lunes, 11 de marzo de 2019

La palabra de Dios | Dios es la fuente de vida para todas las cosas (IV) Parte 2



1. Cómo gobierna y administra Dios el mundo espiritual
1) El ciclo de la vida y la muerte de los incrédulos
Para cualquier alma, el papel que desempeña después de reencarnarse —el papel que tiene en esta vida—, la familia en la que nace y cómo es su vida está estrechamente relacionado con su vida pasada. Todos los tipos de persona vienen al mundo del hombre, y los papeles que desempeñan son diferentes, así como las tareas que llevan a cabo. ¿Y qué tareas son estas? Algunas personas vienen a pagar una deuda: si debían demasiado dinero a otros en su vida anterior, pagan una deuda. En cambio, otras han venido a cobrar una deuda: las estafaron demasiadas cosas y demasiado dinero en su vida anterior, y por eso cuando llegan al mundo espiritual, este les hará justicia y les permitirá cobrar su deuda en esta vida. Algunas personas han venido para pagar una deuda de gratitud: durante su vida anterior —antes de morir—, alguien fue bueno con ellas, y en esta vida se les ha dado una gran oportunidad de reencarnarse y, por tanto, nacen de nuevo para devolver esta deuda de gratitud. Otras, sin embargo, han vuelto a nacer en esta vida para reclamar una vida. ¿La vida de quién? La de la persona que las mató en su vida anterior. En resumen, la vida presente de cada persona guarda una estrecha relación con su vida anterior, están inseparablemente conectadas. Es decir, la vida presente de cada persona se ve inmensamente afectada por la anterior. Por ejemplo, antes de morir, Zhang estafó a Li una gran cantidad de dinero. ¿Tiene, pues, Zhang una deuda con Li? Si la tiene, ¿es natural que Li recupere esa deuda de Zhang? Así pues, después de morir, existe una deuda entre ellos que debe saldarse; cuando se reencarnen y Zhang vuelva a ser humano, ¿cómo recuperará Li su deuda de él? Una forma es que Li recupere la deuda naciendo como hijo de Zhang, y que este sea su padre. Esto sería lo que ocurre en esta vida, en la presente. Zhang, el padre de Li, gana mucho dinero y Li lo despilfarra. Por mucho dinero que gane Zhang, su hijo Li le “ayuda” a gastarlo. Por mucho que gane Zhang, nunca es suficiente; por alguna razón, su hijo acaba siempre gastando el dinero de su padre de diferentes maneras y medios. Zhang está desconcertado: “¿Qué está pasando? ¿Por qué ha sido mi hijo siempre un gafe? ¿Por qué son tan buenos los hijos de otras personas? ¿Por qué no tiene mi hijo ambición? ¿Por qué es tan inútil e incapaz de ganar dinero? ¿Por qué tengo que mantenerlo siempre? Mientras tenga que mantenerlo lo haré, ¿pero por qué necesita siempre más dinero, por mucho que le dé? ¿Por qué no puede tener un trabajo diario honrado? ¿Por qué es un holgazán, que come, bebe, va a prostíbulos, apuesta y todo eso? ¿Qué demonios está pasando?”. Zhang piensa entonces por un momento: “¿Será porque le debía algo en la vida pasada? Ah, podría ser que yo tuviera una deuda con él en la vida anterior. Bien, entonces, ¡la pagaré! ¡Esto no acabará hasta que la pague en su totalidad!”. Puede que llegue el día en que Li recupere realmente su deuda, y cuando tenga cuarenta o cincuenta años, llegará el día en que se arrepienta: “¡No he hecho ni una sola cosa buena durante la primera mitad de mi vida! He despilfarrado todo el dinero que mi padre ganó; ¡debería ser una buena persona! Me armaré de valor: seré alguien honesto, que vive apropiadamente, ¡y nunca más entristeceré a mi padre!”