sábado, 10 de noviembre de 2018

La palabra de Dios | ¿Por qué no estás dispuesto a ser un contraste?

Los conquistados son contrastes, y sólo después de haber sido perfeccionados son modelos y especímenes de la obra de los últimos días. Antes de haber sido hechos completos, son contrastes, herramientas, así como objetos para el servicio. Aquellos que han sido conquistados a fondo por Dios son la cristalización y, a la vez, los modelos y los especímenes de Su plan de gestión. Sólo estos pocos “títulos” humildes para las personas manifiestan muchas “historias” entretenidas. Aquellos de vosotros que tenéis poca fe, argumentaréis siempre sobre un título insignificante hasta que se sonrojen vuestras mejillas y, en ocasiones, incluso permitiréis que esto afecte a nuestra relación. Aunque este es tan sólo un pequeño título, en vuestro pensamiento, en vuestras ideas y conceptos no es un mero nombrecito, sino un asunto importante que pertenece a vuestro destino. Por tanto, quienes no sean sensibles sufrirán a menudo una gran pérdida respecto a algo tan pequeño como esto; lo barato sale caro, y escaparán para no volver jamás, por culpa de un pequeño nombre. Esto se debe a que consideráis que la vida no tiene importancia y atribuís demasiado valor en cómo se os denomine. Por ello, en vuestra vida espiritual, e incluso en vuestra vida práctica, con frecuencia desarrollareis muchas historias enrevesadas y extrañas, por culpa de vuestras nociones respecto al estatus. Tal vez no lo admitiréis, pero os diré que esas personas existen realmente en vuestra vida práctica. Sólo es que no habéis sido revelados uno por uno. Estas clases de cosas han sucedido en la vida de cada uno de vosotros. Si no lo crees, no tienes más que echar un vistazo a la viñeta bajo la vida de una hermana (o hermano). Es posible que esa persona seas tú en realidad, o tal vez sea alguien con quien estás familiarizado en tu vida. Si no me equivoco, esta viñeta es una experiencia que has tenido, y la descripción no carece de nada: ni un solo pensamiento ni una idea queda fuera, sino que se recogen plenamente en esta historia. Si no lo crees, no tienes más que echar un vistazo.


Lo que se recoge aquí es la pequeña experiencia de una “persona espiritual”. Cuando ella fue a la iglesia y vio las situaciones de sus hermanos y hermanas, se sintió angustiada: “¿Por qué ni siquiera satisfacéis la voluntad de Dios? ¡Criaturas inconscientes! (Regaña a sus hermanos y hermanas). De hecho, ignoráis vuestra conciencia para hacer cosas de bestias… Deciros esto es también mi odio por mí misma. Veo que Dios arde de impaciencia y siento un fuego debajo de mí. Estoy dispuesta de verdad a llevar a cabo por completo la obra de Dios, y quiero realmente levantaros por medio de mi servicio. Simplemente, ¡mi fuerza actual es tan débil! Dios nos ha dedicado tanto tiempo y ha pronunciado tantas palabras, pero seguimos siendo así. En mi corazón, siento que le debo mucho a Dios…” (Llora y es incapaz de seguir hablando). Entonces oró: “¡Oh Dios! Te suplico que me des fuerza, más aún, que me muevas, y que Tu Espíritu pueda obrar en mí. Estoy dispuesta a colaborar contigo. Siempre que Tú ganes gloria al final, estoy actualmente dispuesta a entregarte todo mi ser a Ti, aunque signifique que deba dar mi vida. Estoy dispuesta,[a] siempre que podamos elevar grandes alabanzas; los hermanos y hermanas cantarán y danzarán de gozo para alabar Tu santo nombre, glorificarte, manifestarte, y estar seguros de Tu obra, y estarán dispuestos a mostrar consideración por Tus cargas…”. Ella oró fervientemente de este modo, y el Espíritu Santo le dio realmente cargas. Durante este tiempo, ella tuvo mucha carga, y pasó todo el día leyendo, escribiendo y escuchando. Se ocupó tanto como pudo. Su estado espiritual era excelente y, en su corazón, siempre estuvo llena de energía y cargada. De vez en cuando, se sintió débil o se chocó contra un muro, pero no tardó en recuperar su estado normal. Después de un periodo de tiempo así, su progreso fue rápido, fue capaz de comprender muchas de las palabras de Dios, y también aprendió cánticos con rapidez; en conjunto, su estado espiritual era excelente. Cuando vio que muchas cosas en la iglesia no estaban en línea con la voluntad de Dios, se angustió. Cuando vio que nadie se tomó en serio el copiar las cintas de casetes se preocupó: “¿Es esto lealtad a la obra de Dios? ¿Satisface esto Su voluntad? ¿Ni siquiera podéis ofrecer un precio tan pequeño y concreto? Si vosotros no queréis hacerlo, yo lo haré…”.

