sábado, 9 de noviembre de 2019

Palabra de Dios | Las declaraciones de Dios al universo entero: La sexta declaración

Palabra de Dios | Las declaraciones de Dios al universo entero: La sexta declaración
En los asuntos del espíritu, debes ser delicadamente sensible; a Mis palabras debes ser cuidadosamente atento. Debes aspirar al estado en el cual veas Mi Espíritu y Mi cuerpo carnal, Mis palabras y Mi cuerpo carnal como un todo indivisible, para que toda la humanidad sea capaz de satisfacerme en Mi presencia. He caminado sobre todos con Mis pies, expandiendo Mi mirada sobre la completa extensión del universo, y he andado en medio de toda la humanidad, probando los sabores dulces, agrios, amargos y picantes de la experiencia humana, pero el hombre nunca me ha reconocido verdaderamente, ni tampoco me ha notado cuando caminaba extensamente. Porque estuve en silencio y no realicé ninguna proeza sobrenatural; debido a esto nadie me vio realmente. Las cosas no son ahora como solían ser: voy a hacer cosas que, desde el comienzo de la creación, el mundo no ha visto jamás. Voy a expresar palabras que, durante todas las eras, los hombres nunca han oído, porque pido que toda la humanidad venga a conocerme en la carne. Estos son pasos en Mi gestión, acerca de los cuales la humanidad no posee la más mínima noción. Incluso, cuando hablo de estos abiertamente, el hombre está todavía tan confundido en su mente que es imposible explicárselos detalladamente. Es aquí donde yace la desdichada bajeza del hombre, ¿no es así? Esto es precisamente lo que deseo remediar en él, ¿no es así? Todos estos años no he hecho ningún trabajo sobre el hombre; todos estos años, incluso aquellos quienes estuvieron en contacto directo con Mi cuerpo encarnado, nunca escucharon la voz procedente directamente de Mi divinidad. Así que, es inevitable que los seres humanos estén faltos de conocimiento sobre Mí, pero este solo hecho no ha afectado el amor de la humanidad por Mí a través de los tiempos. Ahora, sin embargo, he obrado en vosotros incontables obras milagrosas e insondables, así como he dicho a vosotros muchas palabras. Y aún, incluso bajo condiciones como estas, muchas personas todavía se oponen a Mí ante Mi cara. Permíteme darte algunos ejemplos:


