He dicho tantas veces que la obra de Dios de los últimos días es para alterar el espíritu de cada persona y cambiar su alma, de manera que su corazón, que ha sufrido un gran trauma, sea reformado, y rescatar así su alma tan profundamente dañada por el mal; esto es para despertar el espíritu de las personas, para descongelar su frío corazón y permitirles ser rejuvenecidos. Esta es la mayor voluntad de Dios. Dejad a un lado la conversación respecto a lo noble y lo profundo de la vida y las experiencias del hombre; cuando el corazón de las personas haya sido despertado, cuando hayan sido despertados de sus sueños, y conozcan por completo el daño forjado por el gran dragón rojo, la obra del ministerio de Dios habrá concluido. El día en que Su obra acabe, también será cuando el hombre empiece oficialmente a recorrer la senda correcta de la creencia en Dios. En ese momento, el ministerio de Dios habrá llegado a su fin: la obra del Dios encarnado habrá acabado por completo; el hombre empezará a desempeñar, oficialmente, el deber que debería realizar: llevará a cabo su ministerio. Estos son los pasos de la obra de Dios. Debéis, pues, buscar a tientas vuestra senda para entrar basándoos sobre el fundamento de conocer estas cosas. Todo esto es lo que debéis comprender. La entrada del hombre sólo mejorará cuando se hayan producido cambios en lo profundo de su corazón, porque la obra de Dios es la salvación completa del hombre —ese que ha sido redimido, que sigue viviendo bajo las fuerzas de oscuridad, y que nunca se ha despertado— de este lugar de reunión de los demonios. Esto es para que el hombre pueda ser liberado del pecado a lo largo de los siglos, sea amado por Dios, abata por completo al gran dragón rojo, establezca el reino de Dios y traiga un pronto reposo a Su corazón. Es para desahogar, sin reservas, el odio que hincha vuestro pecho; para erradicar esos gérmenes mohosos, para permitiros que dejéis esta vida que no es distinta a la de un buey o un caballo; que no seáis más esclavos, que el gran dragón rojo deje de pisotearos y de daros órdenes de manera arbitraria; ya no perteneceréis a esta nación fracasada ni al abyecto gran dragón rojo; ya no os esclavizará más. Con seguridad, Dios hará pedazos el nido de los demonios, y estaréis al lado de Dios; le pertenecéis a Él y no a este imperio de esclavos. Hace mucho que Dios aborrece a esta oscura sociedad con todas Sus fuerzas. Rechina los dientes, desesperado por plantar Sus pies sobre esta perversa y odiosa serpiente antigua, para que nunca más se levante y no vuelva a maltratar más al hombre. No disculpará sus actos del pasado, no tolerará que engañe al hombre, ajustará cuentas por cada uno de sus pecados a lo largo de los siglos; Dios no será benévolo en lo más mínimo hacia este cabecilla de todo mal;[1] lo destruirá por completo.
Durante miles de años, esta ha sido la tierra de la suciedad; es insoportablemente sucia, la miseria abunda, los fantasmas vagan por cada esquina; timan, engañan, y hacen acusaciones sin razón;[2] son despiadados y crueles, pisotean esta ciudad fantasma y la dejan plagada de cadáveres; el hedor de la putrefacción cubre la tierra e impregna el aire; está fuertemente custodiada.[3] ¿Quién puede ver el mundo más allá de los cielos? El diablo ata firmemente todo el cuerpo del hombre, le ciega los dos ojos y sella sus labios bien apretados. El rey de los diablos se ha desbocado durante varios miles de años, hasta el día de hoy, cuando sigue custodiando de cerca la ciudad fantasma, como si fuera un “palacio de demonios” impenetrable. Esta manada de perros guardianes mira, mientras tanto, fijamente con ojos resplandecientes, profundamente temerosa de que Dios la pille desprevenida, los aniquile a todos, y los deje sin un lugar de paz y felicidad. ¿Cómo podría la gente de una ciudad fantasma como esta haber visto alguna vez a Dios? ¿Han disfrutado alguna vez de la amabilidad y del encanto de Dios? ¿Qué apreciación tienen de los asuntos del mundo humano? ¿Quién de ellos puede entender la anhelante voluntad de Dios? Poco sorprende, pues, que el Dios encarnado permanezca totalmente escondido: en una sociedad oscura como esta, donde los demonios son inmisericordes e inhumanos, ¿cómo podría el rey de los diablos, que mata a las personas en un abrir y cerrar de ojos, tolerar la existencia de un Dios hermoso, bondadoso y además santo? ¿Cómo podría aplaudir y vitorear Su llegada? ¡Esos lacayos! Devuelven odio por amabilidad, han desdeñado a Dios desde