Cuando tenía una carga, cuanto más obraba el Espíritu Santo mejor se sentía ella. De vez en cuando se encontraba con alguna negatividad o algunas dificultades, pero era capaz de superarlas. Es decir, cuando experimentaba la obra del Espíritu Santo, incluso cuando sus condiciones eran maravillosas, no podía evitar ciertas dificultades o un poco de debilidad. Estas son inevitables, pero enseguida era capaz de salir de estos estados. Cuando experimentaba debilidad, una vez oraba, sentía que su propia estatura era verdaderamente insuficiente, pero estaba dispuesta a colaborar con Dios. Independientemente de lo que Él hiciera, ella estaba dispuesta a satisfacer Su voluntad y a obedecer todas Sus disposiciones. Algunas personas tenían ciertas opiniones y prejuicios respecto a ella. Ella era capaz de ponerse a un lado y entablar una comunión proactiva con ellos. Estos fueron todos los estados durante la obra normal del Espíritu Santo. Después de un periodo de tiempo, la obra comenzó a cambiar, y todas las personas entraron en otra fase de obra con distintos requisitos para ellas. Así que hubo nuevas palabras que aumentaron los requisitos de las personas: “… Sólo siento odio por vosotros, nunca bendiciones. Jamás he tenido el pensamiento de bendeciros ni de haceros completos. Lo único que siento por vosotros es odio. Esto es porque sois rebeldes, deshonestos, engañosos, y porque carecéis de calibre y sois de bajo estatus. Por ello, nunca habéis estado al alcance de Mi vista ni en Mi corazón. Mi obra es sólo con la intención de condenaros; Mi mano nunca ha estado lejos de vosotros ni tampoco Mi castigo. He seguido juzgándoos y maldiciéndoos. Porque no tenéis entendimiento alguno de Mí. Por esta razón, Mi ira siempre ha estado sobre vosotros. Aunque siempre he obrado en medio de vosotros, deberíais conocer Mi actitud hacia vosotros. Sólo es repugnancia; no hay otra actitud u opinión. Sólo quiero que actuéis como contrastes de Mi sabiduría y Mi gran poder. No sois nada más que Mis contrastes, porque Mi justicia se revela a través de vuestra rebeldía. Os hago actuar como contrastes para Mi obra, para que seáis apéndices de ella…”. Tan pronto como ella vio las palabras[b] “apéndices” y “contrastes”, empezó a pensar: “¿Cómo me hará esto seguir? Aunque he pagado un precio como este, sigo siendo un contraste. ¿Acaso un contraste no es un mero hacedor de servicio? En el pasado se dijo que no seríamos hacedores de servicio, sino que seríamos el pueblo de Dios; sin embargo, ¿no seguimos en el mismo rol? ¿No carecen de vida los hacedores de servicio? Aunque sufra más, ¡Dios no lo elogiará! Cuando haya terminado de ser un contraste del extraordinario poder de Dios, ¿no acabará todo?…”. Cuanto más pensaba en esto, más abatida estaba. Fue a la iglesia y vio los estados de sus hermanos y hermanas, y se sintió aún peor: “¡No estáis bien! ¡Yo no estoy bien! Soy negativa. ¡Uf! ¿Qué se puede hacer? Dios sigue sin querernos. Al realizar este tipo de obra, no hay forma de que Él no nos haga negativos. No sé qué está mal conmigo. Ni siquiera quiero orar. De todas maneras, ahora mismo no estoy bien, y no sé cómo salir de esto. He orado muchas veces, pero sigo sin poder, y no estoy dispuesta a seguir adelante. Así es como yo lo veo. Dios afirma que somos contrastes; por tanto, ¿no son los ‘contrastes’ tan sólo hacedores de servicio? Dios dice que somos contrastes, no hijos, y tampoco Su pueblo. No somos Sus hijos, y mucho menos Sus primogénitos. No somos nada, sólo contrastes. Con ese tipo de apelativo, ¿podríamos tener un resultado favorable? Los contrastes no tienen esperanza, porque no tienen vida. Si fuéramos Sus hijos, Su pueblo, habría esperanza en ello, y podríamos ser hechos completos. ¿Pueden los contrastes tener la vida de Dios en su interior? ¿Puede Dios poner vida en aquellos que realizan servicio para Él? Aquellos a los que ama son los que tienen Su vida, y quienes tienen Su vida son Sus hijos, Su pueblo. Aunque yo sea negativa y débil, espero que todos vosotros no seáis negativos. Sé que retraerme y ser negativa de esta forma no puede satisfacer la voluntad de Dios, pero no estoy dispuesta a ser un contraste. Tengo miedo de ser un contraste. De todas formas, sólo tengo tanta energía, y no puedo seguir ahora. Espero que todos vosotros no aprendáis de mí, sino que podáis ganar algún esclarecimiento de mí. ¡Pienso que mejor estaría muerta! Os dejo con algunas palabras finales antes de morir: espero que podáis actuar como contrastes hasta el final; tal vez, al final Dios elogiará a los contrastes…”. Cuando los hermanos y hermanas vieron esto, se preguntaron:[c] ¿Cómo puede ser tan negativa? ¿No estuvo bien ese par de días? ¿Por qué es tan fría de repente? ¿Por qué no está siendo normal? Ella respondió: “No digas que no estoy siendo normal. En realidad, lo tengo todo claro en mi corazón. Sé que no he satisfecho la voluntad de Dios; ¿no será porque no estoy dispuesta a actuar como Su contraste? No he hecho ninguna otra cosa que sea demasiado grave. Tal vez un día, Dios cambiará el título de[d] contrastes en Sus criaturas que son usadas por Él de maneras importantes. ¿No hay alguna esperanza en esto? Espero que vosotros no seáis negativos ni os desaniméis, que seáis capaces de continuar siguiendo a Dios y que seáis mejores contrastes. En cualquier caso, no puedo seguir”. Otras personas oyeron esto, y dijeron:[e] “Aunque no estés bien, nosotros continuaremos siguiendo, y no nos sentiremos constreñidos, porque tú seas negativa”.

