En la vida diaria, cuando oramos al Señor, a menudo le hablamos palabras vacías, deshonestas y agradables, así que Él nos oculta Su rostro y no escucha nuestras oraciones. Por ejemplo, oremos -¡Oh, Señor! Estoy dispuesto a amarte y satisfacerte… -, pero, luego, aún perseguimos el dinero y la fama. O también oremos -¡Oh, Señor! Estoy preparado para cargar mi cruz y seguirte-, sin embargo, cuando nos encontremos con enfermedades, persecuciones, tribulaciones y pruebas, llegaremos a quejarnos de Él, etc., tales oraciones son bastante imprácticas y falsas, sin duda, no serán elogiadas por el Señor. El Señor Jesús dijo: “Dios es espíritu, y los que le adoran deben adorarle en espíritu y en verdad” (Juan 4:24).
Dios dice: “Mientras oras, tu corazón debe estar en paz delante de Dios y debe ser sincero. Estás realmente teniendo comunión y orando con Dios; no debes engañar a Dios usando palabras elegantes”.
“El estándar más bajo que Dios exige de las personas es que le puedan abrir sus corazones. Si el hombre le da a Dios su corazón sincero y le dice lo que realmente hay dentro de su corazón, entonces Dios estará dispuesto a obrar en el hombre; Dios no quiere el corazón torcido del hombre sino su corazón puro y honesto. Si el hombre no le dice a Dios lo que de verdad hay en su corazón, entonces Dios no toca el corazón del hombre ni obra dentro de él. Por lo tanto, lo más crucial acerca de la oración es decirle a Dios las palabras de tu auténtico corazón, hablarle a Dios de tus defectos o de tu carácter rebelde y abrirte completamente a Él. Sólo entonces Dios estará interesado en tus oraciones; si no, Él ocultará Su rostro de ti. El criterio mínimo para la oración es que puedas guardar tu corazón en paz ante Dios y que no se aparte de Él. Tal vez, durante este periodo, no has obtenido una visión más nueva o más alta, pero debes usar la oración para mantener las cosas como están; no puedes retroceder. Esto es lo mínimo que debes alcanzar”.
De “La Palabra manifestada en carne”
“El estándar más bajo que Dios exige de las personas es que le puedan abrir sus corazones. Si el hombre le da a Dios su corazón sincero y le dice lo que realmente hay dentro de su corazón, entonces Dios estará dispuesto a obrar en el hombre; Dios no quiere el corazón torcido del hombre sino su corazón puro y honesto. Si el hombre no le dice a Dios lo que de verdad hay en su corazón, entonces Dios no toca el corazón del hombre ni obra dentro de él. Por lo tanto, lo más crucial acerca de la oración es decirle a Dios las palabras de tu auténtico corazón, hablarle a Dios de tus defectos o de tu carácter rebelde y abrirte completamente a Él. Sólo entonces Dios estará interesado en tus oraciones; si no, Él ocultará Su rostro de ti. El criterio mínimo para la oración es que puedas guardar tu corazón en paz ante Dios y que no se aparte de Él. Tal vez, durante este periodo, no has obtenido una visión más nueva o más alta, pero debes usar la oración para mantener las cosas como están; no puedes retroceder. Esto es lo mínimo que debes alcanzar”.
De “La Palabra manifestada en carne”
De las palabras de Dios vemos que Dios nos exige que lo adoremos con el espíritu y sinceridad. Por lo tanto, debemos practicar decirle palabras sinceras y prácticas en vez de palabras exageradas y falsas. Cuando trabajemos por el Señor, pero tenemos ganas de perseguir al mundo y la riqueza, debemos decirle lo que pensamos y pidiéndole que nos guíe y nos ayude para que podamos dedicarnos a Él sinceramente; Y cuando dificultades nos lleguen, hemos de contarle nuestra situación real -¡Oh, Señor! Ahora estoy enfrentando dificultades y como consecuencia, estoy un poco débil. Quiero amarte, pero no puedo alcanzarlo. ¡Que conmuevas mi corazón para que no sea negativo por ellas!-, y luego, es imprescindible que colaboremos activamente con Él, que confiemos francamente en Él. En resumen, solo diciendo al Señor con sinceridad mientras lo oramos y nos acercamos siempre a Él en corazón, nuestras oraciones serán escuchadas y tendremos conocimiento más profundo de Él y nuestra vida crecerá constantemente.
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