martes, 6 de noviembre de 2018

La palabra de Dios | Práctica (5)

Durante la Era de la Gracia,  habló algunas palabras y llevó a cabo una etapa de la obra. Había un contexto para ellas y eran apropiadas para los estados de las personas de la época; Jesús habló y obró como correspondía al contexto de la época. También pronunció algunas profecías. Profetizó que el Espíritu de verdad vendría durante los últimos días, durante los cuales el Espíritu de verdad llevaría a cabo una etapa de la obra. Es decir, fuera de la obra que Él mismo debía realizar durante esa era, no dejó claro nada más; es decir, hubo límites a la obra traída por Dios encarnado. Así, Él sólo realizó la obra de esa era y no realizó otra obra que no tuviera conexión con Él. En ese tiempo, no obró de acuerdo con sentimientos o visiones, sino como correspondía al tiempo y el contexto. Nadie lo condujo ni lo guio. La totalidad de Su obra fue lo que Él fue, que fue la obra que se debía llevar a cabo por el Espíritu encarnado de Dios, fue toda la obra iniciada por la encarnación. Tal vez, la gracia y la paz de la Era de la Gracia han hecho que tus experiencias contengan mucho que se relaciona con los sentimientos o la sensibilidad humana. Jesús obró sólo de acuerdo con lo que Él mismo vio y escuchó. En otras palabras, el Espíritu obró directamente; no fue necesario que se le aparecieran mensajeros y le dieran sueños, ni que ninguna gran luz brillara sobre Él y le permitiera ver. Él obró libre y casualmente, que fue porque Su obra no se basó en sentimientos. En otras palabras, cuando obró Él no anduvo a tientas ni adivinó, sino que hizo las cosas con comodidad, obrando y hablando de acuerdo a Sus propias ideas y lo que vio con Sus propios ojos, que de inmediato proveyó a cada uno de los discípulos que lo seguían. Esta es la diferencia entre la obra de Dios y la obra de las personas: cuando las personas obran, ellas buscan y andan a tientas, siempre imitando y deliberando basadas en el fundamento puesto por otros para lograr una entrada más profunda. La obra de Dios es la provisión de lo que Él es, Él realiza la obra que Él mismo debe realizar y no provee para la iglesia usando el conocimiento que provenía de la obra de cualquier hombre; en cambio, Él realiza la obra presente basado en los estados de las personas. Así, obrar de esta manera es miles de veces más libre que cuando las personas obran. A las personas incluso les parece que Dios no se acata a Su deber y obra como le place. Pero toda la obra que Él realiza es una obra nueva y debes saber que la obra de Dios encarnado nunca se basa en sentimientos.