hace mucho tiempo, lo han maltratado, son en extremo salvajes, no tienen el más mínimo respeto por Dios, roban y saquean, han perdido toda conciencia, no tienen rastro de amabilidad, y tientan a los inocentes para que sean insensibles. ¿Antepasados de lo antiguo? ¿Amados líderes? ¡Todos ellos se oponen a Dios! ¡Su intromisión ha dejado todo lo que está bajo el cielo en un estado de oscuridad y caos! ¿Libertad religiosa? ¿Los derechos legítimos y los intereses de los ciudadanos? ¡Todos son trucos para tapar el pecado! ¿Quién ha apoyado la obra de Dios? ¿Quién ha dado su vida o derramado su sangre por la obra de Dios? Y es que, una generación tras otra, de padres a hijos, el hombre esclavizado ha esclavizado sin miramientos a Dios, ¿cómo no incitaría esto a la furia? Miles de años de odio están concentrados en el corazón, milenios de pecaminosidad están grabados en el corazón; ¿cómo no podría esto infundir odio? ¡Venga a Dios, extingue por completo Su enemistad, no permitas que siga más tiempo fuera de control, que provoque más problemas como desea! Ahora es el momento: el hombre lleva mucho tiempo reuniendo todas sus fuerzas; ha dedicado todos sus esfuerzos, ha pagado todo precio por esto, para arrancarle la cara odiosa a este demonio y permitir a las personas, que han sido cegadas y han soportado todo tipo de sufrimiento y dificultad, que se levanten de su dolor y le vuelvan la espalda a este viejo diablo maligno. ¿Por qué levantar un obstáculo tan impenetrable a la obra de Dios? ¿Por qué emplear diversos trucos para engañar a la gente de Dios? ¿Dónde están la verdadera libertad y los derechos e intereses legítimos? ¿Dónde está la justicia? ¿Dónde está el consuelo? ¿Dónde está la cordialidad? ¿Por qué usar intrigas engañosas para embaucar al pueblo de Dios? ¿Por qué usar la fuerza para suprimir la venida de Dios? ¿Por qué no permitir que Dios vague libremente por la tierra que creó? ¿Por qué acosan a Dios hasta que no tenga donde reposar Su cabeza? ¿Dónde está la calidez entre los hombres? ¿Dónde está la acogida entre la gente? ¿Por qué causar un ansia tan desesperada en Dios? ¿Por qué hacer que Dios llame una y otra vez? ¿Por qué obligar a Dios a que se preocupe por Su amado Hijo? ¿Por qué esta oscura sociedad y sus tristes perros guardianes no permiten que Dios venga y vaya libremente por el mundo que Él creó? ¿Por qué no entiende el hombre, que vive en medio de dolor y sufrimiento? Por vuestro propio bien, Dios ha padecido gran tormento, con enorme dolor os ha dado a Su amado Hijo, Su carne y Su sangre, ¿por qué seguís haciendo la vista gorda? A plena vista de todos, rechazáis la venida de Dios y negáis Su amistad. ¿Por qué sois tan irrazonables? ¿Estáis dispuestos a soportar las injusticias en una sociedad oscura como esta? ¿Por qué, en vez de llenaros la barriga con milenios de enemistad, os atiborráis con la “porquería” del rey de los diablos?
¿Cómo de grande son los obstáculos a la obra de Dios? ¿Lo ha sabido alguien alguna vez? Con las personas enjauladas por matizaciones supersticiosas muy arraigadas, ¿quién es capaz de conocer el verdadero rostro de Dios? Con este conocimiento cultural atrasado, tan superficial y absurdo, ¿cómo podrían entender por completo las palabras pronunciadas por Dios? Incluso cuando se les habla y se les nutre cara a cara, de boca a boca, ¿cómo podrían comprender? En ocasiones, es como si las palabras de Dios hubieran caído en oídos sordos: las personas no tienen la más mínima reacción, menean la cabeza y no entienden nada. ¿Cómo podría esto no ser preocupante? Esta “distante historia cultural antigua[4] y este distante conocimiento cultural antiguo” han nutrido a un grupo tan inútil de personas. ¡La cultura antigua —preciosa herencia— es un montón de basura! ¡Hace mucho que se convirtió en una mancha eterna e indecible! Les ha enseñado a las personas los trucos y las técnicas de oponerse a Dios, y “la dirección ordenada y benévola” de la educación nacional ha hecho que estas sean incluso más desobedientes a Dios. Cada parte de la obra de Dios es extremadamente difícil, y cada paso de ella sobre la tierra ha resultado angustioso para Dios. ¡Qué difícil es Su obra en la tierra! Los pasos de la obra de Dios en la tierra implican gran dificultad: la debilidad, las deficiencias, la puerilidad, la ignorancia y todo lo del hombre, todo está meticulosamente planeado, y Dios lo considera con escrupulosidad. El hombre es como un tigre de papel al que uno no se atreve a acosar ni a