Después de experimentar esto durante un periodo de tiempo, ella todavía era negativa respecto a ser un contraste, de modo que Yo le dije: “No entiendes Mi obra en absoluto. No comprendes para nada la verdad interior, la esencia ni los pretendidos resultados de Mis palabras. No conoces los objetivos de Mi obra ni su sabiduría. No tienes comprensión alguna de Mi voluntad. Sólo sabes retraerte, porque eres un contraste; ¡tu deseo de estatus es demasiado grande! ¡Eres una idiota! Te he dicho tanto en el pasado, y dije que te perfeccionaría. ¿Lo has olvidado? Antes de que se hablara de los contrastes, ¿no se había hablado de ser perfeccionado?”. “¡Espera, pensaré en ello! Antes de que se hablara de los contrastes, Tú lo habías dicho en realidad; ¡fue así!”. “Cuando hablé de ser perfeccionado, ¿no afirmé que sólo después de que las personas fueran conquistadas, serían perfeccionadas?”. “¡Sí!”. “¿No fueron Mis palabras sinceras? ¿No se pronunciaron de buena fe?”. “¡Sí! Tú eres un Dios que nunca ha declarado nada deshonesto, y nadie puede osar negar esto. Sin embargo, las formas en que Tú hablas son demasiadas”. “¿No cambian Mis maneras de hablar conforme a las etapas de la obra? ¿Acaso lo que Yo declaro no está hecho y dicho basado en tus necesidades?”. “Tú obras según las necesidades de las personas, y provees lo que ellas necesitan. Esto no es incierto”. “Entonces, ¿no han sido beneficiosas para ti Mis declaraciones y lo que he dicho? ¿No han sido Mis castigos por tu bien?”. “¡Tú sigues diciendo que es por mi propio bien! Estoy a punto de ser castigada a muerte por Ti, y no quiero vivir más. Hoy Tú afirmas esto, mañana aquello. Sé que me estás perfeccionando por mi propio beneficio, pero no me has perfeccionado; me has convertido en un contraste y sigues castigándome. ¿Acaso no me odias? Nadie se atreve a creer Tus palabras, y hasta ahora no he visto con claridad que sólo es para resolver el odio de Tu corazón, y no por mi salvación. Me lo ocultaste antes, dijiste que me perfeccionarías y que el castigo era para perfeccionarme. De modo que siempre he obedecido Tu castigo; jamás imaginé que hoy tendría el título de contraste. ¿No sería mejor, Dios, si me hicieras actuar como cualquier otra cosa? ¿Tienes que ponerme en la situación de un contraste? Estaría bien ser el portero del reino. Corro de un lado a otro, ahora mis manos están vacías, y lo he sacrificado todo; sin embargo, ahora me dices que quieres que actúe como Tu contraste. ¿Cómo puedo mostrar siquiera mi rostro?”. “He realizado tanta obra de castigo en el pasado, ¿y tú no tienes entendimiento? ¿No tienes comprensión alguna de ti mismo? ¿No es el castigo el juicio de las palabras? ¿No es también el título de contraste el juicio de las palabras? “Expresándolo de este modo, ¿son también los contrastes de los que Tú hablas un método? ¿Es para juzgarme a través de esto? Si este es el caso, seguiré”. “Entonces, ¿cómo me seguirás ahora?”. “Seguirte, ¡todavía no he planeado cómo seguirte! Quiero que Tú pronuncies una palabra que no sea un método. ¿Soy un contraste o no? ¿Pueden ser también perfeccionados los contrastes? ¿Puede cambiarse el nombre de ’contraste’? ¿Puedo dar un resonante testimonio siendo un contraste, y después convertirme en alguien perfeccionado, que sea un ejemplo de amar a Dios, y ser una amiga íntima Suya? ¿Puedo ser hecha completa? ¡Dime la verdad!”. “¿No sabes que las cosas están en constante evolución, que siempre cambian? Mientras que en el presente estés dispuesta a obedecer, siendo un contraste, serás capaz de cambiar. Seas un contraste o no, no tiene nada que ver con tu destino; la idea clave es si puedes o no ser alguien que tiene un cambio en el carácter de su vida”. “¡Dime! ¿Me puedes perfeccionar o no?”. “Siempre que me sigas y me obedezcas hasta el final, te garantizo que puedo perfeccionarte”. “¿Y qué clase de sufrimiento tendré que experimentar?”. “La adversidad, así como el juicio y el castigo de palabras —en particular el castigo de palabras—, ¡el mismo castigo que un contraste!”