Cuando los discípulos que siguieron a Jesús en ese tiempo habían experimentado hasta cierto punto, sintieron que el día de Dios había llegado y que se encontrarían con el Señor de inmediato. Ese era el sentimiento que tenían y para ellos, este sentimiento era de suma importancia. Pero, de hecho, los sentimientos dentro de las personas no son confiables. Interiormente los discípulos sentían que tal vez casi habían llegado al final de su viaje o que todo lo que hicieron y sufrieron fue decretado por Dios. Y Pablo dijo que él había terminado su carrera, que había peleado una buena pelea y que para él había guardada una corona de justicia. Esos eran los sentimientos que él tenía y los escribió en las epístolas y los envió a las iglesias. Tales acciones procedieron de la carga que llevaba por las iglesias y así el Espíritu Santo no prestó atención a esta obra. En el momento, cuando dijo, “me está guardada la corona de justicia” no sintió ningún reproche dentro de sí mismo, no tuvo ningún sentimiento de desasosiego ni se le reprochó, por lo que él creyó que este sentimiento era muy normal y completamente correcto. Él creyó que procedía del Espíritu Santo. Pero considerado hoy, no vino del Espíritu Santo. No fue nada sino la ilusión de un hombre. Hubo muchas ilusiones dentro de los hombres. En el momento, Dios no les prestó atención ni expresó ninguna opinión. La mayor parte de la obra del Espíritu Santo no se lleva a cabo a través de los sentimientos de las personas —el Espíritu Santo no obra en los sentimientos de las personas—. Excepto por los tiempos difíciles y oscuros antes de que Dios se hiciera carne o el periodo cuando no había ni apóstoles ni obreros; durante esta etapa la obra del Espíritu Santo les dio a las personas algunos sentimientos especiales. Por ejemplo: cuando las personas estaban sin la guía de las palabras de Dios, cuando oraban tendrían una indescriptible sensación de felicidad, en sus corazones había un sentimiento de gozo y estaban en paz y tranquilas. Cuando tuvieron la guía de las palabras, los espíritus de las personas se aclararon y sus acciones fueron esclarecidas por las palabras. Naturalmente, también tuvieron sentimientos de apacibilidad y de estar tranquilos. Cuando las personas están en peligro, o Dios las detuvo de hacer ciertas cosas, en sus corazones se sintieron inquietos e intranquilos, pero no fue como si su garganta se hubiera contraído y no pudieran respirar. Cuando las personas tenían este sentimiento podría ser porque el ambiente era demasiado terrible u hostil, lo que creaba un sentimiento de pavor en ellos y, por lo tanto, estaban extremadamente ansiosos. Pero no fue el Espíritu Santo el que los hizo tímidos a tal grado. En esos momentos, la mitad de este sentimiento surgió de las reacciones nerviosas de las personas y no todo ello procedió del Espíritu Santo. Las personas siempre viven en medio de sus propios sentimientos y lo han hecho así por muchos años. Cuando están en paz dentro de sus corazones, actúan (creyendo que su deseo es un sentimiento de paz) y cuando no están en paz dentro de sus corazones, no actúan (creyendo que su poco deseo o aversión son un sentimiento de desasosiego). Si las cosas marchan sin problemas, piensan que fue la voluntad de Dios. (De hecho, fue algo que debía haber ido muy bien, siendo esto la ley natural de las cosas.) Cuando las cosas no marchan sin problemas, piensan que no fue la voluntad de Dios y se retractan de prisa. Pero la mayor parte del tiempo, cuando las personas se encuentran con tales acontecimientos, es la ley natural de las cosas. Si hubieras invertido más esfuerzo, con toda seguridad hubieras manejado el asunto correctamente y hubiera marchado más y más sin problemas. Tomemos por ejemplo cuando sales a comprar col. El precio de mercado es dos jiao[a] por un jin[b], pero tú crees que debería ser un jiao por un jin. De hecho, esto es sólo lo que tú piensas en tu corazón, y cuando tratas de comprar por este precio, nunca tienes éxito y crees que Dios no quiere que compres col.

Las vidas de las personas contienen demasiados sentimientos. En particular, desde que empiezan a creer en Dios, los sentimientos de las personas aumentan de día en día, dejándolas confundidas y desconcertadas todo el tiempo. No saben dónde comenzar y ni están seguras de muchas cosas, pero bajo la mayoría de las circunstancias, cuando actúan o hablan de acuerdo a sus sentimientos, en tanto que no sea algo que viole los grandes principios, el Espíritu Santo no reacciona. Es como la corona de justicia que Pablo sentía: por muchos años nadie creyó que sus sentimientos estuvieran equivocados, ni tampoco Pablo mismo sintió alguna vez que sus sentimientos estuvieran en un error. ¿De dónde vienen los sentimientos de las personas? Son, por supuesto, la reacción de sus cerebros. Se producen diferentes sentimientos de acuerdo a ambientes diferentes y asuntos diferentes. La mayor parte del tiempo las personas infieren por la lógica humana y obtienen un juego de fórmulas, lo que resulta en la formación de muchos sentimientos humanos. Sin darse cuenta, las personas entran en su propia inferencia lógica y, de esta manera, estos sentimientos se convierten en lo que las personas confían en sus vidas, se vuelven un apoyo emocional en sus vidas (como la corona de Pablo o “encontrar al Señor en el aire” de Witness Lee). Dios casi no tiene manera de interceder en estos sentimientos del hombre y tiene que permitirles que se desarrollen por su propia cuenta. Hoy te hablo claramente y si sigues guiándote por tus sentimientos, ¿no vives todavía en la vaguedad? No aceptas las palabras que se te han propuesto claramente y siempre confías en tus sentimientos personales. En esto, ¿no eres como un ciego palpando un elefante?[c] ¿Y qué vas a ganar al final de cuentas?

