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lunes, 6 de abril de 2020

¿Por qué sólo por medio de experimentar y someterse a la obra de Dios encarnado es que se puede alcanzar el conocimiento de Dios?

Versículos bíblicos como referencia:
“Y el Verbo se hizo carne, y habitó entre nosotros, y vimos su gloria, gloria como del unigénito del Padre, lleno de gracia y de verdad” (Juan 1:14).
Yo soy el camino, y la verdad, y la vida; nadie viene al Padre sino por mí. Si me hubierais conocido, también hubierais conocido a mi Padre; desde ahora le conocéis y le habéis visto” (Juan 14:6-7).
¿[…] yo estoy en el Padre, y el Padre en mí?” (Juan 14:10).
Yo y el Padre somos uno” (Juan 10:30).
Las palabras relevantes de Dios:
Cuando Dios no se había hecho carne, las personas no entendían mucho de lo que Él decía, porque procedía de la divinidad total. La perspectiva y el contexto de lo que decía eran invisibles e inalcanzables para el hombre; se expresaba desde una esfera espiritual que las personas no podían ver. Y es que quienes vivían en la carne no podían pasar por el reino espiritual. Pero después de que Dios se hiciera carne, hablaba al hombre desde la perspectiva de la humanidad y Él salió y sobrepasó el alcance del mundo espiritual. Él podía expresar Su carácter, Su voluntad y Su actitud divinos por medio de cosas que los humanos podían imaginar, ver y encontrarse en sus vidas; usando métodos que estos podían aceptar, en un lenguaje que podían entender, y un conocimiento que podían comprender, para permitirles saber y conocer a Dios, comprender Su intención y Sus estándares exigidos dentro del alcance de su capacidad, en la medida en que fueran capaces. Este era el método y el principio de la obra de Dios en la humanidad. Aunque Sus formas y Sus principios de obrar en la carne se consiguieron en su mayoría por la humanidad o a través de ella, realmente obtuvo resultados que no se habrían conseguido obrando directamente en la divinidad. La obra de Dios en humanidad era más concreta, auténtica y enfocada, los métodos eran mucho más flexibles, y sobrepasaba en forma a la Era de la Ley.
de ‘La obra de Dios, el carácter de Dios y Dios mismo III’ en “La Palabra manifestada en carne”

miércoles, 22 de enero de 2020

“La encarnación” ya no es un misterio

Durante dos mil años, aunque los que creen en el Señor han sabido que el Señor Jesús era Dios encarnado, nadie puede entender realmente la verdad de la encarnación. Los fariseos antiguos se resistieron, condenaron al Señor Jesús y lo clavaron en la cruz, porque no sabían que el Señor Jesús era Dios encarnado, al final, fueron maldecidos y castigados por Dios. Se puede ver que conocer la verdad de la encarnación es muy importante. Entonces, ¿qué es la encarnación? En los últimos días, Dios Todopoderoso ha venido y ha expresado la verdad para revelar este misterio.

lunes, 25 de noviembre de 2019

La encarnación ya no es un misterio

En la Biblia se dice: “E indiscutiblemente, grande es el misterio de la piedad: El fue manifestado en la carne, […]” (1 Timoteo 3:16).

Durante dos mil años, aunque los que creen en el Señor han sabido que el Señor Jesús era Dios encarnado, nadie puede entender realmente la verdad de la encarnación. Los fariseos antiguos se resistieron, condenaron al Señor Jesús y lo clavaron en la cruz, porque no sabían que el Señor Jesús era Dios encarnado, al final, fueron maldecidos y castigados por Dios. Se puede ver que conocer la verdad de la encarnación es muy importante. Entonces, ¿qué es la encarnación?

Dios dice: “El significado de la encarnación es que Dios aparece en la carne y Él viene a obrar en medio del hombre de Su creación bajo una imagen de carne. Por tanto, para que Dios se encarne, primero debe ser carne, una carne con una humanidad normal; esto, como mínimo, es el requisito previo más básico. De hecho, la implicación de la encarnación de Dios es que Él vive y obra en la carne; Dios se hace carne en Su misma esencia, se hace hombre”.

La Palabra de Dios nos dice con claridad que Dios encarnado significa que el Espíritu de Dios se materializa en la carne, Su Espíritu se viste de carne, viniendo a la tierra para obrar y aparecerse al hombre. Es decir que Dios en el cielo se convierte en una persona normal y habla en medio del hombre para salvar a la humanidad.


Scripture quotations taken from LBLA . Copyright by The Lockman Foundation.

jueves, 7 de noviembre de 2019

Qué es la encarnación

La Biblia dice: “E indiscutiblemente, grande es el misterio de la piedad: El fue manifestado en la carne, vindicado en el Espíritu, contemplado por ángeles, proclamado entre las naciones, creído en el mundo, recibido arriba en gloria” (1 Timoteo 3:16). Aunque muchos creyentes en el Señor Jesús saben que Él era Dios encarnado, no conocen bien la verdad de la encarnación. Por lo tanto, la encarnación es un gran misterio. Hoy en día, Cristo de los últimos días, Dios Todopoderoso ha revelado este misterio. Dios Todopoderoso dice: “El significado de la encarnación es que Dios aparece en la carne y Él viene a obrar en medio del hombre de Su creación bajo una imagen de carne. Por tanto, para que Dios se encarne, primero debe ser carne, una carne con una humanidad normal; esto, como mínimo, es el requisito previo más básico. De hecho, la implicación de la encarnación de Dios es que Él vive y obra en la carne; Dios se hace carne en Su misma esencia, se hace hombre”.
“El Dios encarnado se llama Cristo y Cristo es la carne que se viste con el Espíritu de Dios. Esta carne es diferente a cualquier hombre que es de la carne. La diferencia es porque Cristo no es de carne y hueso, sino que es la personificación del Espíritu.Tiene tanto una humanidad normal como una divinidad completa. Su divinidad no la posee ningún hombre. Su humanidad normal sustenta todas Sus actividades normales en la carne mientras que Su divinidad lleva a cabo la obra de Dios mismo”.
De “La Palabra manifestada en carne

martes, 5 de noviembre de 2019

¿Sabes qué es la encarnación?

Durante dos mil años, aunque los que creen en el Señor saben que el Señor Jesús era Dios encarnado, pero pocos de ellos pueden entender el misterio de la verdad sobre qué es la encarnación. Y la Biblia ha profetizado muchas veces que el Señor Jesús aparecerá en el Hijo del hombre para obrar en los últimos días. Si no entendemos la verdad de la encarnación, ¿podremos conocerlo cuando regrese el Señor? ¿Lo negaremos y lo excluiremos? Por lo tanto, entender la verdad de la encarnación es crucial para recibir el regreso del Señor. Echemos un vistazo a lo que Dios dice.

jueves, 31 de octubre de 2019

¿Cuál es el sentido de las dos encarnaciones de Dios?

En la Era de la Gracia, la encarnación de Dios fue crucificada, asumió el pecado del hombre, completó la obra de redimir a la humanidad. En los últimos días, Dios también se ha encarnado y expresado la verdad para hacer la obra purificar y salvar a la humanidad, ¿cuál es el significado de las dos encarnaciones de Dios?

martes, 29 de octubre de 2019

¿Qué es la encarnación?

La Biblia dice: “Y el Verbo se hizo carne, y habitó entre nosotros, y vimos su gloria, gloria como del unigénito del Padre, lleno de gracia y de verdad” (Juan 1:14).

domingo, 6 de octubre de 2019

¿Cómo llamará a la puerta del hombre cuando el Señor regrese?

El Señor Jesús predijo: “Pero a medianoche se oyó un clamor: ‘¡Aquí está el novio! Salid a recibirlo’” (Mateo 25:6). “He aquí, yo estoy a la puerta y llamo; si alguno oye mi voz y abre la puerta, entraré a él, y cenaré con él y él conmigo” (Apocalipsis 3:20). Durante dos mil años, los creyentes en el Señor Jesús han estado esperando y vigilando que el Señor Jesús llamara a la puerta cuando Él regresa. Entonces, ¿cómo llamará a la puerta del hombre cuando Él regrese? Y ¿cómo van a recibir Su regreso las vírgenes inteligentes?