. “¿También el mismo castigo que un contraste? Pero si puedo ser perfeccionado por Ti al experimentar la adversidad, si hay esperanza, está bien. Aunque sólo sea una pizca de esperanza, es mejor que ser un contraste. Ese título, ‘contraste’, suena tan horrible. ¡No estoy dispuesta a ser un contraste!”. “¿Qué tiene de malo un contraste? ¿No son los contrastes también bastante buenos? ¿Son los contrastes indignos de disfrutar bendiciones? Si digo que los contrastes pueden disfrutar de bendiciones, serás capaz de disfrutar de bendiciones. ¿No están cambiando los títulos de las personas a causa de Mi obra? ¿Un mero título te está incomodando tanto? Ser este tipo de contraste es algo bien merecido. ¿Estás dispuesta a seguir o no?”. “Entonces, ¿me puedes completar o no? ¿Puedes permitirme disfrutar Tus bendiciones?”. “¿Estás dispuesta a seguirme hasta el final o no? ¿Estás dispuesta a ofrecerte?”. “Déjame que lo piense. Un contraste también puede disfrutar de Tus bendiciones, y ser hecho completo. Tras ser completada, seré tu amiga íntima y entenderé toda Tu voluntad, y poseeré lo que Tú posees. Podré disfrutar de lo que Tú disfrutas, y sabré lo que Tú sabes… Después de experimentar la adversidad y ser perfeccionada, puedo disfrutar de bendiciones. ¿De qué bendiciones disfrutaré en realidad?”. “No te preocupes de qué bendiciones disfrutarás. Aunque te lo dijera, no serías capaz de imaginarlas. Después de ser un buen contraste, serás conquistada, serás un contraste exitoso. Esto es un modelo y una muestra de los conquistados, pero por supuesto sólo puedes serlo después de haber sido conquistada”. “¿Qué es un modelo y una muestra?”. “Es un modelo y una muestra para todos los gentiles, es decir, los que no han sido conquistados”. “¿Cuántas personas?”. “Muchas personas. No son sólo cuatro o cinco mil de vosotros: los que aceptan este nombre en todo el mundo deben ser conquistados”. “¡Así que no son tan sólo cinco o diez ciudades!”. “No te preocupes por ello ahora; no te preocupes demasiado. ¡Tan sólo céntrate en cómo debes entrar ahora mismo! Te garantizo que puedes ser hecha completa”. “¿Hasta qué punto? ¿Y de qué bendiciones puedo disfrutar?”. “¿Qué te preocupa tanto? Te garantizo que puedes ser hecha completa; ¿has olvidado que soy fiable?”. “Es verdad que eres fiable, pero algunos de Tus métodos de hablar están siempre cambiando. Hoy dices que Tú garantizas que yo pueda ser hecha completa, pero mañana tal vez digas que no es seguro. Y a algunas personas les dices: ‘Te garantizo que alguien como tú no puede ser hecho completo’. No sé qué ocurre con Tus palabras. Sencillamente no me atrevo a creerlo”. “Entonces, ¿puedes ofrecerte o no?”. “¿Ofrecer qué?”. “Ofrecer tu futuro, tus esperanzas”. “¡Uff! ¡Puedo renunciar a eso! Lo principal es el título de ‘contraste’; realmente no lo quiero. Si quitas de mí el título de ‘contraste”, estaré abierta a cualquier cosa, seré capaz de hacer lo que sea. ¿No son estos meros asuntos sin importancia? ¿Podrías eliminar esa designación?”. “¿No es esto demasiado fácil? Si puedo darte ese título también puedo retirarlo. Pero ahora no es el momento; debes completar tu experiencia de esta etapa de obra, y sólo entonces puedes ganar un nuevo título. Cuanto más sea alguien como tú, más necesita ser un contraste. Cuanto más te asuste ser un contraste, más te etiquetaré como tal. Una persona como tú debe ser estrictamente disciplinada y tratada. Cuanto más rebelde sea alguien, más será un hacedor de servicio y, al final, no ganará nada”. “Con esta clase de búsqueda, ¿por qué no puedo deshacerme del mote de ‘contraste’? Te hemos seguido todos estos años, y no hemos sufrido poco. Hemos hecho esto y aquello por Ti, hemos salido con viento y con lluvia. Todos tenemos veintimuchos años; estamos al final de nuestra juventud. No nos hemos casado ni formado una familia, y aquellos de nosotros que lo hemos hecho, no obstante hemos salido. Asistí a la escuela hasta la escuela secundaria; tan pronto como oí que habías llegado, renuncié a mi