Hoy, toda la obra hecha por Dios encarnado es real. Esto no es algo que puedas sentir o algo que puedas imaginar, mucho menos es algo que puedas inferir, sólo es algo que podrás entender cuando los hechos te sucedan. A veces, incluso cuando suceden, todavía no puedes ver claramente y sólo cuando Dios hace las cosas en persona, trayendo gran claridad a los hechos verdaderos de lo que está ocurriendo, entonces las personas pueden entender. En ese tiempo había muchas ilusiones entre los discípulos de Jesús. Creían que el día de Dios estaba a punto de llegar y que pronto morirían por Jesús y podrían encontrarse con el Señor Jesús, pero aun así tal tiempo no llegó. Pedro fue muy sensible a este sentimiento. Esperó siete años completos, sintiendo siempre que el tiempo había llegado, pero aún no había llegado. Sintieron que sus vidas habían madurado y sus sentimientos se multiplicaron y estos sentimientos se volvieron sensibles, pero experimentaron muchos fracasos y no pudieron tener éxito. Ellos mismos no sabían qué estaba pasando. ¿Podría no cumplirse aquello que verdaderamente venía del Espíritu Santo? Los sentimientos de las personas no son confiables. Ya que las personas tienen cerebros, pensamientos y sus propias ideas, basadas en el contexto y los estados de la época, crean sus propias asociaciones mentales fértiles. En particular, cuando algo les pasa a las personas de una racionalidad mental sana, se vuelven sobreexcitadas y no pueden evitar crear asociaciones mentales fértiles. Esto se aplica especialmente a “expertos” con conocimientos y teorías elevados cuyas asociaciones mentales se vuelven incluso más abundantes después de muchos años de tratar con el mundo; sin darse cuenta, asumen el control de sus pensamientos, convirtiéndose en sentimientos extremadamente poderosos, y por esto los expertos están satisfechos. Cuando las personas quieren hacer algo, aparecen sentimientos e imaginaciones, y las personas piensan que estos están bien. Después, cuando ven que no se han cumplido, las personas no pueden determinar qué salió mal. Tal vez creen que Dios ha cambiado Su plan.

Entre las personas de la Era de la Ley, muchas personas también tenían ciertos sentimientos, pero los errores en sus sentimientos fueron menos que los de las personas de hoy. Esto porque las personas antes podían contemplar la apariencia de Jehová y podían ver mensajeros y tenían sueños. Las personas de hoy no pueden ver visiones ni mensajeros y, por lo tanto, hay más errores en sus sentimientos. Es inevitable que las personas tengan sentimientos. Las personas del Antiguo Testamento también tuvieron sentimientos y creyeron que estos sentimientos eran bastante acertados, pero a menudo aparecieron mensajeros entre ellos, lo que disminuía los errores de sus sentimientos. Cuando las personas de hoy sienten que algo está particularmente bien, y van y lo ponen en práctica, el Espíritu Santo no los reprocha. Interiormente, no tienen sentimientos en absoluto y están en paz. Después de que han terminado, es sólo por medio de la comunión o de leer las palabras de Dios que descubren que estaban equivocados. Por un lado, no hay mensajeros apareciéndoseles a las personas, los sueños son escasos y las personas no ven nada de las visiones en el cielo. Y por el otro, el Espíritu Santo no aumenta Su reproche y disciplina en las personas; casi no hay nada de la obra del Espíritu Santo en las personas. Así, si las personas no comen ni beben las palabras de Dios,[d] no entienden la senda de práctica y en realidad no buscan, entonces no cosecharán nada. Los principios de la obra del Espíritu Santo son como sigue: Él no presta atención a aquello que no involucra Su obra; si algo no está dentro del alcance de Su jurisdicción, Él nunca intercede, permitiéndoles a las personas crear cualquier problema que quieran. Puedes actuar como quieras, pero el día llegará cuando no sepas qué hacer. Dios sólo obra enfocado únicamente en Su propia carne, nunca interfiriendo ni involucrándose Él mismo en la “obra” y el mundito de los hombres; en cambio, Dios evita tu mundo y realiza la obra que Él debe. Hoy, no se te reprocha si gastas más de cinco mao ni se te recompensa si ahorras cinco mao. Estos son asuntos humanos y no tienen la más mínima conexión con la obra del Espíritu Santo, tus acciones en este sentido no están dentro del alcance de Mi obra.