En un libro se dice: “Así, ya que estamos buscando las huellas de Dios, debemos buscar la voluntad de Dios, las palabras de Dios, las declaraciones de Dios, porque donde están las nuevas palabras de Dios, ahí está la voz de Dios, y donde están las huellas de Dios, ahí están los hechos de Dios. Donde está la expresión de Dios, ahí está la aparición de Dios, y donde está la aparición de Dios, ahí existe la verdad, el camino y la vida. Mientras buscabais las huellas de Dios, ignorasteis las palabras que dicen que ‘Dios es la verdad, el camino y la vida’. Y es que, cuando muchas personas reciben la verdad, no creen que han encontrado las huellas de Dios y mucho menos reconocen la aparición de Dios. ¡Qué error tan grave es ese! [...] Si queréis presenciar la aparición de Dios, si queréis seguir las huellas de Dios, entonces debéis primero trascender vuestras propias nociones. No debes demandar que Dios haga esto o aquello; mucho menos debes colocarlo dentro de tus propios confines y limitarlo a tus propias nociones. En cambio, debéis preguntar cómo debéis buscar las huellas de Dios, cómo debéis aceptar la aparición de Dios, y cómo os debéis someter a la nueva obra de Dios; eso es lo que el hombre debe hacer. Siendo que el hombre no es la verdad, y que no posee la verdad, el hombre debe buscar, aceptar y obedece”.

“Investigar algo así no es difícil, pero requiere que cada uno de nosotros conozca esta verdad: Aquel que es la encarnación de Dios tendrá Su esencia, y aquel que es la encarnación de Dios tendrá Su expresión. Haciéndose carne, Dios traerá la obra que debe hacer, y haciéndose carne expresará lo que Él es; será, asimismo, capaz de traer la verdad al hombre, de concederle la vida, y de mostrarle el camino. La carne que no contiene la esencia de Dios seguramente no es el Dios encarnado; de esto no hay duda. Para investigar si es la carne encarnada de Dios, el hombre debe determinarlo a partir del carácter que Él expresa y de las palabras que Él habla. Es decir, si es o no la carne encarnada de Dios, y si es o no el camino verdadero, debe discernirse a partir de Su esencia. Y así, para determinar si es o no la carne de Dios encarnado, la clave está en prestar atención a Su esencia (Su obra, Sus palabras, Su carácter, y mucho más), en lugar de fijarse en Su apariencia exterior. Si el hombre sólo ve Su apariencia exterior, y pasa por alto Su esencia, demostrará la ignorancia y la ingenuidad del hombre”.


 Scripture quotations taken from LBLA. Copyright by The Lockman Foundation.


Recomendación: Jesucristo viene ya

miércoles, 10 de abril de 2019

Evangelio de hoy | La relación entre cada una de las tres etapas de la obra de Dios

Palabras relevantes de Dios:

Desde la obra de Jehová a la de Jesús, y desde la de Jesús a la de la era actual, las tres eras cubren la totalidad de la amplitud de la gestión de Dios, y todas ellas son la obra de un mismo Espíritu. Desde que creó el mundo, Dios siempre ha estado gestionando a la humanidad. Él es el principio y el fin, el primero y el último, y aquel que inicia una era y quien lleva la era a su fin. Las tres etapas de la obra, en diferentes eras y distintos lugares, han sido llevadas a cabo con seguridad por un solo Espíritu. Todos los que separan estas tres fases se oponen a Dios.

de ‘La visión de la obra de Dios (3)’ en “La Palabra manifestada en carne”

Vosotros debéis entender la obra de Jehová, las leyes que Él estableció y los principios por los cuales Él guio la vida del hombre, el contenido de la obra que Él hizo en la Era de la Ley, el propósito por el cual Él divulgó las leyes, la relevancia de Su obra para la Era de la Gracia y la obra que Dios hace en esta etapa final. La primera etapa es la obra de la Era de la Ley, la segunda etapa es la obra de la Era de la Gracia y la tercera etapa es la obra de los últimos días. Debéis entender estas etapas de la obra de Dios. […] La obra realizada en los últimos días representa el juicio, la ira y el castigo. No puede reemplazar la obra de la Era de la Ley y la de la Era de la Gracia. Sin embargo, las tres etapas se interrelacionan en una sola entidad y son toda la obra hecha por un Dios. Naturalmente, la ejecución de esta obra se divide en eras independientes. La obra realizada en los últimos días lo concluye todo; lo hecho en la Era de la Ley es el comienzo; y lo hecho en la Era de la Gracia es la redención. […] En los últimos días, sólo la obra de la palabra se hace para dar entrada a la Era del Reino, pero no representa a todas las eras. Los últimos días no son más que los últimos días y no más que la Era del Reino, que no representan a la Era de la Gracia o la Era de la Ley. Los últimos días son simplemente la época en la que toda la obra del plan de gestión de seis mil años se os revela. Esta es la revelación del misterio.

La obra en los últimos días es la última etapa de las tres. Es la obra de otra nueva era y no representa toda la obra de gestión. El plan de gestión de seis mil años se divide en tres etapas de la obra. Ninguna etapa por sí sola representa la obra de las tres eras, sino que sólo puede representar una parte de un todo. El nombre Jehová no puede representar todo el carácter de Dios. El hecho de que llevase a cabo obra en la Era de la Ley no demuestra que Dios sólo pueda ser Dios bajo la ley. Jehová estableció leyes para el hombre y entregó mandamientos, pidiendo a este que edificase el templo y altares; la obra que Él hizo sólo representa la Era de la Ley. La obra que hizo no demuestra que Dios es el Dios que pide al hombre guardar la ley, el Dios en el templo, o el Dios delante del altar. Esto no puede decirse. La obra bajo la ley sólo puede representar una era. Por tanto, si Dios sólo hizo la obra en la Era de la Ley, el hombre lo definiría diciendo: “Dios es el Dios en el templo. Para servirle, debemos ponernos túnicas sacerdotales y entrar en el templo”. Si la obra de la Era de la Gracia nunca se hubiera llevado a cabo y la Era de la Ley hubiera continuado hasta el presente, el hombre no sabría que Dios también es misericordioso y amoroso. Si la obra en la Era de la Ley no se hubiera hecho, y sólo se hubiera llevado a cabo la de la Era de la Gracia, el hombre sólo sabría que Dios puede redimir al hombre y perdonar sus pecados. Sólo sabría que Él es santo e inocente, que puede sacrificarse y ser crucificado por el hombre. Este sólo sabría esto y no tendría entendimiento de todo lo demás. Así pues, cada era representa una parte del carácter de Dios. La Era de la Ley representa algunos aspectos, la Era de la Gracia algunos aspectos, y la era presente algunos aspectos. El carácter de Dios sólo puede revelarse plenamente a través de la combinación de las tres etapas. Sólo cuando conoce las tres etapas puede el hombre recibirlo plenamente. Ninguna de las tres etapas puede omitirse. Sólo verás el carácter de Dios en su totalidad una vez conozcas estas tres etapas. La finalización de la obra por parte de Dios en la Era de la Ley no demuestra que Él es el Dios bajo la ley, y la finalización de Su obra de redención no muestra que Dios redimirá para siempre a la humanidad. Estas son conclusiones sacadas por el hombre. La Era de la Gracia ha llegado a su fin, pero no puedes decir que Dios sólo pertenece a la cruz y que esta representa Su salvación. Si lo haces, estás definiendo a Dios. En esta etapa, Él está haciendo principalmente la obra de la palabra, pero no puedes decir que nunca ha sido misericordioso para con el hombre y que todo lo que ha traído es castigo y juicio. La obra en los últimos días deja al descubierto la de Jehová y la de Jesús así como todos los misterios no entendidos por el hombre. Además, revela el destino y el final de la humanidad, y concluye toda la obra de salvación en medio de la humanidad. Esta etapa de la obra en los últimos días pone fin a todo. Todos los misterios no entendidos por el hombre deben descifrarse para permitir al hombre obtener una perspectiva de los mismos y tener un entendimiento claro en su corazón. Sólo entonces puede el hombre ser dividido según sus tipos. Sólo después de que el plan de gestión de seis mil años se haya completado, llegará el hombre a entender el carácter de Dios en su totalidad, porque Su gestión habrá llegado entonces a su fin.

de ‘El misterio de la encarnación (4)’ en “La Palabra manifestada en carne”