oportunidad de ir a la universidad. Y Tú dices que somos contrastes; ¡hemos sufrido tantas pérdidas! Hacemos todas etas cosas, pero resulta que somos Tus contrastes. ¿Qué pensarán mis compañeros de trabajo, mis colegas y mis amigos de mí por esto? Cuando me vean y me pregunten sobre mi posición y mi estatus, ¿cómo no voy a avergonzarme de decírselo? ¿Qué pensarían de mí? Al principio, pagué cualquier precio por creer en Ti, y los demás se burlaron todos de mí como si fuera un idiota. Pero yo seguí aún, y anhelé que llegara mi día, y lo vieran todos aquellos que no creían. Pero en vez de esto, hoy Tú me dices que soy un contraste. Si me dieras el más humilde de los títulos, si me permitieras ser una persona del reino, ¡estaría bien! ¡Aunque no pudiera ser Tu discípulo o Tu confidente, me conformaría con ser una seguidora Tuya! Te hemos seguido todos estos años, hemos renunciado a nuestras familias y ha sido tan difícil seguir buscando hasta ahora, ¡pero sólo tenemos el título de ‘contraste’! Lo he abandonado todo por Ti; he renunciado a todas las riquezas terrenales. Hace dos años, alguien me presentó a una pareja potencial. Era realmente apuesto y vestía muy bien; era hijo de alguien de alto cargo. No tenía un buen trabajo, era conductor, pero era realmente bien parecido, y en ese tiempo yo estaba interesada en él. Pero tan pronto como escuché que Tú ibas a conducirnos al reino, que nos perfeccionarías, y nos pediste que tuviéramos determinación, y que lo dejáramos todo atrás con rapidez, cuando me enteré de eso, ¡vi que no tenía ninguna determinación en absoluto! Me armé de valor y le rechacé. Él envió regalos a mi familia varias veces, pero yo ni los miré siquiera. En aquel momento, ¿dirías que me sentía disgustada? Algo tan bueno quedó en nada. ¿Cómo no iba a estar triste? Durante varios días estuve afectada hasta el punto de no poder dormir de noche, pero al final lo dejé ir. Cada vez que oraba me sentía conmovida por Tu Espíritu, que decía: ‘¿Estás dispuesta a sacrificarlo todo por Mí? ¿Estás dispuesta a erogarte por Mí?’. Cuando pensaba en esas palabras tuyas, lloraba. Estaba conmovida y lloraba de tristeza más veces de las que puedo recordar. Más tarde, él vino unas cuantas veces a mi casa, pero yo no lo vi ni una. Ahora, incluso he olvidado cómo era; no lo reconocería. Un año después me enteré de que se había casado. Sobra decir que me sentí desdichada, pero renuncié a ello por amor a Ti. Desistí del matrimonio —no es necesario decir que mi comida y mi ropa no son buenas—; he renunciado a todo esto, ¡así que no deberías hacerme actuar como un contraste! Los demás dijeron que su padre es un alto cargo y que si nos casábamos me conseguiría un trabajo. Me torturé al respecto y luché con ello durante medio mes, pero al final lo superé. Desistí de mi matrimonio por ofrecerme a Ti, ¡el acontecimiento más importante de mi vida! Toda la vida de una persona se reduce a encontrar un buen compañero y tener una familia feliz. Dejé ir lo mejor, y ahora mis manos están vacías, y estoy completamente sola. ¿Dónde quieres hacerme ir? He sufrido desde que empecé a seguirte. No he tenido una buena vida. He renunciado a mi familia, a mi profesión, así como a todos los deleites de la carne, ¿y la totalidad del precio que todos nosotros hemos pagado sigue sin ser suficiente para disfrutar de Tus bendiciones? Así que ahora toca esta cosa del ‘contraste’. Dios, ¡de verdad te has pasado de la raya! Míranos; no tenemos nada en qué confiar en este mundo. Algunos de nosotros hemos renunciado a nuestros hijos, otros a nuestro trabajo, a nuestro cónyuge,[f] etc.; hemos desistido a todos los placeres carnales. ¿Qué más podemos esperar? ¿Cómo podemos seguir sobreviviendo en el mundo? ¿Estos precios que hemos pagados no valen un solo centavo? ¿Acaso no ves nada de esto? Nuestro estatus es bajo y nuestro calibre carente, lo reconocemos, pero ¿cuándo no hemos prestado atención a lo que querías que hiciéramos? ¿Ahora nos estás abandonando despiadadamente tan sólo con la ‘remuneración’ de ser