provocar; al más mero toque te muerde, o cae y pierde su camino, y es como si, a la más mínima pérdida de concentración, recayera o ignorara a Dios, o corriera a sus padres, unos cerdos y perros, para disfrutar de las cosas impuras de sus cuerpos. ¡Qué gran obstáculo! Prácticamente a cada paso de Su obra, se pone a prueba a Dios y casi cada paso trae consigo gran peligro. Sus palabras son sinceras y honestas, sin malicia; aun así ¿quién está deseoso de aceptarlas? ¿Quién está dispuesto a someterse por completo? Esto le rompe el corazón a Dios. Él se afana día y noche por el hombre; le acosa la angustia por la vida del hombre, y se compadece de su debilidad. Ha sufrido muchos giros y vueltas en cada paso de Su obra, por cada palabra que pronuncia; siempre se encuentra entre la espada y la pared, y piensa en la debilidad, la desobediencia, la puerilidad y la vulnerabilidad del hombre día y noche… una y otra vez. ¿Quién ha sabido esto? ¿En quién puede confiar Él? ¿Quién sería capaz de entender? Él siempre aborrece los pecados del hombre, su falta de resistencia, su debilidad; siempre se preocupa por su vulnerabilidad, y contempla la senda que el ser humano tiene delante. Siempre, al observar las palabras y las obras del hombre, se llena de misericordia e ira, y la vista de estas cosas siempre producen dolor en Su corazón. Después de todo, los inocentes se han ido haciendo insensibles; ¿por qué tiene Dios que hacerles siempre las cosas difíciles? El hombre débil está totalmente desprovisto de perseverancia; ¿por qué debería Dios tener siempre un enfado constante hacia él? El hombre débil y sin poder ya no tiene la menor vitalidad; ¿por qué debería Dios reprenderlo siempre por su desobediencia? ¿Quién puede resistir las amenazas de Dios en el cielo? Después de todo, el hombre es frágil, y Dios, en situación desesperada, ha empujado Su enfado en lo profundo de Su corazón, de manera que el hombre pueda reflexionar pausadamente sobre sí mismo. Con todo, el hombre, quien tiene graves dificultades, no tiene la menor comprensión de la voluntad de Dios. Ha sido pisoteado bajo los pies del viejo rey de los diablos; con todo, es completamente inconsciente, siempre se pone en contra de Dios, o no es caliente ni frío hacia Él. Dios ha pronunciado tantas palabras, con todo, ¿quién se las ha tomado alguna vez en serio? El hombre no entiende las palabras de Dios, pero permanece impertérrito, y sin anhelo. Nunca ha conocido de verdad la esencia del viejo diablo. Las personas viven en el Hades, en el infierno, pero creen vivir en el palacio del fondo del mar; son perseguidas por el gran dragón rojo, con todo, se creen favorecidas[5] por el país del dragón. El diablo los ridiculiza, pero ellos piensan que disfrutan de la maestría superlativa de la carne. ¡Qué montón de desgraciados sucios y miserables! El hombre se ha encontrado con el infortunio, pero no lo sabe y, en esta oscura sociedad, sufre contratiempo tras contratiempo,[6] con todo, nunca ha despertado a ello. ¿Cuándo se despojará de su autobondad y su carácter servil? ¿Por qué es tan despreocupado del corazón de Dios? ¿Consiente en silencio esta opresión y dificultad? ¿Acaso no desea que llegue el día en que pueda cambiar la oscuridad por la luz? ¿No desea remediar, una vez más, las injusticias hacia la rectitud y la verdad? ¿Está dispuesto a observar, y a no hacer nada cuando las personas reniegan de la verdad, y tergiversan los hechos? ¿Le hace feliz seguir soportando este maltrato? ¿Está dispuesto a ser un esclavo? ¿A perecer a manos de Dios junto con las pertenencias de este fracasado estado? ¿Dónde está tu determinación? ¿Dónde está tu ambición? ¿Y tu dignidad? ¿Dónde está tu personalidad? ¿Tu libertad? ¿Acaso estás dispuesto a dar toda tu vida por el gran dragón rojo, el rey de los diablos? ¿Te hace feliz dejar que te torture hasta la muerte? El rostro de lo profundo es caótico y oscuro, la gente común que sufre tanta aflicción clama al cielo y se queja en la tierra. ¿Cuándo será capaz el hombre de mantener erguida su cabeza? El hombre está flaco y demacrado, ¿cómo podría contender con este diablo cruel y tirano? ¿Por qué no entrega su vida a Dios tan pronto como pueda? ¿Por qué todavía vacila; cuándo puede terminar la obra de Dios? Así, sin rumbo, intimidado y oprimido, finalmente habrá pasado toda su vida en vano; ¿por qué tiene tanta prisa por llegar, y está tan apresurado por irse? ¿Por qué no guarda algo precioso que darle a Dios? ¿Ha olvidado el milenio de odio?