La obra realizada en el presente ha empujado hacia adelante la obra de la Era de la Gracia; esto es, la obra en todo el plan de gestión de seis mil años se ha movido hacia adelante. Aunque la Era de la Gracia ha terminado, la obra de Dios ha progresado más. ¿Por qué digo una y otra vez que esta etapa de la obra se construye sobre la Era de la Gracia y la Era de la Ley? Esto significa que la obra de hoy en día es una continuación de la obra realizada en la Era de la Gracia y ha sido una elevación de la obra realizada en la Era de la Ley. Las tres etapas están estrechamente interconectadas y cada una se vincula con la siguiente. ¿Por qué digo también que esta etapa de la obra se construye sobre la realizada por Jesús? Si esta etapa no se construyese sobre la obra realizada por Jesús, la crucifixión, la obra de redención realizada previamente, aún tendría que llevarse a cabo en ella. Esto no tendría sentido. Por tanto, no es que la obra haya terminado totalmente, sino que la era se ha movido hacia adelante y la obra se ha vuelto más elevada que antes. Podría decirse que esta etapa de la obra se edifica sobre el fundamento de la Era de la Ley y la roca de la obra de Jesús. La obra se edifica etapa a etapa, y esta etapa no es un nuevo comienzo. Sólo la combinación de las tres etapas de la obra puede considerarse el plan de gestión de seis mil años.

de ‘Las dos encarnaciones completan el sentido de la encarnación’ en “La Palabra manifestada en carne”

La etapa final de la obra no se queda sola, sino que forma parte de un todo junto a las dos anteriores, es decir, es imposible completar toda la obra de salvación haciendo únicamente una de las tres etapas de la obra. Aunque la etapa final de la misma pueda salvar totalmente al hombre, esto no significa que sólo sea necesario llevar a cabo esta etapa por sí sola, y que las dos anteriores no sean necesarias para salvar al hombre de la influencia de Satanás. Ninguna etapa de las tres puede esgrimirse por sí sola como la única visión que toda la humanidad debe conocer, porque la totalidad de la obra de salvación está constituida por las tres etapas de la obra, no una de ellas por sí sola. Mientras no se haya cumplido la obra de salvación, la gestión de Dios no podrá llegar a un final completo. El ser, el carácter y la sabiduría de Dios se expresan en la totalidad de la obra de salvación, y no se le revelaron al hombre al principio, sino que se han expresado gradualmente en la misma. Cada etapa de esta expresa parte del carácter de Dios, y parte de Su ser; no todas las etapas de la obra pueden expresar de forma directa y completa la totalidad del ser de Dios. Así pues, la obra de salvación sólo puede concluir totalmente una vez que las tres etapas de la obra se hayan completado, y por tanto el conocimiento de la totalidad de Dios por parte del hombre es inseparable de las mismas. Lo que el hombre obtiene de una etapa de la obra es simplemente el carácter de Dios que se expresa en una sola parte de Su obra. No puede representar el carácter y el ser expresados en las etapas anterior o posterior. Esto se debe a que la obra de salvación de la humanidad no puede finalizarse en el acto durante un período, o en un lugar, sino que se va volviendo cada vez más profunda de acuerdo al nivel de desarrollo del hombre en diferentes momentos y lugares. Es una obra llevada a cabo en etapas, y no se completa en una sola. Así pues, toda la sabiduría de Dios se cristaliza en las tres etapas y no en una sola. Todo Su ser y sabiduría se establecen en estas tres etapas, y cada una de ellas contiene Su ser, y registra la sabiduría de Su obra. […] Cada una de las tres etapas se lleva a cabo sobre el fundamento de la anterior, no de forma independiente, separada de la obra de salvación. Aunque existen grandes diferencias en la era y el tipo de obra realizada, en su núcleo sigue estando la salvación de la humanidad, y cada etapa de la obra de salvación es más profunda que la anterior.

de ‘Conocer las tres etapas de la obra de Dios es la senda para conocer a Dios’ en “La Palabra manifestada en carne”

La obra de todo el plan de gestión de Dios está realizada personalmente por Dios mismo. La primera fase —la creación del mundo— fue llevada personalmente a cabo por Él, y de no haber sido así, nadie habría sido capaz de crear a la humanidad. La segunda etapa fue la redención de toda la humanidad, y también la hizo Dios mismo. La tercera es evidente: existe una necesidad incluso mayor de que acabe ya toda obra que Él tenga que hacer por sí mismo. Dios lleva a cabo, personalmente, toda la obra de redimir, conquistar, ganar y perfeccionar a la totalidad de la humanidad. Si Él no hiciera esta obra personalmente, Su identidad no podría ser representada por el hombre ni este podía realizar Su obra. Para derrotar a Satanás, con el fin de ganar a la humanidad y para darle al hombre una vida normal en la tierra, Él dirige al hombre y obra en medio de él de manera personal; por el bien de todo Su plan de gestión y por toda Su obra, Él debe hacer esta obra personalmente.

de ‘Restaurar la vida normal del hombre y llevarlo a un destino maravilloso’ en “La Palabra manifestada en carne”

Si tienes un conocimiento claro de las tres etapas de la obra —es decir, de todo el plan de gestión de Dios— y si puedes correlacionar totalmente las dos etapas anteriores de la obra de Dios con la etapa presente, y puedes ver que es obra llevada a cabo por un Dios, no tendrás fundamento más firme. Un solo Dios realizó las tres etapas de la obra; esta es la visión más grande, y la única senda para conocer a Dios. Las tres etapas de la obra sólo pudieron haber sido hechas por Dios mismo, y ningún hombre podía hacer semejante obra en Su nombre, es decir que sólo Dios mismo podía haber hecho Su propia obra desde el principio hasta hoy.

de ‘Conocer las tres etapas de la obra de Dios es la senda para conocer a Dios’ en “La Palabra manifestada en carne”

Leer más: Devocionales cristianos

jueves, 4 de abril de 2019

Evangelio de hoy | ¿Cuál es la diferencia entre la obra de Dios encarnado y la obra del Espíritu?