contrastes? ¿El precio que hemos pagado sólo nos ha comprado el título de[g] ‘contraste’? Al final, la gente me preguntará qué he ganado con creer en Dios. ¿Puedo poner frente a ella la palabra[h] contraste? ¿Cómo puedo abrir mi boca para decir que soy un contraste? No puedo dar cuenta a mis padres, ni al que fue mi pareja potencial. A causa de Ti no tengo nada que hacer con mis condiscípulos. Me han enviado regalos, pero los he devuelto todos. Hay algunos que, por haberme enviado varias cosas que yo no he aceptado, ya no desean estar en contacto conmigo. He renunciado a estas cosas y ya no tomo parte en tratos seculares. He pagado tan alto precio, ¡y lo que consigo a cambio es ser un contraste! ¡Ah! ¡Me siento fatal!” (Se golpea los muslos y empieza a llorar). “Si te dijera que ahora no te daría el título de[i] contraste, sino que haría de ti una de Mi pueblo, y te hiciera difundir el evangelio, y si te diera estatus para que fueras a trabajar, ¿serías capaz de hacerlo? ¿Qué has ganado en realidad de un paso tras otro de esta obra? Y hasta has contado tu historia; ¡no tienes vergüenza! Dices que has pagado un precio, pero no has ganado nada. ¿Será que no te he dicho cuáles son Mis condiciones para obtener a una persona? ¿Para quién es mi obra? ¿Lo sabes? ¡Estás abriendo viejas heridas! ¿Sigues contando siquiera como ser humano? ¿Fue algún sufrimiento por tu propia voluntad? ¿Y no fue tu sufrimiento para lograr bendiciones? ¿Has satisfecho Mis requisitos? Lo único que quieres es conseguir bendiciones. ¡No tienes vergüenza! ¿Cuándo han sido Mis requisitos hacia ti obligatorios? Si estás dispuesta a seguirme, tienes que obedecerme en todas las cosas. No hables de condiciones. Después de todo, ya te advertí de antemano que esta senda es un camino de sufrimiento. Está cargado de posibilidades sombrías, de pocas cosas propicias. ¿Lo has olvidado? He repetido esto muchas veces. Si estás dispuesta a sufrir, entonces sígueme; y si no lo estás, detente. No te estoy obligando; ¡eres libre de venir o de marcharte! Sin embargo, así es como se realiza Mi obra, y no puedo retrasarla toda por tu rebeldía individual. Tal vez no estés dispuesta a obedecer pero hay otros que sí lo están. ¡Todos vosotros sois unos temerarios! ¡No te asusta nada! Estás discutiendo tus condiciones conmigo; ¡¿quieres seguir viviendo o no?! Haces tus propios planes y peleas por tu propia fama y beneficio. ¿No es toda mi obra para vosotros? ¿Estás ciega? Antes de encarnarme, no podías verme, y esas palabras serían perdonables, pero ahora estoy encarnado y estoy trabajando en medio de vosotros, ¿y sigues sin poder ver? ¿Qué es lo que no entiendes? Afirmas que has sufrido pérdida; por ello, me he hecho carne para salvaros, gente temeraria, y he realizado tanta obra, y hasta ahora sigues quejándote; ¿dirías que Yo he sufrido? ¿Acaso lo que he hecho no ha sido por vosotros? Tengo este título para las personas, en base a su estatura actual. Si te llamo ‘contraste’, eres un contraste ahora mismo. Si te llamo ‘pueblo de Dios’, en este momento eres pueblo de Dios. Lo que Yo te llame, eso eres. ¿No es todo tal como Yo lo digo? ¿Y esta palabra mía es tan irritante para ti? Bueno, entonces, ¡perdóname! Si no obedeces ahora, al final serás maldecida; ¿serás feliz entonces? No prestas atención al camino de la vida, sino que te enfocas solamente en tu estatus y en tu título; ¿cómo es tu vida? No niego que has pagado un gran precio, pero echa un vistazo a tu propia estatura y a tu práctica, e incluso ahora sigues discutiendo tus condiciones. ¿Es esta la estatura que has conseguido por tu determinación? ¿Tienes todavía alguna personalidad? ¿Tienes conciencia? ¿He sido Yo quien ha hecho algo mal? ¿Eran Mis requisitos para ti un error? ¿Qué es? Yo quería que actuaras como un contraste durante unos cuantos días, y no estás dispuesta a ello. ¿Qué tipo de determinación es esta? Todos vosotros carecéis de voluntad, ¡sois cobardes! ¡Castigar a gente como tú se da por supuesto!”. Dicho esto, ella no pronunció palabra.