En aquel tiempo, Pedro habló muchas palabras e hizo mucha obra. ¿Es posible que nada de ello surgiera de las ideas humanas? Es imposible que haya surgido completamente del Espíritu Santo. Pedro era solamente una criatura de Dios, era un seguidor, era Pedro, no Jesús, y sus esencias no eran las mismas. Aunque Pedro fue enviado por el Espíritu Santo, no todo lo que hizo y dijo[e] surgió del Espíritu Santo, porque él fue, después de todo, un hombre. Pablo habló muchas palabras y escribió cuantiosas epístolas a las iglesias, que están recopiladas en la Biblia. El Espíritu Santo no expresó ninguna opinión, porque el tiempo en que estaba escribiendo las epístolas fue cuando estaba siendo usado por el Espíritu Santo. Él vio visiones y las puso por escrito y se las pasó a los hermanos y hermanas que estaban en el Señor. Jesús no expresó ninguna opinión y no tuvo ninguna reacción. ¿Por qué el Espíritu Santo actuó así? ¿Por qué el Espíritu Santo no lo detuvo? Porque algunas impurezas vienen de los pensamientos normales de las personas y son inevitables. Además, sus acciones no resultaron de la interrupción y no interfirieron con los estados normales de las personas; cuando hay semejante obra de naturaleza humana, a las personas les es más fácil aceptar. Es normal que los pensamientos normales de las personas se mezclen adentro, siempre y cuando estas impurezas no interfieran en nada. En otras palabras, las personas con pensamientos normales, todas son capaces de pensar de esa manera. Cuando las personas viven en la carne, tienen sus propios pensamientos, pero no hay manera de expulsar estos pensamientos normales. Si uno tiene un cerebro, entonces debe tener pensamientos. Sin embargo, después de experimentar la obra de Dios por un tiempo, habrá menos pensamientos en el cerebro de las personas. Cuando han experimentado más cosas, serán capaces de ver con mayor claridad y, de esta manera, interrumpirán menos; en otras palabras, cuando se refutan la imaginación e inferencia lógica de las personas, sus sentimientos anormales disminuirán. Aquellos que viven en la carne, todos tienen sus propios pensamientos pero al final, la obra de Dios en ellos alcanzará el punto en que sus pensamientos no podrán perturbarlos, ya no confían en los sentimientos para vivir, su estatura presente madura y son capaces de vivir por las palabras de Dios en realidad y ya no hacer cosas que son vagas y vacías, entonces serán incapaces de hacer cosas que causen interrupciones. De esta manera, dejarán de tener ilusiones y a partir de este momento sus acciones serán su verdadera estatura.

Notas al pie:

a. El “jiao” (también conocido como “mao”)… es una unidad monetaria de la divisa china. En China, la unidad básica de dinero es el yuan. Hay diez jiao en un yuan.
De "La Palabra manifestada en carne"

b. El “jin” es una medida de peso china, un jin son 500 gramos.

c. “Un ciego palpando un elefante” es de la parábola de los ciegos y un elefante. Cuenta de varios ciegos que todos palpan un elefante, creyendo cada uno que la parte que están tocando representa la totalidad del animal. Esta parábola es una metáfora para la manera en que las personas malinterpretan las observaciones o los juicios parciales como toda la verdad.

d. El texto original omite “las palabras de Dios”.

e. El texto original omite “que hizo y dijo”.

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