Versículos bíblicos como referencia:
Entonces Moisés dijo: Te ruego que me muestres tu gloria. Y El respondió: […] No puedes ver mi rostro; porque nadie puede verme, y vivir (Éxodo 33:18-20).
Y el Señor descendió al monte Sinaí, a la cumbre del monte; y llamó el Señor a Moisés a la cumbre del monte, y Moisés subió. Y el Señor dijo a Moisés: Desciende, advierte al pueblo, no sea que traspasen los límites para ver al Señor y perezcan muchos de ellos (Éxodo 19:20-21).
Y todo el pueblo percibía los truenos y relámpagos, el sonido de la trompeta y el monte que humeaba; y cuando el pueblo vio aquello, temblaron, y se mantuvieron a distancia. Entonces dijeron a Moisés: Habla tú con nosotros y escucharemos; pero que no hable Dios con nosotros, no sea que muramos (Éxodo 20:18-19).
Entonces vino una voz del cielo: Y le he glorificado, y de nuevo le glorificaré.Por eso la multitud que estaba allí y la oyó, decía que había sido un trueno; otros decían: Un ángel le ha hablado (Juan 12:28-29).
Palabras relevantes de Dios:
La salvación del hombre por parte de Dios no tiene lugar directamente a través de los medios del Espíritu o como el Espíritu, porque el hombre no puede tocar ni ver Su Espíritu, ni tampoco acercarse a Él. Si Él tratara de salvar al hombre directamente en la manera del Espíritu, el hombre sería incapaz de recibir Su salvación. Y de no ser porque Dios asumió la forma exterior de un hombre creado, sería incapaz de recibir esta salvación. Porque el hombre no puede acercarse a Él en absoluto, como nadie podría ir cerca de la nube de Jehová. Sólo volviéndose un hombre de la creación, esto es, poniendo Su verbo en la carne en la que se haría, puede obrar personalmente el verbo en todos los que le siguen. Sólo entonces puede el hombre oír por sí mismo Su verbo, verlo, recibirlo, y sólo a través de esto ser totalmente salvo. Si Dios no se hubiera hecho carne, ningún hombre de carne recibiría una salvación tan grande ni se salvaría un solo hombre. Si el Espíritu de Dios obrara directamente entre el hombre, sería herido de muerte o Satanás lo llevaría cautivo, porque el hombre es incapaz de relacionarse con Dios.
de ‘El misterio de la encarnación (4)’ en “La Palabra manifestada en carne”
Si Dios no se hace carne, se queda como el Espíritu invisible e intangible para el hombre. Este es una criatura de carne, y el hombre y Dios pertenecen a dos mundos diferentes y son de distinta naturaleza. El Espíritu de Dios es incompatible con el hombre de carne, y no se pueden establecer relaciones entre ellos; además, el hombre no puede volverse espíritu. Así, el Espíritu de Dios debe pasar a ser una de las criaturas y hacer Su obra original. Dios puede ascender al lugar más elevado y humillarse volviéndose un hombre de la creación, obrando y viviendo entre los hombres, pero estos no pueden ascender hasta el lugar más elevado y volverse un espíritu, y mucho menos descender hasta el lugar más bajo. Por tanto, Dios debe hacerse carne para llevar a cabo Su obra. Como en la primera encarnación, sólo la carne de Dios podía redimir al hombre a través de Su crucifixión, mientras no era posible que el Espíritu de Dios fuera crucificado como una ofrenda por el pecado por el hombre. Dios podía hacerse carne directamente para servir como una ofrenda por el pecado para el hombre, pero este no podía ascender directamente al cielo para tomar la ofrenda por el pecado que Dios había preparado para él. Así, Dios debe viajar de aquí para allá entre el cielo y la tierra, en lugar de dejar que el hombre ascienda al cielo para tomar esta salvación, porque el hombre había caído y no podía ascender al cielo, mucho menos obtener la ofrenda por el pecado. Por tanto, era necesario que Jesús viniera entre los hombres y realizara personalmente la obra que estos simplemente no podían cumplir. Cada vez que Dios se hizo carne, fue absolutamente necesario que lo hiciera. Si el Espíritu de Dios hubiera podido llevar a cabo directamente cualquiera de las etapas, no habría soportado las indignidades de ser encarnado.
de ‘El misterio de la encarnación (4)’ en “La Palabra manifestada en carne
Aunque la obra de Dios en la carne implica muchas dificultades inimaginables, los resultados que esta logra al final exceden por mucho los de la obra hecha directamente por el Espíritu. La obra de la carne conlleva muchas dificultades y la carne no puede poseer la misma identidad grandiosa que el Espíritu, no puede llevar a cabo los mismos hechos sobrenaturales que el Espíritu, mucho menos puede poseer la misma autoridad que el Espíritu. Aun así, la sustancia de la obra hecha por esta carne ordinaria es muy superior a la de la obra hecha directamente por el Espíritu y esta misma carne es la respuesta a todas las necesidades del hombre. Para los que van a ser salvados, el valor de utilización del Espíritu es muy inferior al de la carne: la obra del Espíritu es capaz de cubrir todo el universo, a través de todas las montañas, ríos, lagos y océanos, con todo, la obra de la carne se relaciona de un modo más efectivo con cada persona con quien tiene contacto. Es más, el hombre puede entender mejor y confiar más en la carne de Dios que tiene una forma tangible, y puede profundizar más en el conocimiento que tiene de Dios, y puede dejar en el hombre una impresión más profunda de los hechos presentes de Dios. La obra del Espíritu está envuelta en misterio; es difícil que los seres mortales la desentrañen y aún más difícil que la vean, y por eso sólo pueden confiar en imaginaciones huecas. La obra de la carne, sin embargo, es normal y se basa en la realidad, y posee una rica sabiduría y es un hecho que el ojo físico del hombre la puede contemplar; el hombre puede experimentar de forma personal la sabiduría de la obra de Dios y no tiene necesidad de emplear su profusa imaginación. Esta es la exactitud y valor real de la obra de Dios en la carne. El Espíritu sólo puede hacer cosas que son invisibles para el hombre y difíciles para que él se las imagine, por ejemplo, el esclarecimiento del Espíritu, el movimiento del Espíritu y la guía del Espíritu, pero para el hombre que es capaz de pensar, esto no le aporta ningún significado claro. Sólo le proporcionan un movimiento o un significado amplio, pero no le pueden dar una instrucción con palabras. La obra de Dios en la carne, sin embargo, es muy diferente: tiene una orientación exacta de las palabras, tiene una voluntad clara y tiene objetivos claros que se requieren. Y así el hombre no tiene que dar palos de ciego o emplear su imaginación, mucho menos hacer conjeturas. Esta es la claridad de la obra en la carne y su gran diferencia de la obra del Espíritu. La obra del Espíritu sólo es adecuada para una esfera limitada y no puede reemplazar la obra de la carne. La obra de la carne le da al hombre metas mucho más exactas y necesarias y un conocimiento mucho más real y valioso que la obra del Espíritu. La obra que es de mayor valor para el hombre corrupto es la que le proporciona palabras exactas, metas claras que seguir y que puede ver y tocar. Sólo la obra realista y la guía oportuna son idóneas para los gustos del hombre y sólo la obra real puede salvar al hombre de su carácter corrupto y depravado. Esto sólo lo puede lograr el Dios encarnado; sólo el Dios encarnado puede salvar al hombre de su antiguo carácter corrupto y depravado. Aunque el Espíritu es la esencia inherente de Dios, una obra como esta sólo la puede hacer Su carne. Si el Espíritu obrara sin ayuda de nadie, entonces no sería posible que Su obra fuera efectiva, esta es la pura verdad.
de ‘La humanidad corrupta está más necesitada de la salvación del Dios hecho carne’ en “La Palabra manifestada en carne”
Para cualquiera que busca la verdad y anhela la aparición de Dios, la obra del Espíritu puede sólo proporcionar un movimiento o una revelación, y un sentimiento de asombro que es inexplicable e inimaginable, y un sentimiento que es grandioso, trascendente y admirable aunque también inasequible e inalcanzable para todos. El hombre y el Espíritu de Dios sólo se pueden ver el uno al otro desde lejos, como si hubiera una gran distancia entre ellos y nunca pueden ser iguales, como si estuvieran separados por una división invisible. De hecho, esta es una ilusión que el Espíritu le da al hombre, porque el Espíritu y el hombre no son de la misma especie, porque el Espíritu y el hombre nunca van a coexistir en el mismo mundo y porque el Espíritu no posee nada del hombre. Así que el hombre no necesita al Espíritu porque el Espíritu no puede hacer directamente la obra que el hombre más necesita. La obra de la carne le ofrece al hombre objetivos reales qué buscar, palabras claras y un sentimiento de que Él es real y normal y que es humilde y ordinario. Aunque el hombre lo pueda temer, a la mayoría de la gente le es fácil relacionarse con Él: el hombre puede contemplar Su rostro y escuchar Su voz y no tiene que contemplarlo desde lejos. Esta carne se siente accesible a los hombres, no distante o insondable, sino visible y palpable, porque esta carne está en el mismo mundo que el hombre.
de ‘La humanidad corrupta está más necesitada de la salvación del Dios hecho carne’ en “La Palabra manifestada en carne”