Para experimentar este tipo de obra ahora, debéis tener cierta comprensión de las etapas de la obra y de los métodos para transformar a las personas. Esta es la única manera de lograr resultados en la transformación. En vuestra búsqueda tenéis demasiadas nociones, esperanzas y futuros individuales. La obra presente es para tratar con vuestro deseo de estatus y vuestros deseos extravagantes. Las esperanzas, el deseo de[j] estatus y las nociones son, todos ellos, representaciones clásicas del carácter satánico. La razón de que estas cosas existan en el corazón de las personas se debe, por completo, a que el veneno de Satanás siempre está corroyendo los pensamientos de las personas, y estas no son nunca capaces de sacudirse esas tentaciones satánicas. Viven en medio del pecado, sin embargo, no creen que sea pecado, y siguen creyendo: “Creemos en Dios, así que Él debe conceder bendiciones sobre nosotros y disponerlo todo para nosotros de la forma adecuada. Creemos en Dios, así que debemos ser superiores a los demás, y tener más estatus y más futuro que cualquier otro. Dado que creemos en Dios, Él debe proporcionarnos bendiciones ilimitadas. De otro modo, no lo denominaríamos creer en Dios”. Durante muchos años, los pensamientos en los que se han apoyado las personas para sobrevivir han corroído sus corazones hasta el punto de volverse asustas, cobardes y despreciables. No sólo carecen de fuerza de voluntad y determinación, sino que también se han vuelto avariciosos, arrogantes y obstinados. Carecen absolutamente de cualquier determinación que trascienda el yo, más aún, no tienen ni una pizca de valor para sacudirse la esclavitud de esas influencias oscuras. Los pensamientos y la vida de las personas están podridos, sus perspectivas de creer en Dios siguen siendo insoportablemente feas, e incluso cuando las personas hablan de sus perspectivas de la creencia en Dios, sencillamente es insoportable de oír. Todas las personas son cobardes, incompetentes, despreciables, a la vez que frágiles. No sienten repugnancia por las fuerzas de la oscuridad ni amor por la luz y la verdad, sino que hacen lo máximo por expulsarlas. ¿No son vuestros pensamientos y vuestras perspectivas actuales exactamente así? “Como creo en Dios, deberían lloverme las bendiciones y se me tendría que asegurar que mi estatus nunca bajará y que es superior al de los incrédulos”. No habéis estado albergando ese tipo de perspectiva en vuestro interior durante uno o dos años solamente; ha estado ahí durante muchos años. Vuestra mentalidad transaccional está exageradamente desarrollada. Aunque habéis llegado hoy hasta esta etapa, seguís sin renunciar al estatus, y en su lugar estáis luchando siempre para “inquirir” sobre él y observarlo a diario, con el profundo temor de que un día vuestro estatus se pierda y que vuestro nombre quede perjudicado. Las personas nunca han dejado a un lado su deseo de comodidad. En la actualidad se os castiga de esta forma y, al final, ¿qué grado de comprensión tendréis? Diréis que aunque vuestro estatus no es alto, habéis disfrutado la elevación de Dios. No tenéis estatus, porque nacisteis inferiores, y tener estatus se debe a la elevación de Dios, es lo que Él os concedió. Hoy sois capaces de recibir personalmente el entrenamiento de Dios, Su castigo y Su juicio. Esto es más Su elevación. Sois capaces de recibir personalmente Su purificación y Su abrasamiento. Esto es el gran amor de Dios. A lo largo de las eras no ha habido una sola persona que haya recibido Su purificación y Su abrasamiento ni que haya sido capaz de recibir el ser perfeccionada por Sus palabras. Dios os está hablando ahora cara a cara, purificándoos, revelando vuestra rebeldía interna; esto es verdaderamente Su elevación. ¿Qué pueden hacer las personas? Sean hijos de David o descendientes de Moab, en resumen, las personas son seres creados que no tienen nada de que jactarse. Como sois criaturas de Dios, debéis llevar a cabo el deber de una criatura. No hay más requisitos para vosotros. Y tú puedes orar y decir: “¡Oh Dios! Tenga estatus o no, ahora me entiendo a mí mismo. Si mi estatus es alto, se debe a Tu elevación; y si es bajo, se debe a Tu ordenación. Todo está en Tus manos. No tengo elección ni quejas. Tú ordenaste que yo naciera en este país, y entre este pueblo, y yo sólo debería ser obediente por completo bajo Tu dominio, porque todo está dentro de lo que Tú has ordenado. No me enfoco en el estatus; después de todo, sólo soy una en medio de la creación. Si Tú me has colocado en el abismo sin fondo, en el lago de fuego y azufre, no soy más que una criatura. Si Tú me usas, soy una criatura. Si Tú me perfeccionas, sigo siendo una criatura. Si Tú no me perfeccionas, todavía te amaré, porque no soy más que una creación. No soy más que una criatura minúscula, creada