No hace mucho, Dios me animó y me promovió a colaboradora regional. Un día, cuando estaba reunida con mis compañeros de trabajo, no pude evitar pensar dentro de mí: Debo hacerlo bien. Si me desempeñaba pobremente, ¿cómo me verían mis líderes y mis compañeros de trabajo? Como consecuencia, cuando discutíamos juntos un tema, en tanto que tuviera sólo un pequeño entendimiento del tema, entonces trataba de ser la primera en decir algo; sin embargo, cuando no tenía al alcance un entendimiento del tema y no podía decir nada, me ponía ansiosa. Durante esos pocos días de reuniones, me sentí muy cansada y especialmente ansiosa como si estuviera en algún campo de combate. Después, cavilé sobre lo que revelé y me di cuenta de que este tipo de situación simplemente se había reducido a mi propia vanidad y que no había un problema real.
Entonces un día, los líderes me avisaron de una reunión, me sentí particularmente emocionada cuando me enteré de que el supervisor convocaría la reunión y pensé: Parece que voy a ser entrenada, si lo hago bien y dejo una buena impresión, entonces tal vez seré promovida y cuando mi propia responsabilidad aumente, entonces mis compañeros de trabajo no sólo me admirarán, sino que también lo harán mis hermanos y hermanas. Así que en la reunión hablé con indecisión, temiendo que cualquier palabra inadecuada dejara una pobre impresión en mis líderes. Cuando la reunión finalmente terminó, me sentí animada aunque estaba ansiosa y cansada de los días anteriores y sentí que el futuro traía muchas promesas. Desde ese momento en adelante, mi “búsqueda” había aumentado considerablemente en fuerza.
Después de eso, lo de arriba publicó un sermón: “Entendiendo nuestra propia esencia corrupta antes de que seamos capaces de ponernos en el camino correcto de la creencia en Dios”, del cual vi que hay esto que decir: “En el pasado las personas sólo se enfocaban en sus anteriores transgresiones o en qué corrupciones habían revelado, en tanto que descuidaban analizar minuciosamente cada una de sus palabras y hechos, lo que pertenece a la corrupción de Satanás, lo que pertenece al veneno del gran dragón rojo, lo que pertenece al reino de las imaginaciones y nociones de las personas y lo que pertenece a las desviaciones y falsedades. Y también se deben analizar minuciosamente el propio estado mental y el ser interior, capturar las cosas escondidas en lo profundo del corazón y venir delante de Dios, y usar la verdad para examinarse, para conocer la propia corrupción y para ver el problema real de la corrupción. Que no haya la apariencia de transgresiones graves no quiere decir que no haya problemas dentro del alma. Es la malicia, el carácter y la naturaleza que yacen ocultos lo que es más difícil de resolver. Las personas no mueren de resfriados, son las enfermedades graves las que toman la vida”. Después de leer esto, no pude evitar pensar en mi propia psicología de las dos reuniones anteriores y pensé para mis adentros: ¿Qué naturaleza la dominó? En ese momento, comencé a buscar las correspondientes verdades para mi propia situación para poderla examinar y analizar minuciosamente.