Cuando Dios no se había hecho carne, las personas no entendían mucho de lo que Él decía, porque procedía de la divinidad total. La perspectiva y el contexto de lo que decía eran invisibles e inalcanzables para el hombre; se expresaba desde una esfera espiritual que las personas no podían ver. Y es que quienes vivían en la carne no podían pasar por el reino espiritual. Pero después de que Dios se hiciera carne, hablaba a la humanidad desde la perspectiva del hombre, y Él salió del mundo espiritual y sobrepasó el alcance del mundo espiritual. Él podía expresar Su carácter, Su voluntad y Su actitud divinos por medio de cosas que los humanos podían imaginar, ver y encontrarse en sus vidas; usando métodos que estos podían aceptar, en un lenguaje que podían entender, y un conocimiento que podían comprender, para permitirles saber y conocer a Dios, comprender Su intención y Sus estándares exigidos dentro del alcance de su capacidad, en la medida en que fueran capaces. Este era el método y el principio de la obra de Dios en la humanidad. Aunque Sus caminos y Sus principios de obrar en la carne se consiguieron en su mayoría por la humanidad o a través de ella, realmente obtuvo resultados que no se habrían conseguido obrando directamente en la divinidad.
de ‘La obra de Dios, el carácter de Dios y Dios mismo III’ en “La Palabra manifestada en carne”
Esta era la ventaja de Dios al encarnarse: podía aprovecharse del conocimiento de la humanidad y usar el lenguaje humano para hablar a las personas, para expresar Su voluntad. Él explicó o “tradujo” al hombre Su lenguaje divino profundo, que resultaba difícil de entender para las personas en el lenguaje humano, de una forma humana. Esto ayudó a las personas a entender Su voluntad y a saber qué quería hacer Él. También pudo tener conversaciones con personas desde la perspectiva humana, usar el lenguaje humano y comunicar con ellas de una forma que entenderían. Hasta podía hablar y obrar usando el lenguaje y el conocimiento humanos, de forma que las personas pudieran sentir la bondad y la cercanía de Dios, y ver Su corazón.
de ‘La obra de Dios, el carácter de Dios y Dios mismo III’ en “La Palabra manifestada en carne”
Porque el que es juzgado es el hombre, el hombre que es de la carne y se ha corrompido, y no es el espíritu de Satanás el que es juzgado directamente, la obra de juicio no se lleva a cabo en el mundo espiritual sino entre los hombres. Nadie es más adecuado y está más calificado que Dios en la carne para hacer la obra de juzgar la corrupción de la carne del hombre. Si el juicio lo llevara a cabo directamente el Espíritu de Dios, entonces no lo abarcaría todo. Además, sería difícil que el hombre aceptara esta obra, porque el Espíritu no puede venir cara a cara con el hombre y, por esta razón, los efectos no serían inmediatos, mucho menos el hombre sería capaz de contemplar con mayor claridad el carácter de Dios que no ofende. […] Si el Espíritu hiciera esta obra directamente, no sería capaz de juzgar toda la desobediencia del hombre y no podría revelar toda la injusticia del hombre. Porque la obra de juicio también se lleva a cabo por las nociones que el hombre tiene de Dios y el hombre nunca ha tenido ninguna noción del Espíritu y así el Espíritu es incapaz de revelar mejor la injusticia del hombre, mucho menos de descubrir por completo tal injusticia. El Dios encarnado es el enemigo de todos aquellos que no lo conocen. Por medio de juzgar las nociones del hombre y su oposición a Él, descubre toda la desobediencia de la humanidad. Los efectos de Su obra en la carne son más aparentes que los de la obra del Espíritu. Y así, el juicio de toda la humanidad no lo lleva a cabo directamente el Espíritu sino que es la obra del Dios encarnado. El hombre puede ver y tocar al Dios en la carne y el Dios en la carne puede conquistar por completo al hombre. En su relación con Dios en la carne, el hombre avanza de la oposición a la obediencia, de la persecución a la aceptación, de la noción al conocimiento y del rechazo al amor. Estos son los efectos de la obra del Dios encarnado. El hombre sólo es salvo cuando acepta Su juicio, sólo llega a conocerlo poco a poco a través de las palabras de Su boca, es conquistado por Él cuando se opone a Él, y recibe la provisión de Su vida cuando acepta Su castigo. Toda esta obra es la obra de Dios en la carne y no la obra de Dios en Su identidad como el Espíritu.
de ‘La humanidad corrupta está más necesitada de la salvación del Dios hecho carne’ en “La Palabra manifestada en carne”
Si el Espíritu de Dios hablara directamente al hombre, todos se someterían a la voz, cayendo sin palabras de revelación, como cuando Pablo cayó a tierra en medio de la luz durante su viaje a Damasco. Si Dios continuara obrando de esta forma, el hombre nunca sería capaz de reconocer su propia corrupción a través del juicio por la palabra y alcanzar la salvación. Sólo haciéndose carne puede Él transmitir personalmente Sus palabras a los oídos de todos de forma que todos los que tienen oídos puedan oír Sus palabras y recibir Su obra de juicio por la palabra. Sólo ese es el resultado obtenido por Su palabra, en lugar de la emergencia del Espíritu que atemoriza al hombre para que se someta. Sólo a través de esa obra práctica y extraordinaria puede el antiguo carácter del hombre, escondido profundamente en su interior durante muchos años, ser revelado plenamente de forma que el hombre pueda reconocerlo y cambiarlo. Esta es la obra práctica de Dios encarnado; Él habla y ejecuta el juicio de una manera práctica para conseguir los resultados del juicio sobre el hombre por la palabra. Así son la autoridad de Dios encarnado y el sentido de Su encarnación.
de ‘El misterio de la encarnación (4)’ en “La Palabra manifestada en carne”
Lo mejor de Su obra en la carne es que Él puede dejar palabras y exhortaciones exactas y Su voluntad precisa para la humanidad para los que lo siguen, para que después Sus seguidores puedan, de una manera más exacta y más concreta, transmitir toda Su obra en la carne y Su voluntad a toda la humanidad para los que aceptan este camino. Sólo la obra de Dios en la carne entre los hombres logra realmente el hecho de que Dios esté y viva junto con el hombre. Sólo esta obra cumple el deseo del hombre de contemplar el rostro de Dios, de ser testigo de la obra de Dios, y de escuchar la palabra personal de Dios. El Dios encarnado da fin a la época cuando sólo la espalda de Jehová aparecía a la humanidad y también concluye la época en que la humanidad tenía la creencia en el Dios ambiguo. En particular, la obra del último Dios encarnado trae a toda la humanidad a una época más realista, más práctica y más agradable. Él no sólo concluye la época de la ley y la doctrina; de mayor importancia aún, revela a la humanidad un Dios que es real y normal, que es justo y santo, que abre la obra del plan de gestión y demuestra los misterios y el destino de la humanidad, que creó a la humanidad y da fin a la obra de gestión y que ha permanecido oculto por miles de años. Da fin por completo a la época de ambigüedad y concluye la época en la que toda la humanidad deseaba buscar el rostro de Dios pero no era capaz de hacerlo, termina la época en la que toda la humanidad servía a Satanás y guía a toda la humanidad hasta el final a una era completamente nueva. Todo esto es el resultado de la obra de Dios en la carne en vez de la del Espíritu de Dios. Cuando Dios obra en Su carne, los que lo siguen ya no buscan y andan a tientas por esas cosas vagas y ambiguas y dejan de adivinar la voluntad del Dios ambiguo. Cuando Dios esparce Su obra en la carne, los que lo siguen transmitirán la obra que ha hecho en la carne a todas las religiones y denominaciones, y van a comunicar todas Sus palabras a oídos de toda la humanidad. Todo lo que escuchen los que reciban Su evangelio van a ser los hechos de Su obra, van a ser las cosas que el hombre personalmente haya visto y escuchado y van a ser hechos y no rumores. Estos hechos son la evidencia con los cuales Él esparce la obra y también son las herramientas que usa para esparcir la obra. Sin la existencia de los hechos, Su evangelio no se esparciría a todos los países y a todos los lugares; sin los hechos sino sólo con las imaginaciones del hombre, Él nunca podría hacer la obra de conquistar todo el universo. El Espíritu no es palpable para el hombre y es invisible para el hombre, y la obra del Espíritu es incapaz de dejarle al hombre cualquier otra prueba o hechos de la obra de Dios. El hombre nunca contemplará el verdadero rostro de Dios y siempre creerá en un Dios ambiguo que no existe. El hombre nunca contemplará el rostro de Dios ni nunca escuchará las palabras que Dios habló personalmente. Las imaginaciones del hombre son, después de todo, huecas y no pueden reemplazar el verdadero rostro de Dios; el carácter inherente de Dios y la obra de Dios mismo el hombre no las puede imitar. El Dios invisible en el cielo y Su obra sólo pueden ser traídos a la tierra por el Dios encarnado que personalmente hace Su obra entre los hombres. Esta es la manera más ideal en la que Dios se aparece al hombre, en la que el hombre ve a Dios y llega a conocer el verdadero rostro de Dios, y esto no lo puede lograr un Dios no encarnado.
de ‘La humanidad corrupta está más necesitada de la salvación del Dios hecho carne’ en “La Palabra manifestada en carne”