. ¿Por qué piensa esto? ¿Por qué cambia repentinamente a mejor? ¿Existe una razón para ello? ¿Cuál es la razón? En realidad, es porque ha recuperado su deuda; esta ha sido pagada. Y así, hay causa y efecto. La historia empezó hace mucho, mucho tiempo, antes de que ambos nacieran y, por tanto, esta historia de su vida pasada se ha traído hasta la presente, y ninguno puede culpar al otro. Por muchas cosas que Zhang enseñara a su hijo, este nunca escuchaba y nunca hizo un trabajo diario honrado; sin embargo, el día en que se saldó la deuda, no hubo necesidad de enseñarle; su hijo entendió de forma natural. Este ejemplo es simple, y sin duda hay otros muchos. ¿Y qué les dice a las personas? (Que deberían ser buenos.) Que no deberían hacer el mal, ¡y que habrá retribución para las maldades! La mayor parte de los incrédulos, como puedes ver, comete muchas maldades, y sus fechorías acaban encontrando la retribución, ¿verdad? ¿Pero es esta retribución arbitraria? Todo lo que encuentra retribución tiene un trasfondo y una razón. ¿Piensas que no te pasará nada después de estafar dinero a alguien? ¿Piensas que después de haberles timado no habrá consecuencias para ti, tras haberte quedado con su dinero? Eso sería imposible: uno recibe lo que da; ¡esto es totalmente correcto! Es decir, independientemente de quiénes sean, de que crean o no que existe un Dios, las personas tienen que ser responsables de su conducta y cargar con las consecuencias de sus acciones. Con respecto a este ejemplo simple —Zhang es castigado, Li es retribuido—, ¿es justo? Lo es. Cuando las personas hacen cosas así, se produce ese tipo de resultado. ¿Y está separado de la administración del mundo espiritual? Es inseparable de ella. A pesar de la incredulidad de los que no creen en Dios, su existencia está sujeta a edictos y decretos celestiales de los que nadie puede escapar; por muy elevada que sea su posición en el mundo del hombre, nadie puede evitar esta realidad.

Los que no tienen fe creen a menudo que todo lo que se puede ver existe, y lo que no puede verse, o está muy lejos de las personas, no. Prefieren creer que no hay un “ciclo de la vida y la muerte”, que no hay “castigo”, y por tanto pecan y cometen maldades sin escrúpulos, tras lo cual son castigados, o se reencarnan en un animal. La mayoría de las diversas personas que componen el grupo de los incrédulos caen en este círculo vicioso. ¿Y por qué ocurre esto? Porque desconocen que el mundo espiritual es estricto en su administración de todos los seres vivientes. Tanto si crees como si no, esta realidad existe, porque ni una sola persona u objeto puede escapar del ámbito de lo observado por los ojos de Dios, y ni una sola persona u objeto pueden escapar de las reglas y limitaciones de los edictos celestiales y los decretos de Dios. Por eso te pongo este ejemplo simple; independientemente de si crees o no en Dios, es inaceptable pecar y cometer maldades; hay consecuencias, y esto es absoluto. Cuando alguien que le timó dinero a otro es castigado así, ese castigo es imparcial, razonable y justo. El mundo espiritual penaliza un comportamiento habitual como este y lo castiga por los decretos y los edictos celestiales de Dios, y una conducta tan malvada y profundamente criminal —violar y saquear, defraudar y engañar, robar y hurtar, asesinar y provocar incendios, etc.— está aún más sujeta a una variedad de castigos de diversa severidad. ¿Y qué incluyen estos castigos de severidad variada? Algunos de ellos utilizan el tiempo para establecer el nivel de severidad; unos lo hacen por medio de diferentes metodologías, y otros a través del lugar al que van las personas cuando se reencarnan. Por ejemplo, algunas personas son malhabladas. ¿A qué se refiere “malhablado”? Significa maldecir a los demás y emplear un lenguaje soez, que maldice a las personas. ¿Qué indica un lenguaje soez? Indica que quien lo emplea tiene un corazón necio. El lenguaje soez que maldice a las personas procede con frecuencia de la boca de tales personas, y viene acompañado de graves consecuencias. Después de que estas personas hayan muerto y recibido el castigo adecuado, pueden volver a nacer siendo mudos. Algunas personas son muy calculadoras cuando están vivas, suelen aprovecharse de los demás, sus pequeños ardides están particularmente bien planeados, y hacen muchas cosas que dañan a los demás. Cuando vuelven a nacer, pueden hacerlo como alguien estúpido o disminuido psíquico. Algunos espían a menudo la privacidad de