Bajo la guía de Dios, vi la palabra de Dios: “[…] algunas personas idolatran de manera particular a Pablo: les gusta pronunciar discursos y trabajar fuera. Les gusta reunirse y hablar; les gusta que las personas los escuchen, los adoren, los rodeen. Les gusta tener estatura en opinión de los demás y aprecian que otros valoren su imagen. ¿Qué descubrimos respecto a la naturaleza de un hombre a partir de esta clase de conducta? Analicemos su naturaleza: ¿qué clase de naturaleza posee el tipo de persona que tiene esta clase de conducta? ¿Cómo podría resumirse verbalmente? Las personas corrientes no pueden ver a través de esto, sino que sólo ven la conducta. ¿Cuál es la relación entre la conducta y la naturaleza de la persona? ¿Cuál es su naturaleza? No puedes identificarla, ¿verdad? Si de verdad ella se comporta así, basta para mostrar que es arrogante y engreída. No adora a Dios en absoluto; busca un estatus elevado y quiere tener autoridad sobre otros, poseerlos, tener estatura en opinión de ellos. Esta es una imagen clásica de Satanás. Lo que destaca de su naturaleza es la arrogancia y el engreimiento, la negativa a adorar a Dios, y un deseo de recibir la adoración de los demás. ¿No es ésta su naturaleza? Puedes verla con claridad a partir de estas conductas” (de ‘Cómo conocer la naturaleza del hombre’ en “Registros de las pláticas de cristo”). Reiteradamente traté de descifrar cada palabra de Dios y las comparé con mis propios pensamientos, palabras y hechos; sólo entonces vi la verdad. La razón por la que estaba particularmente nerviosa y sujeta al control en la reunión ¿no fue para que los demás me pusieran atención o me valoraran? ¿No fue sólo para obtener un estatus más alto y tener más personas que me admiraran? Cuando sentí que los líderes pensaban muy bien de mí, pensé que mi propio futuro estaba lleno de promesas, y me sentí incluso más petulante y enérgica. De aquello vi la naturaleza de mi propia arrogancia, siempre quería estar más alto, gobernar a las personas, tener un lugar en los corazones de las personas; buscaba lo mismo que Pablo. En esencia, lo que buscaba no era adorar o satisfacer a Dios, sino usar el estatus que Dios me había dado para satisfacer mis propios deseos y ambiciones. ¿No era así exactamente la forma en la que el arcángel expresaba su arrogancia? ¿No tomé la senda del anticristo?
Antes, cuando asistía a las reuniones, estaba fácilmente limitada, pero sólo pensaba que era demasiado vana y que no analizaba minuciosamente las cosas que había detrás. Ahora, después del análisis, reconocí que esto lo impulsaba una naturaleza arrogante y engreída, detrás de la cual estaba una intriga personal y ambiciones arrogantes. Mi propia arrogancia me dominaba e hice mucho contra Dios: iba afanosamente de un lado al otro cumpliendo mi deber y estaba desesperada por expresarme para ganar un estatus más alto y obtener la admiración de mis hermanos y hermanas; cuando me ponía al descubierto frente a mis hermanos y hermanas, realmente nunca analizaba las cosas que estaban escondidas muy en lo profundo, más bien hablaba acerca de mis actos externos para exaltarme y dar testimonio de mí misma; cuando comía y bebía la palabra de Dios, no lo hacía para aumentar mi entendimiento de la verdad ni para recibirla, sino para alardear ante mis hermanos y hermanas… Cuando pensé en esto, me sentí avergonzada; no estaba sirviendo a Dios, estaba completamente comprometida con mis propios asuntos y resistía a Dios. Ahora, si Dios no me hubiera permitido darme cuenta de mi propia naturaleza arrogante y verme como la personificación de Satanás, entonces hubiese seguido con mis maneras arrogantes y podría hacer cosas malas que resisten y traicionan a Dios y así estar sujeta al castigo de Dios.
Le doy gracias a Dios por Su oportuno esclarecimiento y guía que me llevaron a reconocer la esencia de mi propia naturaleza arrogante y me permitieron ver que estaba tomando el camino del anticristo; esta experiencia especialmente me ha hecho darme cuenta de que en mi experiencia, no sólo debo poner atención en reconocer mis propias revelaciones y transgresiones, sino en compararlas con la verdad y analizar las cosas ocultas en lo profundo para obtener un mejor entendimiento de mi propia naturaleza y hacer cambios en mi carácter. En el futuro, me gustaría analizar cuidadosa y minuciosamente mi propio estado mental y condición interna, entender mi propia esencia corrupta, buscar y ponerme en el camino correcto hacia la salvación de Dios.
Fuente: Relámpago oriental
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