martes, 6 de noviembre de 2018

La palabra de Dios | Práctica (4)

La paz y la alegría de la que hablo hoy no son las mismas en las que tú crees y entiendes. Solías pensar que la paz y la alegría significaban estar felices todo el día, la ausencia de enfermedad o de desgracia en tu familia, estar siempre contento en tu corazón sin ningún sentimiento de pena y una alegría indescriptible dentro de ti sin importar el alcance de tu propia vida. Eso, además de un aumento en el salario de tu marido y de que tu hijo acaba de entrar en la universidad. Pensando en estas cosas, oraste a Dios, viste que la gracia de Dios era tan grande y estabas tan feliz que sonreías de oreja a oreja, y no podías dejar de agradecer a Dios. Tal paz y alegría no son la verdadera paz ni alegría, ni son la paz y la alegría de tener la presencia del Espíritu Santo. Es la paz y el gozo de la satisfacción de tu carne. Debes entender qué era es la de hoy; esta no es la Era de la Gracia, y ya no es el momento en el que buscas llenar tu estómago con pan. Podrías estar muy feliz porque todo va bien en tu familia, pero tu vida está dando su último aliento y, por lo tanto, sin importar cuán grande sea tu alegría, el Espíritu Santo no está contigo. Tener la presencia del Espíritu Santo es simple: hacer lo que debes hacer correctamente, realizar bien tu deber y función de hombre, ser capaz de equiparte con las cosas que necesitas y compensar tus defectos. Si siempre estás sobrecargado por tu vida y eres feliz porque has percibido una verdad o entendido la obra de Dios de hoy, esto es tener verdaderamente la presencia del Espíritu Santo. Puedes sentirte atrapado por la ansiedad cuando encuentras algo que no sabes cómo experimentar, o cuando no puedes percibir una verdad que se te comunica; esto demuestra que el Espíritu Santo está contigo; esta es una condición común en la experiencia de vida. Debes entender la diferencia entre tener la presencia del Espíritu Santo y no tener la presencia del Espíritu Santo, y no debes ser demasiado simplista en tu visión de esto.

domingo, 4 de noviembre de 2018

La palabra de Dios | El misterio de la encarnación (2)