otros; sus ojos ven muchas cosas que no deberían conocer, y saben muchas cosas que no deberían saber, por lo que cuando vuelven a nacer, pueden ser ciegos. Algunos son muy diestros cuando están vivos, pelean frecuentemente, y cometen mucha maldad y, por tanto, cuando vuelven a nacer pueden ser discapacitados, lisiados o mancos, jorobados o con el cuello torcido. Pueden caminar con cojera o tener una pierna más corta que la otra, etc. Y así, están sometidos a diferentes castigos según el nivel de maldad que cometieron mientras vivían. ¿Y qué me decís? ¿Por qué hay personas con los ojos torcidos? ¿Hay muchas personas así? Hoy las hay en cantidad. Algunos tienen los ojos torcidos porque en su vida pasada usaron demasiado sus ojos, hicieron demasiadas cosas malas, y por eso cuando nacen en esta vida sus ojos están torcidos, y en casos graves incluso están ciegos. ¿Piensas que es agradable mirar a estas personas que tienen los ojos torcidos? ¿Dan una buena impresión? Ves que tienen una buena estructura facial, su piel es clara y pálida, tienen los ojos grandes y los párpados dobles; pero desgraciadamente uno de sus ojos está torcido. ¿Qué aspecto tienen? ¿No afecta esto por completo a la apariencia de la persona? Y con este impacto, ¿qué tipo de vida tienen? Cuando conocen a otros, piensan de sí mismos: “¡Oh, tengo los ojos torcidos! No debo mirar tanto a las personas, no quiero que los vean. Tengo que hablar con la cabeza inclinada, no puedo mirarlos a la cara”. Sus ojos torcidos afectan a su forma de mirar las cosas, y a su capacidad de mirar a las personas a la cara. ¿No han perdido así el uso de sus ojos? ¿No se han compensado así los excesos de su vida anterior? Por tanto, en la siguiente vida, no se atreverán a hacer nada tan malo. ¡Esto es retribución!

Algunas personas se llevan bien con los demás antes de morir, hacen muchas cosas buenas por los que están a su alrededor, por sus seres queridos, sus amigos, sus colegas o por los que tienen relación con ellas. Ayudan a los demás, son caritativas y se preocupan por ellos, o los ayudan económicamente; otros tienen una buena opinión de ellos, y cuando estas personas vuelven al mundo espiritual no son castigadas. Que un incrédulo no sea castigado en forma alguna significa que fue una buena persona. En lugar de creer en la existencia de Dios, sólo lo hace en el Viejo Hombre en el Cielo. Sólo cree que hay un espíritu sobre él observando todo lo que él hace; eso es todo lo que cree. ¿Y cuál es el resultado? Se comporta mucho mejor. Estas personas tienen un corazón bueno y caritativo, y cuando regresan finalmente al mundo espiritual, este las tratará muy bien y pronto se reencarnarán y volverán a nacer. ¿Y a qué tipo de familia llegarán? Aunque no serán ricas, la vida familiar será tranquila, habrá armonía entre sus miembros, pasarán días felices y serenos, todos estarán gozosos y tendrán una buena vida. Cuando alcance la edad adulta, tendrá muchos hijos e hijas, y muchos parientes; sus hijos serán talentosos y disfrutarán del éxito, y ellos y su familia disfrutarán de una buena fortuna. Y ese resultado está muy conectado con la vida pasada de la persona. Es decir, toda su vida, hasta después de morir, adónde va cuando se reencarna, si es varón o mujer, cuál es su misión, qué cosas afrontarán en la vida, sus contratiempos, qué bendiciones disfrutan, a quién conocen, qué les pasará; nadie puede predecir esto, evitarlo ni esconderse de ello. Dicho de otro modo, después de que tu vida se haya establecido, en lo que te ocurre, por mucho que intentes evitarlo, y por cualquier medio que intentes eludirlo, no tienes forma de violar el curso vital que Dios ha establecido para ti en el mundo espiritual. Y es que cuando te reencarnas, el destino de tu vida ya se ha establecido. Sea bueno o malo, todos deben enfrentarse a esto, y tienen que seguir adelante; este es un asunto que nadie que vive en este mundo puede evitar, y ningún otro es más real. Bien, habéis entendido todo esto, ¿verdad?

