilidad espiritual bastante apagada, y porque ninguno lo nota ni presta atención a lo que Dios está haciendo. De modo que Dios sigue preocupándose por el hombre, como si la naturaleza animal de este pudiera estallar en cualquier momento. Esto demuestra, además, que la venida de Dios a la tierra va acompañada por grandes tentaciones. Pero por el bien de completar a un grupo de personas, Dios, colmado de gloria, puso al hombre al tanto de todas Sus intenciones, sin esconder nada. Ha decidido firmemente completar a este grupo. Por tanto, haya dificultad o tentación, Él mira hacia otro lado y lo pasa todo por alto. Él se limita a hacer Su propia obra en silencio, creyendo firmemente que un día, cuando Dios haya obtenido gloria, el hombre le conocerá, y creyendo que cuando el hombre haya sido completado por Dios entenderá por completo Su corazón. Ahora mismo puede haber personas que estén tentando a Dios, malinterpretándolo o culpándolo; Él no se toma nada de esto en serio. Cuando Él descienda en gloria, todas las personas entenderán que todo lo que Dios hace es por el bienestar de la humanidad, y comprenderán que todo es para que el hombre pueda sobrevivir mejor. La venida de Dios está acompañada por las tentaciones, y Dios también viene con majestad e ira. Para cuando Dios deje al hombre, ya habrá ganado gloria, y se marchará cargado al máximo de gloria y con el gozo del regreso. El Dios que obra en la tierra no se toma las cosas a pecho, por mucho que las personas lo rechacen. Él sólo está haciendo Su obra. Dios creó el mundo y esto se remonta a miles de años; ha venido a la tierra a realizar una cantidad inconmensurable de obra y ha experimentado por completo el rechazo y la difamación del mundo humano. Nadie celebra la llegada de Dios; todo el mundo simplemente lo mira con frialdad. En el transcurso de estos varios miles de años de dificultades, la conducta del hombre desde hace mucho tiempo ha hecho pedazos el corazón de Dios. Ya no presta atención a la rebeldía de las personas, sino que en su lugar elabora un plan aparte para transformar y purificar al hombre. La burla, la calumnia, la persecución, la tribulación, el sufrimiento de la crucifixión, la exclusión por parte del hombre, etc. que Dios ha experimentado en la carne: Él ha probado bastante de todo esto. Dios en la carne ha sufrido a fondo las miserias del mundo humano. Hace mucho que, en el cielo, para el Espíritu de Dios Padre estas visiones fueron insoportables y echó Su cabeza hacia atrás y cerró los ojos, esperando que Su amado Hijo regresara. Lo único que quiere es que todas las personas escuchen y obedezcan, sean capaces de sentir gran vergüenza ante Su carne y no se rebelen contra Él. Lo único que desea es que todos crean que Dios existe. Hace tiempo que dejó de hacer grandes exigencias al hombre, porque Dios ha pagado un precio demasiado alto, mientras el ser humano descansa tranquilo,[e] no tomándose Su obra en serio.
Aunque lo que estoy exponiendo hoy sobre la obra de Dios está lleno de muchas “palabras sin base”,[f] tiene una gran relevancia para la entrada del hombre. Yo sólo estoy expresando algo sobre la obra, y después algo respecto a la entrada, pero ningún aspecto es dispensable y, cuando se combinan, estos dos aspectos son incluso más beneficiosos para la vida del hombre. Ambos aspectos son complementarios[g] y, en gran manera, beneficiosos, pues provocan que las personas entiendan más la voluntad de Dios y promueven la relación de las personas con Dios. Por medio del discurso de hoy sobre la “obra”, la relación de las personas con Dios mejora más, el entendimiento mutuo se profundiza, y el hombre es capaz de prestar una mayor consideración y cuidado a la carga de Dios; el hombre puede sentir lo que Dios siente, tener más confianza en que Dios lo cambie, y esperar que este reaparezca. Esta es la única exigencia de Dios al hombre hoy: vivir la imagen de alguien que ama a Dios, de forma que la luz de la cristalización de la sabiduría de Dios destelle en la era de las tinieblas, y que el vivir del hombre deje atrás una página radiante en la obra de Dios, siempre brillando en el Oriente, que llame la atención del mundo y la admiración de todos. Esta, con toda seguridad, es la mejor entrada para quienes aman a Dios hoy.
De "La Palabra manifestada en carne"
Leer más: Obra y entrada (1)
Notas al pie:
a. “Se remangaran para entrar en acción” se dice de forma burlona.
b. “Anormalidad” indica que la entrada de las personas está desviada y sus experiencias son unilaterales.
c. “Punto muerto” indica que las personas transitan por una senda antitética a la voluntad de Dios.
d. “Revertirán su actitud del pasado” alude a cómo cambian las concepciones y las opiniones de las personas respecto a Dios una vez que lo conocen.
e. “Descansa tranquilo” indica que a las personas no les preocupa la obra de Dios ni la consideran importante.
f. “Palabras sin base” indica que las personas son fundamentalmente incapaces de entender la fuente de las palabras que se pronuncian. No saben lo que se está diciendo. Esta frase se usa irónicamente.
g. “Complementarios” indica que si dos aspectos de la “obra” y la “entrada” se combinan en comunión, esto es de mayor beneficio para nuestro conocimiento de Dios.
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