En la época en que Jesús obraba en Judea, lo hacía abiertamente; pero ahora, obro y hablo entre vosotros en secreto. Los incrédulos lo desconocen totalmente. Mi obra entre vosotros está aislada de otras. Estas palabras, estos castigos y juicios, sólo les son conocidos a todos vosotros y a nadie más. Toda esta obra se lleva a cabo entre vosotros y sólo se abre a vosotros; ninguno de esos incrédulos lo sabe, porque el tiempo aún no ha llegado. Estos hombres están cerca de ser hechos completos después de soportar castigos, pero los de fuera no saben nada de esto. ¡Esta obra está demasiado escondida! Para ellos, Dios hecho carne es hermético, pero para los de esta corriente, se le puede considerar abierto. Aunque en Dios todo está abierto, todo está revelado, y se ha liberado, esto sólo es cierto con aquellos que creen en Él, y nada se ha dado a conocer a esos incrédulos. La obra llevada a cabo aquí y ahora se aísla estrictamente para evitar que sepan de ella. Si lo hicieran, todo lo que espera es condenación y persecución. No creerán. Trabajar en la nación del gran dragón rojo, el más retrógrado de los lugares, no es tarea fácil. Si esta obra tuviera que darse a conocer, sería imposible continuar. Esta etapa de la obra simplemente no puede progresar en este lugar. Si esta obra se llevase a cabo abiertamente, ¿cómo podrían tolerarla? ¿No traería esto un riesgo aun mayor? Si esta obra no se ocultase, y continuase en su lugar como en la época de Jesús cuando Él sanaba espectacularmente a los enfermos y expulsaba demonios, ¿no se habrían “apoderado” de ella los diablos hace mucho? ¿Podrían tolerar la existencia de Dios? Si tuviese que entrar ahora en los salones para predicar y enseñar al hombre, ¿no me habrían hecho añicos hace mucho? Y de ser así, ¿cómo iba a poder seguir realizando Mi obra? La razón por la que las señales y maravillas no se manifiestan abiertamente es por causa de la ocultación. Por tanto, los incrédulos no pueden ver, conocer o descubrir Mi obra. Si esta etapa de la obra tuviera que llevarse a cabo de la misma manera que la de Jesús en la Era de la Gracia, no sería tan firme. Por tanto, la obra debe ocultarse de esta forma para vuestro beneficio y el de ella misma. Cuando la obra de Dios sobre la tierra llegue a su fin, esto es, cuando concluya esta obra en secreto, esta etapa de la misma se abrirá completamente de golpe. Todos sabrán que hay un grupo de vencedores en China; todos sabrán que Dios hecho carne está en China y que Su obra ha llegado a su fin. Sólo entonces el hombre caerá en cuenta: ¿por qué razón tiene que mostrar China declive o colapso? Resulta que Dios está llevando a cabo Su obra personalmente en China y ha perfeccionado a un grupo de personas haciéndolas vencedoras.
Dios hecho carne sólo se manifiesta a algunas personas que lo siguen mientras lleva a cabo Su obra personalmente, y no a todas las criaturas. Él sólo se hizo carne para completar una etapa de la obra, no para mostrar Su imagen al hombre. Sin embargo, Él mismo debe realizar Su obra, por lo que es necesario para Él hacerlo en la carne. Cuando esta obra concluya, Él se irá de la tierra; no puede permanecer durante mucho tiempo en medio de la humanidad por miedo a obstaculizar la obra venidera. Lo que Él manifiesta a la multitud es únicamente Su carácter justo y todos Sus hechos, y no la imagen de Su cuerpo cuando se hizo carne dos veces, porque la imagen de Dios sólo puede mostrarse por medio de Su carácter, y no puede sustituirse por la imagen de Su carne encarnada. Esta sólo se muestra a un número limitado de personas, sólo a aquellos que lo siguen mientras obra en la carne. Esta es la razón por la que la obra que se lleva a cabo ahora se realiza en secreto. Como sucedió con Jesús, el cual sólo se mostró a los judíos cuando realizó Su obra, y nunca se manifestó públicamente a las demás naciones. Así pues, una vez completada Su obra, partió de inmediato del hombre y no se quedó; en el tiempo posterior, no manifestó Su propia imagen al hombre, sino más bien la obra fue llevada a cabo directamente por el Espíritu Santo. Una vez que la obra de Dios hecho carne termine por completo, Él parte del mundo mortal, y nunca más hace una obra parecida a la del tiempo en que estuvo en la carne. El Espíritu Santo hace directamente toda obra que sigue. Durante este tiempo, el hombre difícilmente será capaz de ver Su imagen en la carne; no se muestra en absoluto al hombre, y permanece escondido para siempre. Existe un tiempo limitado para la obra de Dios hecho carne, que debe llevarse a cabo en una era, un tiempo, una nación específicos, y entre personas específicas. Esa obra representa únicamente la del tiempo de Dios hecho carne, y es particular de la era, representando la obra del Espíritu de Dios en una era particular, y no la totalidad de Su obra. Por tanto, la imagen de Dios hecho carne no se mostrará a todos los pueblos. Lo que se muestra a la multitud es la justicia de Dios y Su carácter en su totalidad, en lugar de Su imagen cuando se hizo carne en dos ocasiones. No es la imagen única la que es mostrada al hombre, ni las dos combinadas. Así pues, es imperativo que la carne encarnada de Dios se marche de la tierra al terminar la obra que necesita realizar, porque Él sólo viene a hacer la que debe hacer, y no a mostrar Su imagen a las personas. Aunque Dios ya ha cumplido el sentido de la encarnación haciéndose carne dos veces, seguirá sin manifestarse abiertamente a ninguna nación que nunca antes lo haya visto. Jesús no se mostrará nunca más a los judíos como el Sol de justicia ni ascenderá al monte de los Olivos, ni se aparecerá a todas las personas; lo único que los judíos ven es la imagen de Él durante Su tiempo en Judea. Esto se debe a que la obra de Jesús hecho carne terminó hace dos mil años; Él no regresará a Judea con Su imagen anterior, y menos aún mostrará Su imagen de aquel tiempo a ninguna nación gentil, porque la imagen de Jesús hecho carne es sencillamente la imagen de un judío, y no la del Hijo del Hombre que Juan había visto. Aunque Jesús prometió a Sus seguidores que “Él vendría otra vez”, simplemente no se mostrará bajo el aspecto de un judío a todos los que están en las naciones gentiles. Deberíais saber que la obra de Dios hecho carne es abrir una era. Esta obra se limita a unos pocos años, y Él no puede cumplir toda la obra del Espíritu de Dios. Esto es idéntico a cómo la imagen de Jesús como judío sólo puede representar la de Dios cuando obraba en Judea, y sólo pudo llevar a cabo la obra de la crucifixión. Durante el tiempo que Jesús estuvo en la carne, no pudo realizar la obra de poner fin a una era o destruir a la humanidad. Por tanto, después de haber sido crucificado y de concluir Su obra, ascendió a lo alto y se ocultó del hombre para siempre. Desde entonces en adelante, esos creyentes fieles en las naciones gentiles sólo pudieron ver el cuadro del la santidad  que pegaban en las paredes, y no Su manifestación. Este cuadro lo pinta el hombre, y no es la imagen que Dios mismo mostró al hombre. Dios no se mostrará abiertamente a la multitud en la imagen en la que se hizo carne dos veces. La obra que realiza en medio de la humanidad es permitir a esta entender Su carácter. Todo esto se muestra al hombre mediante la obra de las diferentes eras; se logra por medio del carácter que Él ha dado a conocer y la obra que Él ha realizado, en lugar de a través de la manifestación de Jesús. Es decir, la imagen de Dios no se da a conocer al hombre por medio de la imagen encarnada, sino a través de la obra llevada a cabo por el Dios encarnado de imagen y forma; y a través de Su obra, Su imagen se muestra y se da a conocer Su carácter. Este es el sentido de la obra que Él desea hacer en la carne.
Una vez que la obra realizada cuando se hizo carne dos veces llega a su fin, Él comienza a mostrar Su carácter justo en las naciones gentiles, permitiendo a la multitud ver Su imagen. Él desea manifestar Su carácter, y a través de ello dejar claro el final de los diversos tipos de hombre, llevando de este modo totalmente a su fin a la era anterior. Su obra en la carne no se extiende por una gran área (del mismo modo que Jesús sólo obró en Judea, Yo lo hago hoy solamente entre vosotros), porque Su obra en la carne tiene fronteras y límites. Él está llevando a cabo simplemente un corto período de obra en la imagen de una carne ordinaria y normal, en lugar de hacer la obra de la eternidad por medio de esta carne encarnada, o la de aparecerse a todos los pueblos de las naciones gentiles. Esta obra en la carne debe ser limitada en su alcance (al igual que obrar sólo en Judea o sólo entre vosotros), para después ser expandida por medio de la desarrollada dentro de estos límites. Por supuesto, el Espíritu de Dios desarrolla directamente la obra de esa expansión, no Su carne encarnada. Porque la obra en la carne tiene límites y no se extiende a todos los rincones del universo. Esto, no lo puede cumplir. Por medio de la obra en la carne, Su Espíritu lleva a cabo la obra que sigue. Así, la obra realizada en la carne es una de iniciación desarrollada dentro de linderos; Su Espíritu continúa posteriormente esta obra, y la amplía.
Dios sólo viene a esta tierra para realizar la obra de dirigir la era; para abrir una nueva y poner fin a la antigua. No ha venido para vivir el transcurso de la vida de un hombre en la tierra, para experimentar por sí mismo los gozos y las penas de la vida como un hombre, o a perfeccionar a una cierta persona por Su mano o ver personalmente a alguien mientras crece. Esta no es Su obra; la suya es simplemente abrir la nueva era y poner fin a la antigua. Esto es, abrirá una era, pondrá fin a la otra, y derrotará a Satanás llevando a cabo la obra en persona. Cada vez que lo hace, es como si estuviera poniendo un pie en el campo de batalla. En la carne, derrota primero al mundo y prevalece sobre Satanás; obtiene toda la gloria y levanta el telón de la obra de dos mil años, dando a todos los hombres sobre la tierra el camino correcto a seguir, y una vida de paz y gozo. Sin embargo, Dios no puede vivir durante mucho tiempo con el hombre sobre la tierra, porque Dios es Dios, y diferente al hombre después de todo. No puede tener la duración de vida de un hombre normal, esto es, no puede residir en la tierra como un hombre que sólo es ordinario, porque Él sólo tiene una parte mínima de la humanidad normal de los hombres ordinarios para mantener Su vida como tal. En otras palabras, ¿cómo podría Dios empezar una familia, tener una profesión y criar hijos en la tierra? ¿No sería esto una deshonra para Él? Que esté dotado con una humanidad normal es sólo con el propósito de llevar a cabo la obra de una manera normal, no de permitirle tener una familia y una profesión, tal como lo haría un hombre ordinario. Su sentido normal, Su mente normal, y la alimentación y vestimenta normales de Su carne son suficientes para demostrar que tiene una humanidad normal; no hay necesidad de que Él tenga una familia o una profesión para demostrar que Él está dotado con una humanidad normal. ¡Esto es completamente innecesario! Dios viene a la tierra, lo que significa que el Verbo se hace carne; simplemente está permitiendo al hombre entender y ver Su verbo, esto es, ver la obra llevada a cabo por la carne. Su propósito no es que las personas traten a Su carne de una cierta forma, sino sólo que el hombre sea obediente hasta el final, esto es, que obedezca todas las palabras que brotan de Su boca, y se someta a toda la obra que Él realiza. Él simplemente está obrando en la carne, no pidiendo intencionadamente al hombre que exalte la grandeza y la santidad de Su carne. Él simplemente está mostrando al hombre la sabiduría de Su obra y toda la autoridad que ejerce. Por tanto, aunque tiene una humanidad destacada, no hace anuncios, y sólo se centra en la obra que debe realizar. Vosotros debéis saber por qué es que Dios se hizo carne y, sin embargo, no publica ni testifica sobre Su humanidad normal, y en su lugar sólo lleva a cabo la obra que desea hacer. Esta es la razón por la que sólo veis el ser de divinidad en el Dios hecho carne, simplemente porque nunca proclama Su ser de humanidad para que el hombre lo emule. Sólo cuando el hombre guía al hombre, habla este de su ser de humanidad, de forma que pueda conseguir el liderazgo sobre otros impresionándolos y convenciéndolos. En contraste, sólo Dios conquista al hombre a través de Su obra (es decir, una obra inalcanzable por el hombre); Él está muy lejos de ser admirado por el hombre, o de hacer que el hombre lo adore. Todo lo que Él hace es inculcar en el hombre un sentimiento de reverencia hacia Él o la sensación de que Él es insondable. Dios no tiene necesidad de impresionar al hombre; todo lo que Él necesita es que lo veneres una vez hayas sido testigo de Su carácter. La obra que Dios realiza es suya; el hombre no puede realizarla en Su lugar ni puede cumplirla. Sólo Dios mismo puede llevar a cabo Su propia obra, y dar entrada a una nueva era para guiar al hombre a nuevas vidas. La obra que Él realiza es para permitir al hombre recibir una nueva vida y entrar en una nueva era. Toda otra obra se entrega a esos hombres de humanidad normal, que son admirados por otros. Por tanto, en la Era de la Gracia, Él completó la obra de dos mil años en sólo tres años y medio, durante Sus treinta y tres años en la carne. Cuando Dios viene a la tierra a llevar a cabo Su obra, Él siempre completa la obra de dos mil años o de toda una era, dentro del lapso más corto de unos pocos años. Él no pierde el tiempo ni se retrasa; Él simplemente condensa la obra de muchos años, de forma que se complete en sólo unos cortos años. Esto se debe a que la obra que Él realiza en persona es, simplemente, para abrir una nueva salida y dirigir la nueva era.
Fuente del artículo: Iglesia de Dios Todopoderoso

sábado, 3 de noviembre de 2018

La palabra de Dios | El misterio de la encarnación (3)