Una vez comprendido esto, ¿veis que Dios tiene controles y una administración muy exigentes y rigurosos para el ciclo de la vida y de la muerte de los incrédulos? En primer lugar, Dios ha establecido diversos edictos celestiales, decretos y sistemas en el reino espiritual; después de la declaración de los mismos, estos se llevan a cabo tal como Dios los estableció, por seres que ocupan diversas posiciones oficiales en el mundo espiritual, y nadie se atreve a violarlos. Y así, en el ciclo de la vida y de la muerte de la humanidad en el mundo del hombre, tanto si alguien se reencarna como animal o como persona, existen leyes para ambos casos. Y al proceder estas leyes de Dios, nadie se atreve a quebrantarlas ni es capaz de hacerlo. El mundo material que las personas ven es regular y está ordenado únicamente por esa soberanía de Dios, y gracias a que estas leyes existen. Sólo por esa soberanía de Dios la humanidad puede coexistir pacíficamente con el otro mundo que es del todo invisible para la humanidad, y puede vivir en armonía con él. Todo esto es inextricable desde la soberanía de Dios. Tras la muerte de la vida carnal de un alma, esta sigue viva. ¿Qué pasaría, pues, si no tuviera la administración de Dios? El alma vagaría por todo el lugar, entrometiéndose en todas partes, y dañaría incluso a las cosas vivientes en el mundo de la humanidad. Ese daño no sólo se produciría contra la humanidad, sino también contra plantas y animales; pero las primeras en sufrir daño serían las personas. Si esto ocurriera, si dicha alma estuviera sin administración y realmente hiciera daño a las personas, y cometiera maldades, también se llevaría a cabo un tratamiento adecuado de la misma en el mundo espiritual: si las cosas fueran graves, el alma dejaría pronto de existir, sería destruida; de ser posible, se colocaría en algún lugar y se reencarnaría. Es decir, la administración de las diversas almas por parte del mundo espiritual se ordena y se lleva a cabo según unos pasos y unas reglas. Es sólo gracias a esa administración que el mundo material del hombre no ha caído en el caos, que la humanidad del mundo material posee una mentalidad normal, una racionalidad normal y una vida carnal ordenada. Sólo después de que la humanidad tenga una vida normal así serán capaces los que viven en la carne de continuar desarrollándose y reproduciéndose a lo largo de las generaciones.

¿Qué pensáis de las palabras que acabáis de oír? ¿Son nuevas para vosotros? ¿Y qué sentís después de que os haya dicho estas palabras hoy? Aparte de ser nuevas, ¿sentís algo más? Decidme. (Las personas deberían comportarse bien, y veo que Dios es grande y temible.) (Siento más reverencia hacia Dios; en el futuro seré más cauto cuando me ocurra algo, me comportaré mejor en lo que digo y hago.) (Habiendo oído la enseñanza de Dios acerca de cómo se ocupa Él del fin de diversos tipos de personas, en un aspecto siento que el carácter de Dios no permite ninguna ofensa, y que debería venerarlo a Él; y en otro aspecto, soy consciente de qué tipo de persona agrada a Dios, y cuál no, y por tanto quiero ser una de esas que le gustan.) ¿Veis que Dios tiene principios en Sus actos en este ámbito? ¿Cuáles son los principios por los cuales actúa? (Él establece el fin de las personas según todo lo que hacen.) Esto es en cuanto a los diversos finales para los incrédulos de los que acabamos de hablar. Cuando se trata de los incrédulos, ¿es el principio subyacente a las acciones de Dios el de recompensar a los buenos y castigar a los malvados? ¿Veis que hay un principio en las acciones de Dios? Deberíais ser capaces de ver que lo hay. Los incrédulos no creen realmente en Dios, no obedecen Sus orquestaciones y no son conscientes de Su soberanía, y mucho menos lo reconocen a Él. Y lo más grave, blasfeman contra Dios, y lo maldicen, y son hostiles hacia los que creen en Él. Aunque estas personas tienen semejante actitud hacia Dios, Su administración de ellas sigue sin desviarse de Sus principios; Él las administra de una forma ordenada de acuerdo con Sus principios y Su carácter. ¿Cómo considera Dios su hostilidad? ¡Como ignorancia! Y así ha hecho que estas personas —la mayoría de los incrédulos— se hayan