Quizás muchas personas detestan algunas de las palabras de Dios, o tal vez ni las aborrecen ni tienen interés alguno en ellas. Independientemente, los hechos no pueden convertirse en absurdo razonamiento; nadie puede pronunciar palabras que contravienen los hechos. Dios se ha hecho carne esta vez para realizar esa obra, concluir la que le queda aún por acabar, llevar esta era a su fin, juzgarla, salvar del mar de la aflicción a aquellos que son profundamente pecadores, y transformarlos por completo. Los judíos clavaron a Dios en la cruz, y dieron por terminados Sus viajes en Judea. Poco después, Dios vino personalmente en medio del hombre, una vez más, y llegó en silencio al país del gran dragón rojo. En realidad, la comunidad religiosa del estado judío había colgado la imagen de Jesús en sus muros hacía ya tiempo, y la gente gritaba con su propia boca: “Señor Jesucristo”. Poco sabían ellos que hacía ya mucho tiempo desde que Jesús había aceptado la orden de Su Padre de regresar en medio de los hombres, para concluir la segunda etapa de Su obra incompleta. Como resultado, las personas fueron tomadas por sorpresa cuando lo contemplaron: había nacido en un mundo en el que habían transcurrido muchas eras, y Él apareció en medio de todos con el aspecto de alguien supremamente corriente. En realidad, conforme han pasado las eras, Su ropa y todo Su aspecto han cambiado, como si hubiera renacido. ¿Cómo podría saber la gente que Él es el mismísimo Señor Jesucristo, que descendió de la cruz y resucitó? No tiene el más ligero rastro de heridas, así como Jesús no se parecía en absoluto a Jehová. Desde hace mucho tiempo, el Jesús de hoy no ha sufrido el paso del tiempo. ¿Cómo podrían conocerlo? El hipócrita “Tomás” siempre duda que Él es Jesús resucitado, siempre quiere ver las cicatrices de los clavos en las manos de Jesús antes de poder estar tranquilo; sin haberlas visto, siempre estaría sobre una nube de sospecha, y es incapaz de plantar su pie sobre tierra firme, y seguir a Jesús. ¡Pobre “Tomás”! ¿Cómo podría saber que Jesús ha venido a realizarla obra encargada por Dios Padre? ¿Por qué necesita llevar Jesús las cicatrices de la crucifixión? ¿Son ellas la marca de Jesús? Ha venido a obrar por voluntad de Su Padre; ¿por qué debería venir vestido y ataviado como un judío de hace varios miles de años? ¿Acaso podría la forma que Dios adopte en la carne obstaculizar Su obra? ¿De quién es esta teoría? ¿Por qué cuando Dios obra, debe ser de acuerdo con la imaginación del hombre? Lo único que Dios intenta en Su obra es que tenga efecto. No se atiene a la ley ni hay normas para Su obra; ¿cómo podría el hombre descifrarla? ¿Cómo podrían los conceptos del hombre penetrar en la obra de Dios? De modo que más os valdría calmaros adecuadamente: no os preocupéis por nimiedades ni le deis demasiada importancia a las cosas sólo porque sean nuevas para vosotros; esto te impedirá hacer un chiste de ti mismo y que la gente se ría de ti. Has creído en Dios durante todos estos años, y, con todo, sigues sin conocerlo; en última instancia, estás sumido en el castigo. Tú que estás situado el “primero de la clase”,[7] estás asignado a las filas de los castigados. Más te vale no usar medios ingeniosos para presumir de tus insignificantes trucos; ¿puede tu cortedad de vista percibir de verdad a Dios, quien ve desde la eternidad hasta la eternidad? ¿Pueden tus experiencias superficiales evidenciar de forma completa la voluntad de Dios? No seas vanidoso. Después de todo, Dios no es del mundo; ¿cómo podría Su obra ser según tú esperabas?
De "La Palabra manifestada en carne"
Notas al pie:
1. “Cabecilla de todo mal” se refiere al viejo diablo. Esta frase expresa una extremada aversión.
2. “Hacen acusaciones sin razón” alude a los métodos por los cuales el diablo daña a las personas.
3. “Fuertemente custodiada” indica que los métodos por los cuales el diablo aflige a las personas son especialmente crueles, y las controla tanto que no tienen espacio para moverse.
4. “Distante” se usa en tono de burla.
5. “Favorecidas” se usa para burlarse de las personas que parecen acartonadas y no tienen conciencia de sí mismas.
6. “Contratiempo tras contratiempo” indica que las personas nacieron en la tierra del gran dragón rojo, y que son incapaces de mantener su cabeza en alto.
7. “Primero de la clase” se usa para burlarse de los que buscan ansiosamente a Dios.
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