Diariamente oras a un Dios difuso, tratando de comprender Mis intenciones, de entender el sentido de la vida. Pero cuando Mis palabras bajan, las ves en una forma diferente: tomas Mis palabras y Mi Espíritu como una entidad indivisible, pero echas al hombre a un lado, pensando que el hombre que Yo soy es sencillamente incapaz de expresar palabras de este tipo, y que, en vez de ello, ellas son el resultado de lo que Mi Espíritu ha dirigido. ¿Cómo puedes saber sobre una situación como esta? Crees en Mi palabra hasta cierto punto, pero en cuanto a la carne que Yo pongo en ella, en mayor o menor grado tú consideras tus propias nociones, acerca de las cuales meditas día tras día diciendo: “¿Por qué hace Él las cosas de esa manera? ¿Podrá ser que esto venga de Dios? ¡Imposible! A mi manera de ver, Él es bastante parecido a mí, una persona común y corriente”. De nuevo, ¿cómo puedes explicar una situación como esta?
En cuanto a lo que he dicho previamente, ¿hay alguno entre vosotros que no esté equipado con esto? ¿Hay alguno que no lo posea? Parecería ser algo que estás sosteniendo como cosa de propiedad personal y todo este tiempo has resistido dejarlo ir. Menos aún has estado dispuesto a buscar un esfuerzo activo; en vez de ello esperas a que Yo sea quien haga la obra en persona. A decir verdad, no hay un solo ser humano quien, a no ser que me busque, llegue a conocerme fácilmente. Ciertamente, estas no son palabras vacías con las que os predico una lección, ya que puedo darte un ejemplo desde un ángulo diferente para tu referencia:
Tan pronto como Pedro es mencionado, todo el mundo se llena de elogios, recordando instantáneamente todas esas historias sobre Pedro, cómo negó conocer a Dios tres veces y, más aún, prestó servicios a Satanás, y así probando de esta manera a Dios, pero al final fue clavado al revés en la cruz por Su causa, y así sucesivamente. Ahora daré gran importancia a la narración que os haré sobre cómo Pedro llegó a saber de Mí, así como su resultado final. Este hombre, Pedro, era de excelente calibre, pero sus circunstancias eran diferentes a las de Pablo. Sus padres me persiguieron, pertenecían a los demonios poseídos por Satanás, y por esta razón no puede decirse que transmitieron el camino a Pedro. Pedro tenía un ágil ingenio, estaba dotado de una inteligencia innata, y era mimado por sus padres desde su infancia; después de crecer, sin embargo, se convirtió en su enemigo, porque él siempre buscó conocerme y esto lo llevó a darles la espalda. Esto se debió a que, en primer lugar, él creía que los cielos y la tierra y todas las cosas están en las manos del Todopoderoso, y que todas las cosas positivas se originan en Dios y provienen directamente de Él, sin pasar por ningún procesamiento por parte de Satanás. Por el ejemplo contrario de sus padres que servía como complemento, fue capaz de reconocer Mi amor y misericordia más fácilmente, inflamando dentro de sí una pasión aún mayor por buscarme. Prestó especial atención no sólo a comer y beber Mi palabra, sino que aún más, a comprender Mis intenciones; y fue constantemente prudente y cauteloso con sus pensamientos, por lo que siempre fue muy astuto en su espíritu y por ende capaz de complacerme en todo lo que hacía. En la vida cotidiana, puso especial atención a integrar las lecciones de aquellos quienes habían fracasado en el pasado con el fin de incentivarse a sí mismo a poner mayor esfuerzo, profundamente atemorizado de que pudiera caer en las redes del fracaso. También puso especial empeño en asimilar la fe y el amor de todos aquellos quienes a través de los tiempos habían amado a Dios. De este modo, no sólo en los aspectos negativos, sino mucho más importante, en los aspectos positivos, aceleró el progreso de su crecimiento, hasta que se convirtió, en Mi presencia, en el ser humano que mejor me conoció. Por esta razón, no es difícil imaginar cómo pudo poner todo lo que tenía en Mis manos, dejando de ser dueño de sí mismo, incluso en el comer, vestirse, dormir o dónde se quedaba, e hizo el satisfacerme en todas las cosas, el fundamento en el que él disfrutaba de Mi riqueza. Lo puse a prueba tantas veces que, por supuesto, lo dejó medio muerto, pero aún en medio de estos cientos de pruebas, ni una sola vez perdió la fe en Mí o se sintió desilusionado de Mí. Incluso cuando dije que ya le había echado a un lado, no fue débil de corazón ni cayó en la desesperación, sino que continuó como siempre, cumpliendo con sus principios para hacer realidad su amor por Mí. Cuando le dije que, a pesar de que me amaba, Yo no lo elogiaría, sino que al final lo arrojaría a las manos de Satanás. En medio de estas pruebas, que no llegaron a tocar su carne, sino que fueron pruebas por medio de palabras, él continuó orándome: ¡Oh, Dios! Entre los cielos y la tierra y la miríada de cosas, ¿hay algún hombre, cualquier criatura o cualquier cosa que no esté en Tus manos, en las del Todopoderoso? Cuando desees mostrarme Tu compasión, mi corazón se regocija a causa de Tu misericordia; cuando desees juzgarme, aun cuando indigno pueda ser, siento mucho más aún el misterio profundo de Tus obras, porque estás lleno de autoridad y sabiduría. Aunque mi carne pueda sufrir, estoy reconfortado en mi espíritu; ¿cómo podría yo no ensalzar Tu sabiduría y Tus obras? Incluso si muriese después de llegar a conocerte, siempre estaría listo y dispuesto. ¡Oh, Todopoderoso! ¿Verdad que no es porque ciertamente no desees que yo te vea? ¿Verdad que no es porque yo sea ciertamente indigno de recibir Tu juicio? ¿Es acaso posible que haya algo en mí que no deseas ver? En medio de este tipo de pruebas, a pesar de que Pedro no fue capaz de captar exactamente Mis intenciones, es evidente que él consideraba cuestión de orgullo y gloria personal ser usado por Mí (ya fuera sólo para recibir Mi juicio para que la humanidad pudiese ver Mi majestad y Mi ira) y fue de todo menos abatido a causa de haber sido sometido a juicio. Por su lealtad en Mi presencia y debido a Mis bendiciones sobre él, se ha convertido en un ejemplo y un modelo para la humanidad durante miles de años. ¿No es este precisamente el ejemplo que vosotros debéis seguir? En este momento vosotros debéis pensar mucho y tratar de averiguar por qué os he dado tan largo relato de Pedro. Esto os debe servir como un código de conducta.
A pesar de que hay muy pocas personas que me conocen, no por ello voy a desatar Mi ira sobre la humanidad, porque los seres humanos tienen tantas fallas que les es difícil alcanzar el nivel que pido de ellos. Y por eso he sido indulgente con la humanidad por miles de años hasta el presente día. Pero espero que vosotros, debido a Mi indulgencia, no estéis demasiado listos para ser permisivos con vosotros mismos; vosotros debéis más bien, por medio de Pedro, llegar a conocerme y buscarme y que, a través de todas las historias de Pedro, recibáis revelación de formas sin precedentes para que así podáis llegar a un ámbito que hasta ahora la humanidad no ha alcanzado. A lo largo del universo y las extensiones ilimitadas del firmamento, las innumerables cosas de la creación, la infinidad de cosas en la tierra y la miríada de cosas en el cielo, todas y cada una consagran todas sus fuerzas en pro de la última etapa de Mi trabajo. ¿Verdad que no deseáis seguir siendo espectadores en el banquillo, conducidos de aquí para allá por las fuerzas de Satanás? Satanás está constantemente devorando el conocimiento que los hombres tienen de Mí en sus corazones, y constantemente, mientras muestra sus dientes y desenfunda sus garras, se ha dedicado a los últimos estertores de su lucha con la muerte. ¿Deseáis ser capturados por sus estratagemas engañosas en este momento? ¿Deseáis que, al momento de completarse la última fase de Mi obra, vuestra propia vida sea cortada? ¿Ciertamente no estáis todavía esperando a que Yo muestre Mi indulgencia una vez más? Buscar conocerme es la clave, pero vosotros no debéis dejar de prestar atención a la práctica real. Os estoy revelando conocimientos directamente en Mis palabras, con la esperanza de que vosotros seáis capaces de someteros a Mi guía y dejéis de entreteneros en aspiraciones o diseños propios.
De "La Palabra manifestada en carne"
27 de febrero de 1992

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