reencarnado alguna vez como animales. Así pues, ¿qué dirías tú que son los incrédulos a los ojos de Dios? (Ganado.) A los ojos de Dios, son de ese tipo, son ganado. Dios administra el ganado y a la humanidad, y tiene los mismos principios para esta clase de personas. Incluso en la administración de estas por parte de Dios y Sus acciones hacia ellas, se sigue viendo Su carácter y las leyes para Su dominio sobre todas las cosas. Y así, ¿veis la soberanía de Dios en los principios por los cuales Él administra a los incrédulos de los que acabo de hablar? ¿Veis el carácter justo de Dios? (Lo vemos.) Veis la soberanía de Dios y Su carácter. Es decir, no importa de cuál de todas estas cosas se ocupe, Dios actúa de acuerdo con Sus propios principios y carácter. Esta es la esencia de Dios. Él no rompería descuidadamente con los decretos o edictos celestiales que estableció porque considere a este tipo de personas como ganado; Dios actúa según principios, sin el más mínimo desorden; Sus acciones no se ven afectadas en absoluto por ningún factor, y no importa lo que haga, todo se rige por Sus propios principios. Esto se decide por el hecho de que Dios tiene la esencia de Dios mismo, que es una esencia exclusiva no poseída por ningún ser creado. Dios es meticuloso y responsable en Su gestión, Su enfoque, Su dirección, Su administración y Su gobierno de cada objeto, persona y cosa viviente entre todas las cosas que creó, y nunca ha sido descuidado en esto. Para aquellos que son buenos, Él es misericordioso y bueno. A los que son malvados les inflige un castigo implacable; y para los diversos seres vivientes, hace disposiciones apropiadas de una forma oportuna y regular, de acuerdo con los diferentes requisitos del mundo de la humanidad en diferentes momentos, de forma que estos diversos seres vivientes se reencarnan según los papeles que desempeñan de una manera ordenada, y se mueven entre el mundo material y el espiritual de una forma ordenada. Esto es lo que la humanidad debería entender y conocer.

La muerte de un ser viviente, la terminación de una vida física, indica que el ser viviente ha pasado del mundo material al espiritual, mientras que el nacimiento de una nueva vida física indica que un ser viviente ha pasado del mundo espiritual al material y ha comenzado a acometer su papel, a desempeñar su papel. Tanto si es la partida como la llegada de un ser, ambas son inseparables de la obra del mundo espiritual. Cuando alguien llega al mundo material, Dios ya ha hecho disposiciones y definiciones apropiadas en el mundo espiritual para la familia a la que va, la era en la que llega, la hora en que lo hace y el papel que desempeña. Y, de esta forma, toda la vida de esta persona, las cosas que hace y las sendas que toma, procede de acuerdo con las disposiciones del mundo espiritual, sin el más mínimo error. En cambio, el momento en el que termina una vida física y la manera y el lugar en que lo hace son claros y discernibles para el mundo espiritual. Dios gobierna el mundo material y el espiritual, y no pospondrá el ciclo normal del alma de la vida y la muerte ni podrá cometer errores en las disposiciones de un ciclo de vida y muerte del alma. Cada uno de los alguaciles en los puestos oficiales del mundo espiritual lleva a cabo sus tareas, y hace lo que debería hacer, de acuerdo con las instrucciones y normas de Dios. Y así, en el mundo de la humanidad, todo fenómeno material observado por el hombre es ordenado, y no contiene caos. Todo esto se debe al gobierno ordenado de todas las cosas por parte de Dios, así como a que la autoridad de Dios lo domina todo, y todo aquello sobre lo que Él gobierna incluye el mundo material en el que vive el hombre y, además, el mundo espiritual invisible detrás de la humanidad. Por tanto, si la humanidad desea tener una buena vida, y desea vivir en un buen entorno, además de ser provista con todo el mundo material visible, debe serlo también con el espiritual, el que nadie puede ver, el que gobierna a todo ser viviente por causa de la humanidad, y que es ordenado. Por lo tanto, cuando se dice que Dios es la fuente de vida para todas las cosas, ¿no hemos añadido nuestra conciencia y entendimiento de “todas las cosas”?