Cuando Dios lleva a cabo Su obra, Él no viene a participar en ninguna construcción o movimiento, sino a cumplir Su ministerio. Cada vez que se hace carne, es sólo para lograr una etapa de la obra e inaugurar una nueva era. Ahora ha llegado la Era del Reino y el entrenamiento para el reino. Esta etapa de la obra no es la obra del hombre, no es para trabajar al hombre hasta cierto punto; es sólo para terminar una porción de la obra de Dios. Lo que Él hace no es obra del hombre, no es para lograr un cierto resultado al trabajar al hombre antes de partir de la tierra; es para cumplir Su ministerio y para terminar la obra que debe hacer, que es hacer los arreglos apropiados para Su obra en la tierra y así ser glorificado. La obra del Dios encarnado es diferente a la de los hombres usados ​​por el Espíritu Santo. Cuando Dios viene a hacer Su obra en la tierra, sólo se preocupa por el cumplimiento de Su ministerio. En cuanto a todos los demás asuntos que no se relacionan con Su ministerio, Él casi no toma parte en ellos, incluso hasta el punto de hacerse de la vista gorda. Él simplemente lleva a cabo la obra que debe hacer y, menos aún, está preocupado por la obra que el hombre debe hacer. La obra que Él hace es únicamente la que pertenece a la era en la que se encuentra y al ministerio que Él debe cumplir, como si todos los demás asuntos estuvieran fuera de Su alcance. Él no se proporciona más conocimiento básico acerca de vivir como un hombre, ni aprende más habilidades sociales, ni se equipa con alguna otra cosa que el hombre entienda. Todo lo que el hombre debe poseer no le concierne en absoluto y Él simplemente lleva a cabo la obra que es Su deber hacer. Y así, como el hombre lo ve, el Dios encarnado es deficiente en tanto que ni siquiera presta atención a muchas de las cosas que el hombre debe tener y, además, no tiene entendimiento de tales asuntos. Cosas como el conocimiento común sobre la vida, así como los principios que rigen la conducta personal y la interacción con otros, parecen no tener ninguna relación con Él. Pero tú simplemente no puedes detectar del Dios encarnado el más mínimo indicio de anormalidad. Es decir, Su humanidad sólo mantiene Su vida como un hombre común y corriente y el razonamiento normal de Su cerebro, que le da la habilidad para discernir entre el bien y el mal. Sin embargo, Él no está provisto con nada más, todo lo cual es lo que los hombres (los seres creados) sólo deben poseer. Dios se hace carne sólo para cumplir Su propio ministerio. Su obra está dirigida a una era completa, no a una persona o lugar en particular, sino a todo el universo. Esta es la dirección de Su obra y el principio por el cual Él obra. Nadie puede alterarla y el hombre no tiene forma de involucrarse en ella. Cada vez que Dios se hace carne, trae consigo la obra de esa era y no tiene la intención de vivir junto al hombre por veinte, treinta, cuarenta ni hasta setenta u ochenta años, con el fin de que lo pueda entender mejor y obtener una profunda percepción de Él. ¡No hay necesidad de eso! Hacerlo así de ninguna manera profundizaría el conocimiento que el hombre tiene del carácter inherente de Dios; en cambio, sólo aumentaría sus nociones y haría que sus nociones y pensamientos se fosilizaran. Por lo que les corresponde a todos vosotros entender exactamente cuál es la obra del Dios encarnado. ¿Seguramente no podéis fallar en haber entendido las palabras que os hablé: “No fue para experimentar la vida de un hombre común y corriente que he venido”? ¿Habéis olvidado las palabras: “Dios no viene a la tierra a vivir la vida de un hombre común y corriente”? No entendéis el propósito de Dios en hacerse carne, ni conocéis el significado de: “¿Cómo podría Dios venir a la tierra con la intención de experimentar la vida de un ser creado?”. Dios viene a la tierra únicamente para terminar Su obra, por lo que Su obra en la tierra es de corta duración. Él no viene a la tierra con la intención de hacer que el Espíritu de Dios cultive Su cuerpo carnal en un hombre superior que guiará la iglesia. Cuando Dios viene a la tierra, es la Palabra volviéndose carne; el hombre, sin embargo, no sabe de Su obra y le atribuye cosas por la fuerza. Pero todos vosotros os debéis dar cuenta de que Dios es la “Palabra hecha carne”, no un cuerpo carnal que ha sido cultivado por el Espíritu de Dios para asumir el papel de Dios por el momento. Dios mismo no es el producto de cultivo, sino que es la Palabra hecha carne y hoy Él oficialmente lleva a cabo Su obra entre todos vosotros. Todos vosotros sabéis y reconocéis que la encarnación de Dios es una verdad fáctica, sin embargo, fingís un entendimiento que está más allá de vuestra capacidad para ejercerla. Desde la obra del Dios encarnado hasta la relevancia y la esencia de Su encarnación, sois incapaces de captar esto en lo más mínimo y sólo seguís a otros en recitar sin pensar palabras de memoria. ¿Crees que el Dios encarnado es como lo imaginas?

La palabra de Dios | El misterio de la encarnación (1)

En la Era de la Gracia, Juan allanó el camino para Jesús. No podía llevar a cabo la obra de Dios mismo y simplemente cumplió con la obligación del hombre. Aunque Juan fue el precursor del Señor, no podía representar a Dios; sólo era un hombre usado por el Espíritu Santo. Después del bautismo de Jesús, “descendió el Espíritu Santo sobre Él, como paloma”. Fue entonces cuando empezó Su obra, es decir, comenzó a desempeñar el ministerio de Cristo. Por esta razón asumió la identidad de Dios, porque vino de Él. No importa cómo fuera Su fe antes de esto —quizás haya sido débil en ocasiones, o fuerte en otras— todo eso perteneció a la vida humana normal que Él llevaba antes de llevar a cabo Su ministerio. Después de ser bautizado (ungido), tuvo inmediatamente el poder y la gloria de Dios con Él, y por tanto comenzó a desempeñar Su ministerio. Podía obrar señales y maravillas, realizar milagros, tenía poder y autoridad, porque trabajaba directamente en el nombre de Dios mismo; hacía la obra del Espíritu en Su lugar y expresaba Su voz; así pues, Él era Dios mismo. Esto es indiscutible. El Espíritu Santo usó a Juan. Este no podía representar a Dios ni le era posible hacerlo. Si hubiera deseado hacerlo, el Espíritu Santo no lo habría permitido, porque no podía hacer la obra que Dios mismo pretendía realizar. Quizás había mucho en él de la voluntad del hombre o había algo desviado en él; bajo ninguna circunstancia podía representar directamente a Dios. Sus equivocaciones y errores lo representaban sólo a él, pero su obra era representativa del Espíritu Santo. Sin embargo, no se puede afirmar que su totalidad representara a Dios. ¿Podían su desviación y sus errores representar también a Dios? Equivocarse al representar al hombre es normal, pero si se desviaba en la representación de Dios, ¿no sería una deshonra para Él? ¿No sería una blasfemia contra el Espíritu Santo? Este no permite al hombre ocupar el lugar de Dios a voluntad, aunque otros le exalten. Si no es Dios, sería incapaz de mantenerse firme al final. ¡El Espíritu Santo no le permite al hombre representar a Dios como a él le plazca! Por ejemplo, el Espíritu Santo dio testimonio de Juan y también reveló que era quien allanaría el camino para Jesús, pero la obra realizada en él por el Espíritu Santo estaba bien medida. Todo lo que se le pidió a Juan fue que allanase el camino para Jesús, que lo preparara. Es decir, el Espíritu Santo sostuvo su obra de abrir el camino y sólo le permitió llevar a cabo dicha obra y ninguna otra. Juan representaba a Elías, y representaba al profeta que allanaba el camino. El Espíritu Santo lo sostuvo; mientras que su trabajo consistió en abrir camino, este lo sostuvo. Sin embargo, si hubiera reivindicado ser Dios mismo y venir a terminar la obra de redención, el Espíritu Santo lo habría disciplinado. Por muy grande que fuera la obra de Juan, y por mucho que el Espíritu Santo la sostuviera, esta permanecía dentro de sus límites. Es realmente cierto que el Espíritu Santo sostuvo su obra, pero el poder que se le dio en ese momento se limitó a la tarea de allanar el camino. No podía realizar otra obra en absoluto, porque sólo era Juan quien lo hacía, no Jesús. Por tanto, el testimonio del Espíritu Santo es fundamental, pero la obra que este le permite hacer al hombre es aún más crucial. ¿No se dio un gran testimonio de Juan? ¿No fue grande su obra también? Pero la obra que él hizo no podía superar la de Jesús, porque él no era más que un hombre usado por el Espíritu Santo, y no podía representar directamente a Dios; por lo tanto la obra que hizo fue limitada. Después de que él terminara la obra de allanar el camino, nadie continuó manteniendo su testimonio, ninguna obra nueva lo siguió, y partió cuando la obra de Dios mismo comenzó.