viernes, 30 de octubre de 2020

La cara real de Job: verdadera, pura y sin falsedad

 


Testimonio de feLa cara real de Job: verdadera, pura y sin falsedad

Leamos lo siguiente: “Entonces Satanás salió de la presencia de Jehová y atormentó a Job con una sarna dolorosa desde la planta de sus pies hasta la parte superior de su cabeza. Y agarraba un pedazo de vasija para que se rascara y estaba sentado en medio de cenizas” (Job 2:7-8). Esta es una descripción de la conducta de Job cuando las llagas aparecieron por todo su cuerpo. En ese momento, se sentó sobre cenizas para soportar su dolor. Nadie trataba con él ni le ayudaba a aliviar el dolor de su cuerpo; tenía que usar un tiesto para rascarse las llagas. Superficialmente, era tan sólo una etapa en el tormento de Job, y no tiene relación con su humanidad ni con su temor de Dios, porque Job no dijo nada que pusiese de manifiesto su estado de ánimo ni sus opiniones, en aquel momento. Sin embargo, sus acciones y su conducta siguen siendo una expresión verdadera de su humanidad. En el relato del capítulo anterior leímos que Job era el más grande de todos los orientales. Mientras tanto, este pasaje del segundo capítulo nos muestra que este gran hombre de Oriente debía tomar un tiesto para rascarse, mientras estaba sentado en medio de las cenizas. ¿No existe un contraste obvio entre estas dos descripciones? Es un contraste que nos muestra el verdadero ser de Job: a pesar de su posición y estatus de prestigio, nunca los había amado ni les había prestado atención alguna; no le preocupaba cómo vieran otros su posición ni que sus acciones o conducta pudieran tener un efecto negativo en la misma; no se entregó al disfrute de los beneficios del estatus ni disfrutó de la gloria que venía con el estatus y la posición. Sólo le importaba su propia valía y el sentido de su vivir a los ojos de Jehová Dios. El verdadero ser de Job era su propia esencia: no amaba la fama ni la fortuna, ni vivía para ellas; era sincero, puro, y sin falsedad. 

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