2) El ciclo de la vida y la muerte de las diversas personas de fe
Acabamos de exponer el ciclo de la vida y de la muerte de la primera categoría: los incrédulos. Ahora, expongamos el de la segunda: las diversas personas de fe. “El ciclo de la vida y de la muerte de las diversas personas de fe” es también un tema muy importante, y es conveniente que tengáis algún entendimiento del mismo. Primero, hablemos de la fe a la que se refiere la “fe” en la expresión “personas de fe”: significa judaísmo, cristianismo, catolicismo, islam y budismo; estas cinco religiones principales. Además de los incrédulos, las personas que creen en estas cinco religiones ocupan una gran parte de la población del mundo. Entre estas cinco religiones, aquellos que han hecho una carrera de su creencia —seguidores que trabajan a tiempo completo para su fe— son pocos, aunque las mismas tienen muchos creyentes. Sus creyentes van a un lugar diferente cuando mueren. ¿“Diferente” de quién? De los incrédulos, las personas sin fe de las que acabamos de hablar. Después de morir, los creyentes de estas cinco religiones van a otro lugar, un lugar diferente al de los incrédulos. El mundo espiritual también emitirá un juicio sobre ellos con base en todo lo que hicieron antes de morir, tras lo cual serán procesados en consecuencia. ¿Pero por qué se pone a estas personas en otro lugar para procesarlas? Existe una razón importante para ello. ¿Y cuál es esta razón? Os lo contaré usando un ejemplo.

Tomemos el budismo: dejadme contaros una realidad. Un budista es, primeramente, alguien que se ha convertido al budismo, y es alguien que sabe cuál es su creencia. Cuando los budistas se cortan el pelo y se convierten en monje o monja, esto significa que se han apartado del mundo secular y han dejado atrás el clamor del mundo del hombre. Cada día cantan los sutras y sólo comen comida vegetariana, viven una vida ascética, y pasan sus días acompañados por la luz fría y débil de la lámpara de mantequilla. Pasan toda su vida de esta manera. Cuando su vida física termina, hacen un resumen de la misma, pero en sus corazones no saben adónde irán tras morir, con quién se encontrarán ni qué final tendrán; en sus corazones no tienen claras estas cosas. No han hecho otra cosa que pasar toda su vida acompañados por una fe, tras lo cual parten del mundo acompañados por deseos e ideales ciegos. Tal es la terminación de su vida física cuando dejan el mundo de los vivos, y cuando su vida física ha terminado, vuelven a su lugar original en el mundo espiritual. Si estas personas se reencarnan o no para regresar a la tierra y continuar su autocultivación depende de su conducta y autocultivación anterior a su muerte. Si no hicieron nada malo durante su vida, se reencarnarán y serán enviados rápidamente a la tierra de nuevo, donde se afeitarán de nuevo la cabeza y se convertirán en monjes o monjas. Lo harán de tres a siete veces: según el procedimiento de la primera vez, su cuerpo físico se autocultiva, tras lo cual mueren y regresan al mundo espiritual donde son examinados. Después de esto, si no hay problemas, pueden volver una vez más al mundo del hombre, y continuar su autocultivación, lo que quiere decir que pueden convertirse una vez más al budismo y continuar su autocultivación. Después de reencarnarse de tres a siete veces, regresarán una vez más al mundo espiritual al que van cada vez que su vida física acaba. Si sus diversas cualificaciones y su conducta en el mundo humano concuerdan con los edictos celestiales del mundo espiritual, desde este punto en adelante permanecerán allí; ya no se reencarnarán más como seres humanos ni habrá riesgo alguno de que se les castigue por hacer el mal en la tierra. No experimentarán este proceso nunca más. En su lugar, según sus circunstancias, adoptarán una posición en el ámbito espiritual, que es aquello a lo que los budistas hacen referencia como la consecución de la inmortalidad. Ahora lo entendéis, ¿verdad? ¿Y a qué se refiere la “consecución de la inmortalidad” en el budismo? Significa pasar a ser un oficial del mundo espiritual, y que no haya más oportunidad de reencarnación o castigo. Más aún, significa no sufrir más la irritación de ser humano después de reencarnarse. ¿Existe, pues, alguna oportunidad para ellos de reencarnarse como un animal? Definitivamente no. ¿Y qué significa esto? Que permanecen para asumir un papel en el mundo espiritual y ya no se reencarnan más como persona. Este es un ejemplo de inmortalidad conseguida.