por el Señor de la creación, tan sólo una entre los seres humanos creados. Fuiste Tú quien me creaste, y ahora me has vuelto a colocar en Tus manos, para que esté a Tu merced. Estoy dispuesto a ser Tu herramienta y Tu contraste, porque todo es lo que Tú has ordenado. Nadie puede cambiarlo. Todas las cosas y todos los acontecimientos están en Tus manos”. Cuando llegue ese tiempo, ya no te centrarás en el estatus, y te quitarás eso de encima. Sólo entonces serás capaz de buscar confiadamente y con valor, y tu corazón podrá ser libre de cualquier cohibición. Una vez hayan sido liberadas las personas, cuando hayan salido de esto, ya no tendrán más preocupaciones. ¿Cuáles son las preocupaciones de la mayoría de vosotros ahora? Siempre estáis cohibidos por el estatus, y siempre buscáis vuestras propias perspectivas. Tomáis los libros y sus páginas, sin ver lo que se dice respecto al destino de la humanidad; hojeáis un poco más, pero seguís sin encontrarlo. Pensáis:[k] “¿Cómo puede no haber perspectivas? ¿Será que Dios las ha retirado? ¡No puede ser! Entonces, ¿por qué no hay ninguna? Dios sólo habla de contrastes; ¿no hay nada más?”. Ahora sois seguidores, y poseéis cierto entendimiento de esta etapa de la obra. Sin embargo, todavía no habéis dejado a un lado vuestro deseo de estatus. Cuando este es alto, buscáis bien, pero cuando es bajo, dejáis de buscar. Las bendiciones del estatus siempre están en vuestra mente. ¿Por qué la mayoría de las personas no pueden salir de la negatividad? ¿No es siempre a causa de las perspectivas sombrías? Tan pronto como se emiten las declaraciones de Dios, os apresuráis para ver cuáles son vuestro estatus y vuestra identidad en realidad. Colocáis el estatus y la identidad en primer lugar, y la visión viene en segundo lugar. Lo tercero es aquello a lo que deberíais entrar, y lo cuarto es la voluntad actual de Dios. Primero consideráis si el título de Dios para vosotros como “contrastes” ha cambiado o no. Leéis y leéis, y cuando veis que se ha eliminado el título de “contraste”, os alegráis y dais constantemente gracias a Dios, alabáis Su gran poder. Pero tan pronto como vislumbráis que seguís siendo contrastes, os disgustáis, e inmediatamente dejáis de tener impulso en vuestro corazón. Cuanto más busques de esta forma, menos recogerás. Cuanto mayor sea el deseo de estatus en la persona, mayor será la seriedad con la que sea tratada y tendrá que experimentar mayor refinamiento. ¡Ese tipo de persona es demasiado inútil! Tiene que ser tratada y juzgada lo suficiente como para que renuncie a ello por completo. Si perseguís de esa manera hasta el final, nada recogeréis. Aquellos que no persiguen la vida no pueden ser transformados; los que no tienen sed de la verdad no pueden ganarla. No te centras en perseguir la transformación personal y entrar; siempre te enfocas en esos deseos extravagantes, y en las cosas que cohíben tu amor por Dios, y te frenan de acercarte a Él. ¿Pueden transformarte esas cosas? ¿Pueden introducirte en el reino? Si el objeto de tu búsqueda no es buscar la verdad, entonces más te valdría aprovechar esta oportunidad, regresar al mundo, y tener éxito. Perder tu tiempo de esta forma no merece realmente la pena; ¿por qué torturarte? ¿No podrías disfrutar de todo tipo de cosas en el hermoso mundo? Dinero, hermosas mujeres, estatus, vanidad, familia, hijos, etc.; ¿no son todos estos productos del mundo las mejores cosas de las que podrías disfrutar? ¿De qué vale vagar por aquí, y buscar un lugar donde poder ser feliz? El Hijo del Hombre no tiene donde recostar Su cabeza; ¿cómo podrías tener tú, pues, un lugar de comodidad? ¿Cómo podría Él crearte un hermoso lugar de comodidad? ¿Es esto posible? Al margen de Mi juicio, hoy sólo puedes recibir enseñanzas sobre la verdad. No puedes conseguir de Mí la comodidad ni el nido feliz en el que piensas noche y día. No te concederé las riquezas del mundo. Si buscas de una forma genuina, estoy dispuesto a darte el camino de vida en su totalidad, a que seas como un pez que regresa al agua. Si no buscas de forma genuina, lo retiraré todo. ¡No estoy dispuesto a dar las palabras de Mi boca a esas personas que son avariciosas de comodidad, y son como cerdos y perros!

De "La Palabra manifestada en carne"

Notas al pie:

a. El texto original omite “Estoy dispuesta”.

b. El texto original omite “las palabras”.

c. El texto original omite “se preguntaron”.

d. El texto original omite “el título de”.

e. El texto original omite “y dijeron”.

f. El texto original omite “cónyuge”.

g. El texto original omite “el título de”.

h. El texto original omite “la palabra”.

i. El texto original omite “el título de”.

j. El texto original omite “el deseo de”.

k. El texto original omite “pensáis”.

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