Siempre que veo el siguiente pasaje de la palabra de Dios: “Si siempre has sido muy leal y amoroso conmigo, sin embargo sufres el tormento de la enfermedad, las escaseces de la vida y el abandono de tus amigos y parientes, o soportas cualquier otra desgracia en la vida, entonces ¿todavía continuarían tu lealtad y amor por Mí?” (‘Un problema muy serio: la traición (2)’ en “La Palabra manifestada en carne”). Me siento particularmente triste; un sentimiento de miseria aumenta gradualmente dentro de mí y mi corazón habla su queja sorda: Querido Dios, ¿cómo puedes permitir que esos que te son leales y que te aman se encuentren con semejante desgracia? Como resultado, he tenido dificultades para entender el significado del hombre usado por el Espíritu Santo quien dijo, “La última exigencia de Dios al hombre es amorosa y sincera”.
Recientemente, la hermana con la que estaba coordinando desarrolló hipertiroidismo. Poco a poco su condición llegó al punto en el que tenía que comer seis comidas al día. Debido al estrés de la enfermedad, su fuerza gradualmente disminuyó y vivía cada día en depresión, debilidad y fatiga. Su cuerpo simplemente no podía cumplir con su deseo de desempeñar sus deberes y su enfermedad avanzaba cada vez más. No podía entender porqué estaba pasando esto: Esta hermana había dejado a su familia y un empleo bien pagado con buenos beneficios para dedicarse al cumplimiento de sus deberes y era muy leal. ¿Cómo podía ser que, por todo lo que había dado, a cambio tuviera que cargar con el tormento de esta enfermedad?… No revelé mis sentimientos externamente pero mi corazón estaba perturbado; siempre que alguien planteaba esta cuestión perdía la calma.
No mucho después, mi hermana y yo nos separamos, pero nunca me olvidé de ella. Un día, le pregunté a mí líder cómo le estaba yendo a mi hermana. El líder dijo: “Al principio tuvo una condición muy negativa y se negó a reconocer la obra de Dios. Después, conscientemente ajustó su condición, buscando a fondo la intención de Dios en el tormento de su enfermedad. A través de las palabras de Dios, comenzó a conocerse y a darse cuenta de que no había tenido una creencia verdadera. Dentro de su creencia todavía había un elemento de ‘intercambio’, todavía un deseo de ganar bendiciones a través de su creencia en Dios. También identificó muchos otros elementos de rebeldía dentro de ella. Cuando se hubo dado cuenta de estas cosas acerca de ella misma, su salud mejoró dramáticamente. Se está recuperando día con día, ha regresado a tres comidas al día y su condición está mucho mejor. Incluso puede ayudar a los hermanos y hermanas de su familia anfitriona a ajustarse a sus condiciones…” Cuando escuché esta buena noticia, realmente estaba impactada. Había pensado que el tormento de la enfermedad agotaría la resolución de mi hermana y le causaría gran sufrimiento. Arruinada por la enfermedad, creí que su presencia en el camino venidero sería cada vez más oscura. Hasta sospeché que ella no podría continuar. Hoy, enfrentada con la realidad de su situación, me quedé boquiabierta. Ella no sólo no había perdido la fe, sino que, por medio del refinamiento de su enfermedad, había realmente llegado a entender la obra de Dios y a reconocer su corrupción. Había aprendido de su experiencia y había hecho mejoras en su vida. ¿No era esta enfermedad una manifestación del verdadero amor y de la salvación real de Dios del hombre?
Después, leí el siguiente pasaje de la enseñanza del hombre: “Número 5: ‘Si siempre has sido muy leal y amoroso Conmigo, sin embargo sufres el tormento de la enfermedad, las escaseces de la vida y el abandono de tus amigos y parientes, o soportas cualquier otra desgracia en la vida, entonces ¿todavía continuarían tu lealtad y amor por Mí?’ (‘Un problema muy serio: la traición (2)’ en “La Palabra manifestada en carne”). La obra de Dios no se alinea con las nociones de las personas. Dios ha obrado de acuerdo con este principio para traer la salvación a las personas a lo largo de las eras. Todos los que han experimentado esta obra de Dios estarán conscientes de este hecho. Las personas son leales y amorosas hacia Dios y Dios a cambio les imparte Su amor. […] Si verdaderamente somos amorosos y leales a Dios, cuando nos encontremos con toda clase de desgracias, esto también es la manifestación del amor de Dios. Si verdaderamente entendemos la voluntad de Dios, debemos ser incluso más leales y amar a Dios aún más hasta el final. Si no podemos ver la voluntad de Dios en las pruebas e incluso malentendemos a Dios y lo traicionamos, ciertamente no reconocemos la obra de Dios. Incluso si amamos y somos leales a Dios, todavía hay elementos de traición dentro de nosotros. Nadie lo debatiría. Dios prueba y refina al hombre para purificarlo y salvarlo” (La comunión de los de arriba). Sólo después de leer este pasaje de la enseñanza me di cuenta de que siempre he juzgado la obra de Dios en términos de mi pensamiento limitado por la carne. Erróneamente creía que el amor de Dios consiste de generosos dones de gracia y la seguridad del gozo y la paz carnales. Nunca pensé que el sufrimiento fuese una forma de bendición de Dios. Sólo después de saber de la experiencia de mi hermana, me di cuenta de que el refinamiento del sufrimiento es una manifestación verdadera del amor de Dios. Dios crea ciertas situaciones e inflige desgracias sobre Su pueblo —sea a través de la enfermedad física, la dificultad financiera o cualquier otra dificultad— no por mala voluntad sino por Su amorosa benignidad. Para ocuparse de la corrupción y de las insuficiencias del hombre, Dios crea toda clase de situaciones para probarlo y refinarlo. Él obra por medio de este sufrimiento para purificar, transformar y darle vida al hombre. Aunque la carne del hombre debe sufrir dificultades increíbles en el proceso de refinamiento, que se pueden percibir como desgracia o trabajo penoso, ello es realmente Dios obrando para permitirle al hombre conocerse, refinar todas las impurezas y traer cada vez más al hombre a una relación normal con Él para que pueda lentamente cultivar el amor por Dios en su corazón. Tales beneficios no se pueden obtener a través de una vida de ocio. Cuando el hombre absorbe las lecciones que se obtienen del tormento de sus pruebas y de nuevo reflexiona sobre el camino que ha tomado, finalmente entiende que los juicios y castigos de Dios, todos Sus golpes y disciplina estuvieron impregnados con Su amor infinito. El amor de Dios no sólo es nutritivo y compasivo. No se trata sólo de conceder beneficios materiales, sino también de refinamiento angustioso, golpes y disciplina.
Querido Dios, gracias por obrar a través de todos los aspectos de mis entornos para corregir mi manera de pensar absurda y equivocada y permitirme ver que incluso si Tu amor no se alinea con nuestras nociones, su manifestación siempre está dirigida a mejorarnos y salvarnos. Tus actos de amor siempre están impregnados con el sincero trabajo duro de Tu corazón y sabiduría inefable. También me di cuenta de que antes yo no tenía el más mínimo entendimiento de Ti y no comprendía que Tu amor muchas veces está escondido dentro de las situaciones. Querido Dios, en honor del amor que Tú compartes con la humanidad, ¡te ofrezco alabanza y gratitud! También espero que algún día yo también reciba esta clase de amor. Si este amor me visitara, prometo aceptar cualquier grado de sufrimiento, para que yo pueda experimentar y dar testimonio de Tu amor.
De "Testimonios de experiencia del juicio de Cristo"
No hay comentarios:
Publicar un comentario