¿Y qué ocurre con aquellos que no consiguen la inmortalidad? Cuando regresan al mundo espiritual, el alguacil pertinente los examina y verifica, comprobando que no se han autocultivado diligentemente ni han sido meticulosos cantando los sutras tal como lo prescribe el budismo; en vez de ello, cometieron muchas maldades e hicieron muchas cosas impías. Cuando vuelven al mundo espiritual, se celebra un juicio por sus maldades, tras el cual son castigados. No hay excepciones en esto. Así pues, ¿cuándo conseguirá la inmortalidad esta clase de persona? En la vida en la que no hagan el mal; cuando, tras retornar al mundo espiritual, se vea que no hicieron nada malo antes de morir. ¡De acuerdo! Siguen reencarnándose, siguen cantando los sutras, pasan sus días con la luz fría y débil de la lámpara de mantequilla, no matan a ningún ser viviente, no comen carne ni participan en el mundo del hombre, dejando sus problemas muy atrás, y no teniendo disputas con otros. Durante este proceso, no hacen el mal, tras lo cual vuelven al mundo espiritual, y después de que todas sus acciones y su comportamiento se hayan examinado, son enviados una vez más al mundo del hombre, en un ciclo que tiene lugar de tres a siete veces. Si no se producen alteraciones durante los mismos, su consecución de la inmortalidad no se verá afectada, y tendrán éxito. Este es un rasgo del ciclo de la vida y la muerte de todas las personas de fe: pueden conseguir la inmortalidad, y asumir una posición en el mundo espiritual. Esto es lo que los hace diferentes de los incrédulos. Primeramente, cuando están vivos en la tierra, ¿cuál es la conducta de los que pueden asumir una posición en el mundo espiritual? No deben cometer ningún mal en absoluto: asesinato, incendios provocados, violación o saqueo; si cometen fraude, engaño, hurto o robo, no pueden conseguir la inmortalidad. Es decir, si tienen alguna relación o afiliación con hacer el mal, no podrán escapar del castigo del mundo espiritual. Este lleva a cabo disposiciones adecuadas para los budistas que consiguen la inmortalidad: se les puede asignar la administración de aquellos que parecen creer en el budismo, y el Viejo Hombre en el Cielo, y se dará una jurisdicción a los budistas, que podrán administrar a los incrédulos, o ser un alguacil muy menor. Tal asignación tiene lugar de acuerdo con la naturaleza de estas almas. Este es un ejemplo del budismo.

Entre las cinco religiones de las que hemos hablado, el cristianismo es en cierto modo especial. ¿Y qué es especial en el cristianismo? Son personas que creen en el Dios verdadero. ¿Cómo pueden enumerarse aquí los que creen en el Dios verdadero? Porque el cristianismo reconoce meramente que hay un Dios, y se oponen a Él y le son hostiles. Han clavado una vez más a Cristo en la cruz, y se han enemistado con la obra de Dios de los últimos días, con el resultado de que han quedado al descubierto y se han visto reducidos a un grupo de fe. Como el cristianismo es un tipo de fe, está, sin duda, únicamente relacionado con la fe: es una especie de ceremonia, de denominación, de religión y algo apartado de la fe de aquellos que siguen verdaderamente a Dios. La razón por la que lo he enumerado entre las cinco religiones principales es que el cristianismo se ha visto reducido al mismo nivel que el judaísmo, el budismo y el islam. La mayor parte de los cristianos no creen que exista un Dios, o que Él gobierne sobre todas las cosas; y mucho menos creen en Su existencia. En su lugar, se limitan a emplear las Escrituras para hablar sobre teología, sirviéndose de esta para enseñar a las personas a ser amables, a soportar el sufrimiento, y a hacer cosas buenas. El cristianismo es este tipo de religión: sólo se concentra en teorías teológicas, no tiene absolutamente ninguna relación con la obra de Dios de gestionar y salvar al hombre, es la religión de aquellos que siguen a Dios pero a los que Él no reconoce. Sin embargo, Dios también tiene un principio para Su acercamiento a ellos. Él no los gestiona ni se ocupa de ellos de manera informal, a Su voluntad, del mismo modo que a los incrédulos. Su acercamiento a ellos es el mismo que a los budistas: si, mientras viven, los cristianos tienen autodisciplina, son capaces de regirse estrictamente por los Diez Mandamientos y los demás preceptos, y atenerse a las leyes en lo que estas exigen de su propia conducta, y si pueden hacer esto toda su vida, también tendrán que pasar la misma cantidad de tiempo pasando por los ciclos de la vida y de la muerte antes de alcanzar verdaderamente el presunto rapto. Después de conseguir este rapto, permanecen en el mundo espiritual, donde asumen una posición y pasan a ser uno de sus alguaciles. De igual manera, si perpetran maldades en la tierra, si son pecadores y cometen demasiados pecados, es inevitable que sean castigados y disciplinados con diversa severidad. En el budismo, conseguir la inmortalidad significa entrar en el Nirvana, ¿pero cómo lo llaman en el cristianismo? Se llama “entrar en el cielo” y ser “arrebatado”. Los que son verdaderamente arrebatados también pasan por el ciclo de la vida y de la muerte de tres a siete veces, tras lo cual, una vez muertos, vienen al mundo espiritual, como si se hubieran quedado dormidos. Si cumplen con los requisitos pueden quedarse y asumir un papel y, a diferencia de las personas en la tierra, no se reencarnarán de una forma simple ni según lo convencional.

Entre todas estas religiones, el final del que hablan y por el que se esfuerzan es el mismo que la consecución de la inmortalidad en el budismo, sólo que se consigue por diferentes medios. Todos son del mismo tipo. A las personas de estas religiones que son capaces de guardar estrictamente los preceptos religiosos en su conducta, a este grupo de personas, Dios le da un destino adecuado, un lugar apropiado al que ir, y lo gestiona apropiadamente. Todo esto es razonable, pero no es como la gente imagina. Ahora, habiendo oído lo que les ocurre a los cristianos, ¿cómo os sentís? ¿Os sentís tristes por ellos? ¿Simpatizáis con ellos? (Un poco.) No hay nada que pueda hacerse; sólo pueden culparse a sí mismos. ¿Por qué digo esto? La obra de Dios es verdadera, Él está vivo y es real, y Su obra tiene como objetivo a toda la humanidad y a toda persona; ¿por qué no aceptan esto los cristianos? ¿Por qué se oponen y persiguen a Dios como locos? Tienen suerte incluso de tener un final como este; ¿por qué sentís pena por ellos? Que se les trate de esta forma demuestra una gran tolerancia. Deberían ser destruidos con base en su grado de oposición a Dios; pero Él no lo hace, y simplemente trata al cristianismo de la misma forma que a una religión ordinaria. ¿Es, pues, necesario entrar en detalles sobre las otras religiones? ¿Cuáles son los valores de todas estas religiones? Que las personas sean buenas y no cometan maldades. Sufrir más dificultades, no hacer el mal, decir cosas agradables, hacer buenas obras, no maldecir a otros, no sacar conclusiones precipitadas sobre otros, distanciarse de las disputas, hacer buenas cosas, ser una buena persona; la mayoría de las enseñanzas religiosas son como estas. Y así, si estas personas de fe —estas personas de diversas religiones y denominaciones— son capaces de guardar estrictamente los preceptos religiosos, no cometerán grandes errores o pecados durante el tiempo que estén en la tierra, y después de reencarnarse de tres a siete veces, estas personas en general, los que son capaces de guardar estrictamente los preceptos religiosos, se quedarán para asumir un papel en el mundo espiritual. ¿Hay muchas personas así? No es fácil hacer el bien ni regirse por reglas y leyes religiosas. El budismo no permite a las personas comer carne; ¿podrías hacerlo? Si tuvieras que vestir túnicas grises y cantar sutras en un templo budista todo el día, ¿podrías hacerlo? No sería fácil. El cristianismo tiene los Diez Mandamientos y los demás preceptos; ¿son estos mandamientos y leyes fáciles de guardar? ¡No lo son! Veamos, por ejemplo, el maldecir a los demás: las personas son incapaces de cumplir esta norma, ¿verdad? Incapaces de frenarse, maldicen, y después de hacerlo ya no pueden volver atrás. ¿Y qué hacen entonces? ¡Confiesan sus pecados por la noche! No pueden refrenarse de maldecir a otros, y después de hacerlo sigue habiendo odio en sus corazones, y hasta llegan tan lejos como planear cuándo van a hacerles daño. En resumen, para los que viven en este dogma muerto, no es fácil dejar de pecar o cometer maldades. Y así, en cada religión, sólo unas pocas personas pueden alcanzar la inmortalidad. ¡Piensas que como muchas personas siguen estas religiones, muchos serán capaces de quedarse para asumir un papel en el reino espiritual! Pero no son tantos; sólo unos pocos son capaces de lograrlo. Generalmente es así para el ciclo de la vida y de la muerte de las personas de fe. Lo que las aparta es que pueden conseguir la inmortalidad, que es su diferencia con los incrédulos.

Fuente: Iglesia de Dios Todopoderoso

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